¿Dónde está el cardenal Sarah?

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Desde que se permitió a los fieles volver a las iglesias en algunas partes del orbe católico -tras el prolongado ayuno eucarístico- la ‘nueva normalidad’ en los templos ha generado un debate entre no pocos fieles.

Les hablo de la forma de comulgar. En numerosas diócesis se ha recomendado que los fieles comulguen en la mano, para evitar posibles contagios. Esto ha llevado a muchos sacerdotes a prohibir directamente la comunión en la boca. Son varios los casos en los que se ha negado la comunión a quién quería recibirla de esa manera.

Esto ha provocado muchos debates, escenas desagradables, discusiones y arbitrariedades, que no deberían tener lugar en torno a lo más preciado y sagrado para los católicos, el Cuerpo de Cristo.

La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en el año 2004, publicó la *Instrucción Redemtionis Sacramentum, un documento en el que explican algunas cosas que se deben observar o evitar acerca de la Santísima Eucaristía, como indica el subtítulo.

En el número 92 se señala que «aunque todo fiel tiene siempre derecho a elegir si desea recibir la sagrada Comunión en la boca, si el que va a comulgar quiere recibir en la mano el Sacramento, en los lugares donde la Conferencia de Obispos lo haya permitido, con la confirmación de la Sede Apostólica, se le debe administrar la sagrada hostia».

Esto es lo último que dijo la Santa Sede sobre el tema, que, hasta nueva orden, es la garante de que se cumplan las normas en la Iglesia. Ante el presente debate, en el que no quiero entrar por repetitivo, ¿por qué no se manifiesta la Santa Sede?, ¿por qué no dejan las cosas claras?

Se piense lo que se piense sobre el tema hay un hecho irrefutable: según el derecho actual de la Iglesia los fieles tienen derecho a comulgar en la boca. Estamos ante una epidemia global, y vamos a dar por hecho que es muy contagiosa esa forma de comulgar. ¿Tan difícil es que la Santa Sede aclare que durante este tiempo de pandemia es preferible, o incluso inste a los fieles a comulgar con la mano con todo el respeto y veneración posible? ¿No podría aclarar que cada obispo tendrá, como medida extraordinaria en estos tiempos de coronavirus, la potestad para prohibir o no esa forma de comulgar? ¿No podría, por otra parte, reiterar el derecho de los fieles a comulgar con la boca y recriminar la actitud de aquellos que lo impiden?

El problema es que esta situación se ha convertido en una lotería según la iglesia a la que asistas y está provocando arbitrariedades y escenas impropias del sacramento del que hablamos. Se ha llegado a señalar desde el púlpito, como poco caritativos, a los fieles que simplemente siguen la citada Instrucción vaticana. La confusión y el caos no son buenos y si tenemos toda una Congregación vaticana dedicada exclusivamente a la Disciplina de los Sacramentos, no se entiende que han hecho estos meses y como no se pronuncian al respecto.

Esta Congregación está presidida por un viejo conocido, el cardenal Robert Sarah, un amante de la liturgia. “El diablo ataca fuertemente la eucaristía porque es el corazón de la vida de la Iglesia», dijo en una entrevista publicada en mayo. ¿Va el cardenal Sarah a aclarar las cosas? ¿No se supone que el dicasterio que preside se dedica a esos menesteres?

Los fieles quieren que acabe este debate y esta situación de arbitrariedad. Quieren saber a qué atenerse, no estar a merced de la opinión de este u otro sacerdote.

 

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Comentarios
35 comentarios en “¿Dónde está el cardenal Sarah?
    1. No temas, rebaño pequeño, porque vuestro Padre ha decidido daros el reino Lc 12,32

      Es verdad, pocos somos los fanáticos al modo de Cristo.

      En hora buena.

