Una encíclica papal es un documento lo bastante excepcional, y la Iglesia Católica una institución lo bastante populosa y significativa como para que la publicación de uno de esos raros documentos magisteriales se convirtiera en noticia incluso en nuestro mundo secularizado. Pero ‘Fratelli tutti’, la recién publicada encíclica papal sobre la fraternidad humana, ha dejado fríos a los medios, de los que, hablando de prensa escrita, solo El País y La Vanguardia se han hecho eco en sus primeras.
Lo que tiene de excepcional esta frialdad mediática no es solo, como decimos, lo excepcional de un documento de este tipo y la importancia aún no totalmente desdeñable de la opinión católica mundial, sino el hecho de que la prensa ha acogido desde su elevación al solio a Francisco con especial simpatía, por cuanto es un decidido e insistente defensor de algunas de las causas más caras al pensamiento moderno entre las élites, como la inmigración masiva, la desaparición de las fronteras o el Cambio Climático.
Los dos grandes diarios generalistas nacionales citados, por lo demás, destacan precisamente de la verbosa encíclica -237.877 caracteres, más del triple que, por ejemplo, la célebre encíclica social de León XIII, Rerum Novarum- aquello que da la razón a las tesis ideológicas a la moda. Así, los de Prisa titulan ‘El Papa Francisco predica contra el neoliberalismo’, y de forma muy parecida, los de Godó señalan que ‘El Papa critica el mercado y el neoliberalismo en su tercera encíclica’. Dado que ‘neoliberalismo’ es un exónimo en el que nadie se reconoce, no puede resultar muy ofensivo.
Lo interesante, pues, es que quienes en la prensa convencional masiva se han dado por enterados de la publicación de la encíclica coinciden en que se trata de un documento ‘político’, “la más política”, escriben en El País, como si hubiera escrito una docena y no tres.
Es cierto que las dos últimas encíclicas -esta y Laudato Sì, a la que se dedica todo el año que ahora termina- tienen en común una, digamos, curiosidad, y es que parecen dirigidas más a los gobernantes que a los fieles. Es difícil que el fiel de a pie pueda encontrar muchos modos de aplicar sus enseñanzas sino como votante. No está en la mano de la mayoría de nosotros cambiar el sistema económico o reducir significativamente la huella de carbono.
Y, sin embargo, los medios, que podrían apoyar sus machacones mensajes con la contribución de un Papa ‘amigo’, han reaccionado con marcada indiferencia a su publicación. ¿Por qué? El lector puede responder a esa pregunta con tanta autoridad como cualquiera. Quizá haya pasado la novedad, quizá se cuenta ya con su aquiescencia a los mensajes ‘progresistas’ al uso, quizá se espera de él, como fue el caso con su exhortación postsinodal ‘Querida Amazonia’ que diera un paso más, o sencillamente es que la opinión católica ya está descontada en los grandes medios.
En cualquier caso, mucho parece haber llovido desde que el Papa fuera Persona del Año para tanta publicación y portada sonriente de tanta prensa popular.
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