«La locura de la Cruz sigue siendo motivo de escándalo para muchos después de más de 20 siglos. Hay quienes piensan que es un absurdo dar culto a alguien colgado en un madero, porque sería el máximo signo del fracaso». Así comenzó Santiago Cantera, prior de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, la homilía del día de la Exaltación de la Santa Cruz, que nos trae Religión Confidencial.
Esta fiesta se celebraba el día antes de que Carmen Calvo, vicepresidenta del Gobierno, desgranara los pormenores de la Ley de ‘Memoria Democrática’ que el Gobierno pretende impulsar. Esta norma afectarían de manera directa al Valle de los Caídos, que pasaría a ser considerado un cementerio civil, y también a la comunidad benedictina que allí se encuentra, cuya fundación sería extinguida y su futuro ahí estaría en el aire.
Lo que más repercusión tuvo fue el rumor de que la cruz del lugar, la más grande del mundo, sería demolida. Esto último no lo dijo Carmen Calvo y no aparece en la ley, pero se deduciría de la «resignificación» del lugar, y su posible desacralización, algo que todavía está por ver.
Cantera señaló en su homilía del lunes: «otros consideran espantoso representar esa escena de sufrimiento y los hay que quisieran borrar por completo la Cruz y el nombre de Cristo del planeta. La Cruz continua siendo signo de contradicción cuando la mente y el corazón son incapaces de abrirse al descubrimiento de su transcendencia y a este signo insondable de amor infinito».
«La Cruz es la cátedra del amor de Dios. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos….En la Cruz, Cristo nos ha revelado la compasión de Dios por el hombre caído….La Cruz es el signo de la vida como lo denominó San Gregorio Magno, el primer Papa monje», dice el prior en su homilía.
Cantera insta a los fieles a subirse a la cruz y abrazarla con fuerza y amor. «No hay otra forma de santificarse y de llegar al cielo. San Benito nos lo recuerda a los monjes: si participamos en los sufrimientos de Cristo, mereceremos compartir también su reino», explicó.
«La cruz preside la vida de nuestra comunidad benedictina, probada durante 62 años en la dificultad cotidiana y en la inseguridad del mañana, para que podamos santificarnos en la adversidad y el sufrimiento», dijo en otro momento.
Por último, Cantera mencionó a San Juan Crisóstomo que «ante la persecución, no dudaba en afirmar lleno de paz y entereza, `decidme, ¿qué podemos temer, la muerte…el destierro…la confiscación de los bienes? Sin nada de eso vinimos al mundo y sin nada nos iremos de él. Yo me río de todo lo que es temible en este mundo y de sus bienes…Cristo está conmigo ¿qué puedo temer?…Qué vengan a asaltarme las olas del mar y la ira de los poderosos».
Y concluyó: «Queridos hermanos y especialmente los monjes de mi comunidad: si toca sufrir la humillación y el menosprecio, seamos felices imitando a Cristo humillado y menospreciado…Afrontemos con mirada sobrenatural la adversidad y la incertidumbre, mirando a la Cruz de Cristo».
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