Viganò: «No creo que haya nada censurable en sugerir que hay que olvidar el Vaticano II»

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Carlo María Viganò fue objetivo de un reciente artículo del veterano vaticanista Sandro Magister. Este artículo no sentó bien a algunos seguidores del ex nuncio de Estados Unidos ya que el propio Magister lo tituló: Viganò al borde del cisma», por su posición acerca del Concilio, y donde le contraponía a Benedicto XVI. Viganò ha contestado a Magister en un escrito –publicado en Settimo Cielo– que a continuación les ofrecemos:

Estimado Sandro:

Permítame replicar a su artículo titulado: «El arzobispo Viganò al borde del cisma», publicado en Settimo Cielo el 29 de junio.

Soy consciente de que haber osado expresar una opinión tan contundentemente crítica sobre el Concilio basta para despertar el espíritu inquisitivo que, en otros casos, es objeto de execración por parte de los biempensantes. No obstante, en una disputa respetuosa entre eclesiásticos y laicos competentes, no me parece inapropiado plantear problemas que siguen, hoy en día, sin solución. El primero de todos, la crisis que aflige a la Iglesia desde el Concilio Vaticano II, que la ha llevado a su devastación.

Hay quien habla de distorsión del Concilio; quien de la necesidad de volver a una interpretación en continuidad con la Tradición; quien de la oportunidad de corregir probables errores, o de interpretar en sentido católico los puntos equívocos. En el lado opuesto, están los que consideran al Vaticano II como un borrador a partir del cual continuar la revolución, cambiando y transformando la Iglesia en una entidad nueva, moderna, al paso con los tiempos. Esto forma parte de las dinámicas normales de un diálogo que se invoca demasiado a menudo, pero que raramente se pone en práctica: quien hasta ahora ha expresado su opinión contraria a lo que yo he afirmado nunca ha entrado en el mérito de la cuestión, y se ha limitado a colgarme etiquetas que ya merecieron algunos hermanos míos más ilustres y venerables. Es curioso que, tanto en el campo doctrinal como en el político, los progresistas reivindican para sí un primado, un estado de elección que sitúa apodícticamente al adversario en una posición de inferioridad ontológica, como si fuera indigno de que se le preste atención y reciba una respuesta, fácil de liquidar al tacharlo, de manera simplista, de lefebvriano desde un punto de vista eclesial, o fascista desde el social. Sin embargo, la falta de argumentos no los legitima a dictar las reglas, ni a decidir quién tiene derecho a la palabra, sobre todo cuando la razón, antes que la fe, demuestra dónde está el engaño, quién es el artífice del mismo y cuál es su objetivo.

Inicialmente, me pareció que el contenido de su artículo había que considerarlo, más bien, como un tributo comprensible al Príncipe, ya sea que este se encuentre en la Tercera Logia o en los despachos de diseño del editor. Sin embargo, al leer todo lo que usted me atribuye, he observado una inexactitud -llamémosla así- que, espero, sea fruto de un equívoco. Le pido, por tanto, que me conceda espacio de réplica en Settimo Cielo.

Usted afirma que yo habría acusado a Benedicto XVI «de haber «engañado» a toda la Iglesia haciendo creer que el Concilio Vaticano II era inmune a herejías; es más, que había que interpretarlo en perfecta continuidad con la doctrina verdadera de siempre». Creo que nunca he escrito algo así sobre el Santo Padre, más bien al contrario: he dicho, y lo reitero, que todos -o casi todos- hemos sido engañados por quien ha utilizado el Concilio como un «contenedor» dotado de una autoridad implícita y de la autoridad de los Padres que en él tomaron parte, alterando sin embargo el final. Y quien ha caído en este engaño lo ha hecho porque, al amar a la Iglesia y al papado, no podía convencerse que, en el Vaticano II, una minoría de conspiradores organizadísimos pudieran utilizar un Concilio para demoler a la Iglesia desde dentro, y que al hacerlo pudieran contar con el silencio  y la inacción de la Autoridad, o incluso su complicidad. Estos son hechos históricos, sobre los que me tomo la libertad de dar una lectura personal, pero que puede ser compartida por otros.

