El mediático jesuita padre James Martin, autodesignado apostol de los LGTBI y asesor vaticano, ha anunciado que participará en la convención del Partido Demócrata, que presenta la plataforma más proabortista de su historia.
“Me honra aceptar la invitación a orar en la convención demócrata”, anunciaba el padre Martin desde su cuenta de Twitter. “Rezaré por un respeto a la santidad de toda vida humana y por una nación en la que todos sean bienvenidos. (Y si los republicanos me invitan, rezaré la misma oración)”.
Se trata de la convención previa a las elecciones presidenciales de noviembre, cuando el ‘ticket’ demócrata Biden-Harris dispute la Casa Blanca a Donald Trump. La semana pasada supimos quién sería la candidata a la vicepresidencia (que, visto el deteriorado estado y la edad de Biden, tendría muchas posibilidades de ser la presidente), Kamala Harris, senadora que se ha destacado, durante su etapa como Fiscal General de California especialmente, por su aversión a la libertad religiosa y su apoyo entusiasta y radical a la multinacional del aborto, Planned Parenthood.
No puede decirse que haya sido una enorme sorpresa. No solo las posturas de Martin -y de su publicación jesuita, America- están claramente de parte del Partido Demócrata, sino que la abrumadora mayoría de la jerarquía católica americano lo está desde hace décadas, y ahora cuentan con el respaldo tácito de una Santa Sede que no puede ni ver a Donald Trump.
Los demócratas mantienen posturas crecientemente incompatibles con la doctrina católica, muy especialmente en torno al horrendo crimen del aborto, pero los prelados americanos encontraron su tabla de salvación hace ya mucho tiempo con el desarrollo de una nueva ‘doctrina’: la de la ‘túnica inconsútil’. La jerarquía eclesiástica no solo ha sido también tradicionalmente demócrata, sino que ha llegado a situarse sustancialmente a la izquierda de los fieles. Y el primer obstáculo con el que tropezaron para mantener su línea ideológico no habría de llegar hasta que, en la cuestión central del aborto, el Partido Republicano fue posicionándose más y más hacia posturas provida, mientras que los candidatos demócratas se decantaban por el ‘absolutismo abortista’.
Ese era el dilema. La Iglesia no podía, en ningún caso, defender o siquiera disculpar o infravalorar el aborto. ¿Cómo, entonces, se podía seguir apoyando a políticos abortistas, en ocasiones frente a candidatos provida republicanos? El dilema parecía insoluble hasta que el arzobispo de Chicago, Cardenal Joseph Bernardin, desarrolló a principios de los ochenta una ‘doctrina’ que denominó “la túnica sin costura (seamless garment)”, tomando la imagen del relato evangélico.
Bernardin, uno de los prelados más influyentes y progresistas de la iglesia americana entonces, explicó que la actitud del católico ante las cuestiones políticas relativas a la vida tenía que ser ‘integral’, no centrada en un solo aspecto como podía ser el aborto, sino considerando todas las demás cuestiones, tales como políticas sociales o inmigración. Es decir, según la teoría de Bernardin, un católico podía votar por un político abortista -es decir, demócrata cada vez más a menudo- en buena conciencia si sus propuestas políticas, entendidas globalmente, iban a hacer previsiblemente más bien que mal o podían evitar un mal mayor.
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Por ese ser indefenso al que asesinan el Señor dió toda Su preciosísima Sangre. ¿Aún sale en la balanza a perder?. Recuerdo de la biblia que nos cuidásemos de los falsos cristos.
Esperemos que Viganò haga la oración en el Partido republicano.
Francisco reivindica la «dedicación intensa y el compromiso admirable» de médicos, enfermeros y profesores durante la pandemia
«El Papa os invita, por tanto, a seguir colaborando con él en el testimonio de la experiencia de la belleza de Dios, que se hizo carne para que nuestros ojos se maravillen de su rostro y nuestros ojos encuentren en él la maravilla de vivir»
Estoy empezando a creer que este tío es la versión americana del «Padre Ángel»
Nadie recto -con perdón- prefiere la influencia a la lealtad. Si la verdad nos lleva al ostracismo y aún al patíbulo, bienvenidos sean.
