La teoría de género, el beso de la muerte del feminismo

La teoría de género, el beso de la muerte del feminismo

(Rebelión en la Granja)- En el tuit aparecen tres fotos, tres varones, barbados dos de ellos, dos de ellos con atuendos convencionalmente femeninos. El texto reza:

¿Y qué? Las redes están abarrotadas de irritados comentarios de ese tipo, de todos los que se niegan a admitir que alguien pertenezca al sexo contrario al biológico simplemente porque lo afirme así, sin más requisito. Es casi un nicho en el sector del facherío de las redes sociales, como, no sé, la brutal violencia de las supuestas ‘manifestaciones pacíficas’ de Estados Unidos.

Lo que hace especial este caso es que se trata de la cuenta de Lucía Etxebarría, que no podría clasificarse de ‘facha’ en ningún universo imaginable. Lucía es uno de los símbolos del rojerío patrio, del progresismo más descerebrado y arrogante.

Tengo dicho que la derecha oficial es tan falsa y rastrera, tan cobarde y seguidista, y la real está tan demonizada, que la vuelta a cierto grado de sensatez no vendrá tanto por su victoria como por la descomposición de la izquierda.

Porque la izquierda moderna, que décadas atrás abandonó la causa de la clase obrera para lanzarse con entusiasmo a abanderar las mismas causas que jalean bancos y multinacionales, no es más que el pastor de tribus de víctimas autodesignadas sin otra cosa en común que su odio a nuestra civilización, su anhelo de vivir del presupuesto y sus constantes lloriqueos públicos: feministas, grupos LGTBI, ‘racializados’, inmigrantes ilegales, indigenistas, separatistas, trans, islamistas…

El problema es que estas tribus no tienen ninguna otra cosa en común que el enemigo, y en lo demás es como pastorear un rebaño de gatos, y a medida que su victoria se hace absoluta y el presupuesto mengua, la lucha entre ellas se vuelve inevitable.

Lucía, como Lidia Falcón antes y como decenas de feministas radicales históricas en todo el mundo, se ha dado cuenta de que la teoría de género, llevada a sus últimas consecuencias, es el beso de la muerte de la ‘lucha de la mujer’. Porque todos podemos ser mujer en cualquier momento, sin cambiar absolutamente nada, según la ley.

De hecho, los tres sujetos que identifica Lucía en su diatriba, tienen dos rasgos en común: nadie al verlos supondría por un segundo que sean otra cosa que varones, y los tres obtienen réditos de su radical metamorfosis. Son, en palabras de la autora:

La reacción de Lucía es tan comprensible como tramposa e interesada, y recuerda poderosamente a ese manifiesto contra la ‘cancel culture’ que han firmado progresistas de campanillas algo añosos como Noam Chomsky, que vienen a pedir que la revolución se detenga donde ellos digan y que no les afecte. Pobres girondinos.

Una vez empezado el proceso, no puede detenerse a placer, Lucía.

Publicado en Rebelión en la Granja por Carlos Esteban.

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