    2. Markus, Markus, Markus… Tenemos que hacer un esfuerzo sinodial a fin de integrar ecuménicamente a todos aquellos que de manera fraterna disienten de los postulados establecidos por el organigrama burocrático de la estructura eclesial, mediante la construcción de puentes con pilares sólidos individuales y pluriraterales y una argamasa constituida por el elemento emulsionante y fermentante de la solidaridad fraterna, evitando mediante el discernimiento individual y pastoral aquellas acíbares actitudes que no benefician la tarea que se nos tiene encomendada de desahuciar las sacristías para en una salida fresca, vivificadora y fermentante poder acoger al otro en su mismidad plural y en su misma pluralidad como elemento de acogida, entrega y conversión ecoménica y eculógica.
      Atentamente.
      Que el espíritu le acopañe.
      El del concilio digo.

      1. Sir Mac Abeo.

        Me parece que también he oído frases como:

        «Salir al encuentro del otro para sanar las heridas de una sociedad herida, teniendo en cuenta que el dialogo es premisa del don».

        Y a algunas personas decir, «que sabiduría! que palabras!»

  1. Marcos, Usted en un mismo comentario habla de la Caridad y despues insulta. Perdone pero el insulto le degrada, es contrario a la Caridad que usted dice practicar y ademas el insulto es signo de no tener argumentos.

  2. Marcos,
    ¿te lavas siempre las manos, que lógicamente vienen sucias de tocar de todo, inmediatamente antes de recibir en tus manos no consagradas, el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo?

    ¿No?

    ¿No te lavas las manos antes de comer?

  3. Marcos,
    ¿te lavas siempre las manos, que lógicamente vienen sucias de tocar de todo, inmediatamente antes de recibir en tus manos no consagradas, el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo?

    ¿No?

    ¿No te lavas las manos antes de comer?

  4. En mi larga vida he comulgado en la boca innumerable cantidad de veces y no han faltado ocasiones en que he sentido húmedo el dedo del sacerdote por la saliva del comulgante anterior. En este escenario de pandemia es evidente el peligro de contagio. Los fieles, por mínima precaución deberían comulgar recibiendo el Cuerpo de Cristo en la mano, costumbre que ya existía en la antigua Iglesia. Además, es factible rociar las manos con alcohol un poco antes de la comunión; así lo hacemos en mi familia.

    1. Me parece un comentario razonable y prudente. El empecinamiento de la comunión en la boca o en la mano, es una falta de respeto al acto en sí, que es privilegio de arrepentidos, de recibir el cuerpo de Cristo para la salvación de nuestra alma. Estas polémicas estériles son obra del diablo.

  5. Estoy de acuerdo con Bezunegui. Habría que sacar a la luz «Las Tres Campanadas».
    Y en cuanto al cardenal Sarah, en mi opinión se le ve silencioso por las fuertes presiones que recibe de Francisco y su entorno, pero ante el grave hecho de la prohibición de la comunión en la boca que muchos obispos y sacerdotes están practicando, urge ser valientes y no serviles, y que Su Eminencia denuncie con claridad este abuso, aunqe sea lo último que pueda hacer como prefecto.

  6. Más allá de las opiniones a favor y en contra y de los intentos de articulistas y comentaristas de utilizar desde lo más nimio hasta lo más grave de lo que sucede en la Iglesia para crear conflictos, en no pocas veces con una total impiedad, no sé qué hay que aclarar ni debatir: ya el Dicasterio se pronunció y s ello hay que atenerse, tanto los que prohíben comulgar en la boca como los que opinan que es anatema hacerlo en la mano. A ver, que lo importante es recibir a Cristo con todo nuestro ser y toda nuestra alma, y sobre todo darle gracias por tenerlo en nuestra vida

  7. De acuerdo con Andrés.
    Pienso que Sarah no dice nada, porque ya esta dicho como se puede comulgar, en el tema del contagio, ni es médico, ni sanitario, asi que no tiene más que decir.

  8. Corto y pego. Gracias Belzu.
    «Tened, pues, la firme persuasión de que no es la doctrina de Jesús la que se debe adaptar a los tiempos, sino que son los tiempos los que han de abrirse a la luz del Salvador. Hoy, en la Iglesia, parece imperar el criterio contrario: y son fácilmente verificables los frutos ácidos de ese deslizamiento. Desde dentro y desde arriba se permite el acceso del diablo a la viña del Señor, por las, puertas que le abren, con increíble ligereza, quienes deberían ser los custodios celosos.
    Cuidadme los actos de culto, de modo especial los sacerdotes. El que no diese categoría a una simple inclinación de cabeza, no ya como manifestación elemental de respeto, sino de amor, no merecería llamarse cristiano. Alabad continuamente a la Trinidad Beatísima, a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo, con vuestra vida entera, pero de modo particularmente intenso en la
    Santa Misa».
    San Josemaría Escrivá, «Las campanadas»

    1. Magnífica y clarividente cita, pelicanillo. Que Dios te bendiga en este tiempo de prueba que se está alargando tantísimo. Dios sabrá porqué. ¿ Para purificarnos ?