Señor José,son palabras de Jesucristo,Dios,por si no lo sabía.
Son claras y concisas.
No dan lugar al error ni a la interpretación.
Claras como el agua.
James Martin: «La oposición al Papa en EE.UU. es pequeña, pero muy ruidosa»
James Martin: «Soy atacado por las mismas razones por las que el Papa es atacado. La gente tiene miedo de ver las cosas en forma diferente, tiene miedo de cambiar y en este tema en particular, ve a la gente LGBT como «el otro». Pienso, además, que la gente también le tiene miedo a su propia complejidad sexualidad y esto asusta mucho».
«Por mi experiencia, el Papa, con su cambio de tono y de discurso, logró hacer volver muchísima gente a la Iglesia, incluso LGBT. En término de cambios, ellos sienten que este hombre los entiende».
Es importante que muchos lean un breve escrito de San Maximiliano kolve titulado «Pobrecillos». Se refiere a todo aquel que anda metido en una logia y es un gran y veraz consejo. Si tu tienes esa condición, léelo, no pierdes nada.
Que pensara aquel sacerdote que fue excomulgado por no ver en Francisco un Papa y ver a ese sacerdote homosexualista orar y vendecir la convención de un partido abortista?
Desde Pablo VI se nos dijo que el poder del Papa terminaba al cruzar la puerta de salida de su despacho, pero esta jerarquía franciscana a demostrado que aquello era falso pues sin dar ninguna razón han intervenido y destruido una orden religiosa, han cerrado un seminario para castigar a los sacerdotes, seminaristas y feligreses. Es una jerarquía inmanente, emancipada de las verdadesdes de fe. se puede atacar la doctrina, pero no los pareceres jerárquicos.
Por cierto la justificación que dio el cardenal Bernardin es algo condenado por las Escrituras: hacer el mal para sacar un bien.
Es un escandalo, ya lo dijo el cardenal Burke que le han dicho políticos conservadores que no son católicos que creen que el catolicismo cambio la doctrina del aborto, homosexualida, matrimonio, etc.
Buena Compañía.
No muy sorprendente.
En esta época que vivimos, cada vez más se agudiza tanto la no pertenencia como la pertenencia a Jesucristo. Las convicciones de cada uno quedan más y más patentes. En ocasiones imagino el pánico que sentirán aquellos que ahora insultan, desprecian y desechan la doctrina de Jesucristo a favor de doctrinas meramente humanas, cuando Le vean volver sobre las nubes, como profetizó.
Nosotros, en cambio, sentiremos una alegría indescriptible de ver como Rey del universo a Aquel que tanto nos ama y al que ofrecemos nuestra existencia entera.
Incluso a la simple luz de la razón, lo que alega el cardenal Bernardin es indefendible pues el mal con su acción contamina totalmente la eficacia del bien. Es por lo tanto un argumento engañoso ya que habría que analizar la «bondad» que se supone en el resto de cuestiones que acompañan a la infame aberración que es el aborto, y de las que probablemente toda su función es envolverlo con su manto. Y todo ello no es otra cosa que la consecuencia de l a decadencia del mundo escomdida tras el indignante buenismo .
La pregunta es : ¿Qué se le ha perdido a la Iglesia en este mundo, que no debería sersu preocupación, olvidándose del bien, esta vez sí, de las almas?
La causa del descenso del número de católicos es compleja; hay ataques externos e internos. Los enemigos de la Iglesia, tradicionalmente afuera, han decidido infiltrarse para causar daño desde adentro. El enemigo ya no esta identificable, sino que ahora el lobo se mimetiza entre el rebaño. Al pecado hay que abordarlo de frente, al pecado hay que denunciarlo y dejarlo en evidencia. Al pecador hay que hacerle ver su pecado, hay que decirle la verdad, aunque se irrite.
La Iglesia católica siempre ha vivido y se ha desarrollado en circunstancias siempre adversa, ese es nuestro destino, ser una iglesia perseguida. Lo extraño fuera que no sea así. Ha habido épocas muy gloriosas de gran florecimiento, pero que ahora y en el futuro el número de católicos descienda, no nos debe de causar extrañeza, si preocupación, pero no hay nada extraño.