Fratelli Tutti: La encíclica «sobre la fraternidad y la amistad social»

Fratelli Tutti: La encíclica «sobre la fraternidad y la amistad social»

Les ofrecemos en primicia la encíclica del Papa «Fratelli Tutti».

CARTA ENCÍCLICA
FRATELLI TUTTI
DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
SOBRE LA FRATERNIDAD
Y LA AMISTAD SOCIAL
1. «Fratelli tutti»,1 escribía san Francisco de Asís para dirigirse a todos los hermanos y las hermanas, y proponerles
una forma de vida con sabor a Evangelio. De esos consejos quiero destacar uno donde invita a un amor que va más
allá de las barreras de la geografía y del espacio. Allí declara feliz a quien ame al otro «tanto a su hermano cuando
está lejos de él como cuando está junto a él».2 Con estas pocas y sencillas palabras expresó lo esencial de una
fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del
lugar del universo donde haya nacido o donde habite.
2. Este santo del amor fraterno, de la sencillez y de la alegría, que me inspiró a escribir la encíclica Laudato si’,
vuelve a motivarme para dedicar esta nueva encíclica a la fraternidad y a la amistad social. Porque san Francisco, que
se sentía hermano del sol, del mar y del viento, se sabía todavía más unido a los que eran de su propia carne. Sembró
paz por todas partes y caminó cerca de los pobres, de los abandonados, de los enfermos, de los descartados, de los
últimos.

1 Admoniciones, 6, 1: Fonti Francescane (FF) 155; cf. Escritos. Biografías. Documentos de la época, ed. BAC, Madrid 2011, 94. 2 Ibíd., 25: FF 175; cf. ibíd., p. 99.
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SIN FRONTERAS
3. Hay un episodio de su vida que nos muestra su corazón sin confines, capaz de ir más allá de las distancias de
procedencia, nacionalidad, color o religión. Es su visita al Sultán Malik-el-Kamil, en Egipto, que significó para él un
gran esfuerzo debido a su pobreza, a los pocos recursos que tenía, a la distancia y a las diferencias de idioma, cultura
y religión. Este viaje, en aquel momento histórico marcado por las cruzadas, mostraba aún más la grandeza del amor
tan amplio que quería vivir, deseoso de abrazar a todos. La fidelidad a su Señor era proporcional a su amor a los
hermanos y a las hermanas. Sin desconocer las dificultades y peligros, san Francisco fue al encuentro del Sultán con
la misma actitud que pedía a sus discípulos: que sin negar su identidad, cuando fueran «entre sarracenos y otros
infieles […] no promuevan disputas ni controversias, sino que estén sometidos a toda humana criatura por Dios».3
En aquel contexto era un pedido extraordinario. Nos impresiona que ochocientos años atrás Francisco invitara a evitar
toda forma de agresión o contienda y también a vivir un humilde y fraterno sometimiento, incluso ante quienes no
compartían su fe.
4. Él no hacía la guerra dialéctica imponiendo doctrinas, sino que comunicaba el amor de Dios. Había entendido que
«Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios» (1 Jn 4,16). De ese modo fue un padre fecundo
que despertó el sueño de una sociedad fraterna, porque «sólo el hombre que acepta acercarse a otros seres en su
movimiento propio, no para retenerlos en el suyo, sino para ayudarles a ser más ellos mismos, se hace realmente
padre».
4 En aquel mundo plagado de torreones de vigilancia y de murallas protectoras, las ciudades vivían guerras
sangrientas entre familias poderosas, al mismo tiempo que crecían las zonas miserables de las periferias excluidas.
Allí Francisco acogió la verdadera paz en su interior, se liberó de todo deseo de dominio sobre los demás, se hizo
uno de los últimos y buscó vivir en armonía con todos. Él ha motivado estas páginas.
5. Las cuestiones relacionadas con la fraternidad y la amistad social han estado siempre

Lea la encíclica completa aquí: Fratelli Tutti.

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