  9. Si el Cardenal Sarah no habla,por algo es.Cuando habla ,lo hace con valentia y cuando calla,es por sabiduria.Valoremos a este catolico,no le busquemos el pelo al huevo.Necesitamos a muchos como el.ilumina mucho!!!!

  10. Buenísimo y profético. Gracias por la recomendación del santo Josemaría.
    «Estamos en continuo contacto con la realidad eterna y con la terrena, realidad que sólo admite una postura: vivir en la Iglesia de siempre. Es cierto que, en alguna ocasión, el hecho de tener y propugnar la verdad, algunos lo interpretan falsamente como un acto de soberbia, como si nos preocupáramos de salvaguardar un derecho a nuestra vanidad personal, cuando cumplimos estrictamente un enojoso deber».
    «…Y, sobre todo, dando disposiciones que conducen a arrancar de las almas el amor al Santo Sacrificio de la Misa y la certeza en la Real Presencia de Jesucristo en el Santísimo Sacramento del altar y Reservado en el Sagrario.»
    (de «Las campanadas», S. Josemaría Escrivá)

  11. A Sarah no le perdonan el libro con Benedicto, que hizo saltar por los aires el Sínodo Pachamamo. Nunca se lo podremos agradecer lo suficientemente.
    Estará una temporada con perfil bajo, veremos si vuelve a dar la batalla o no.
    De todos modos, en las Termópilas eran 300 contra millones de persas. Aquí son cuatro, si llegan.

  12. Una disculpa por mis palabras, siento que no debo ser irónico en esto, por que creo el asunto es muy serio. Cada quien es libre de hablar como desee, lo debo respetar.
    Perdón Dios.

  13. El Cardenal ha hablado mil veces y muy claramente. ¿Cuántas veces y en qué situaciones ha de repetir lo mismo, en su opinión? Por otra parte, en los últimos días, se han dado en España varios casos de sacerdotes contagiados por coronavirus que se han visto obligados, no a dar a sus fieles la comunión en la mano, sino a dejar de celebrar públicamente para velar por la salud de estos. En estas circunstancias, y a pesar de que el autor del artículo tiene razón en lo que dice y en la libertad del fiel para escoger un modo u otro de recibir la comunión, extremar las precauciones no me parece mal. Aprovecho para contar una anécdota personal: el domingo pasado fue a misa a la parroquia de Rivas pueblo (Madrid). El sacerdote debe de ser del Opus Dei pues había algún cuadro de San José María en el templo. Pues bien: dio la comunión en la mano o en la boca y de rodillas (de este último modo la gran mayoría), consecutivamente, y sin desinfectarse las manos entre unos y otros. ¿Qué le parece?

  14. «Un principio seguro para no cometer errores es la obediencia. Obediencia a las normas de la Iglesia, obediencia a los obispos. En tiempos de dificultad (por ejemplo, pensemos en las guerras, en las pandemias) los Obispos y las Conferencias Episcopales pueden dar reglamentos provisionales a los que hay que obedecer”. (Cardenal Sarah)

    1. «a los fieles el derecho a recibir el Cuerpo de Cristo y a adorar al Señor presente en la Eucaristía de la manera prevista, sin limitaciones que vayan incluso más allá de lo que prevén las normas de higiene dictadas por las autoridades públicas o los Obispos»
      Este texto junto al por Ud. escrito lo envio a todas las conferencias episcopales el pasado 15 de Agosto, sin embargo yo lo encuentro contradictorio con el suyo, en el que dice que hay que obedecer a los obispos, pues algunos de ellos están cerrando iglesias, prohibiendo las misas, y la comunión en la boca.

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