Me permito recordarle que, si fuera el caso, las posturas de reinterpretación crítica moderada del Concilio en sentido tradicional por parte de Benedicto XVI forman parte de un loable pasado reciente, mientras que en los formidables años setenta la posición del entonces teólogo Joseph Ratzinger era muy distinta. Estudios autorizados sostienen las mismas afirmaciones del profesor de Tubinga, confirmando el arrepentimiento parcial del papa emérito. Tampoco veo la «temeraria acusación que Viganò ha lanzado contra Benedicto XVI por sus «intentos fracasados de corrección de los excesos conciliares invocando la hermenéutica de la continuidad»», puesto que esta es una opinión ampliamente compartida, no sólo en ambientes conservadores, sino también y sobre todo en los progresistas. Habría que decir que lo que los innovadores han obtenido mediante el engaño, la astucia y el chantaje es el resultado de una visón que hemos vuelto a encontrar, aplicada en grado máximo, en el «magisterio» bergogliano de Amoris laetitia. El propio Ratzinger admite la intención dolosa: «Aumentaba cada vez más la impresión de que no había nada que fuera estable, que todo podía ser objeto de revisión. El Concilio se parecía cada vez más a un enorme parlamento eclesial, que podía cambiarlo todo y revolucionarlo todo según él quisiera» (cfr. J. Ratzinger, La mia vita, traducción del alemán de Giuseppe Reguzzoni, Cinisello Balsamo, Edizioni San Paolo, 1997, pág. 99). Pero esto lo vemos aún más en las palabras del dominico Edward Schillebeecks: «Ahora lo decimos diplomáticamente, pero después del Concilio sacaremos las consecuencias implícitas» («De Bazuin», n. 16, 1965).

Tenemos la confirmación de que la voluntaria ambigüedad de los textos tenía como fin, precisamente, mantener juntos, en nombre de una utilidad y en detrimento de la Verdad revelada, puntos de vista opuestos e irreconciliables. Una Verdad que, cuando es proclamada enteramente, no puede no dividir, como divide Nuestro Señor: «¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división» (Lc 12, 51).

No creo que haya nada censurable en sugerir que hay que olvidar el Vaticano II: sus fautores supieron ejercer, con total desenvoltura, esa damnatio memoriae no sólo con un Concilio, sino con todos, llegando a afirmar que el suyo era el primero de una nueva iglesia, y que a partir de su concilio se acababa la vieja religión y la misa antigua. Usted me dirá que estas son las posiciones de los extremistas y que la virtud está en el centro, es decir, entre los que consideran que el Vaticano II es sólo el último de una serie ininterrumpida de eventos en los que habla el Espíritu Santo por boca del Magisterio único e infalible. Si así fuera, se debería explicar por qué la Iglesia conciliar se concedió a sí misma una nueva liturgia y un nuevo calendario y, en consecuencia, una nueva doctrina -«nova lex orandi, nova lex credendi«-, distanciándose con desdén de su pasado.

La idea de arrinconar el Concilio escandaliza también a los que, como usted, reconocen la crisis de los últimos años, pero se obstinan en no querer reconocer el vínculo de causalidad entre el Vaticano II y sus efectos lógicos e inevitables. Usted escribe: «Atención: no una mala interpretación del Concilio, sino el Concilio en cuanto tal, todo en bloque». Le pregunto: ¿cuál sería la interpretación correcta del Concilio? ¿La que da usted o la que daban -mientras escribían sus decretos y declaraciones- sus activísimos artífices? ¿O tal vez la que da el episcopado alemán? ¿O la de los teólogos que enseñan en las universidades pontificas y que vemos publicadas en los periódicos católicos de mayor difusión del mundo? ¿O la de Joseph Ratzinger? ¿O la de mons. Schneider? ¿O la de Bergoglio? Bastaría esto para comprender cuánto daño ha causado el hecho de haber adoptado deliberadamente un lenguaje tan confuso a fin de legitimar interpretaciones opuestas y contrarias, sobre cuya base ha surgido la famosa primavera conciliar. Esta es la razón por la que no dudo en decir que habría que olvidarse de esta asamblea «en cuanto tal y en bloque», y reivindico mi derecho a afirmarlo sin, por este motivo, ser acusado del delito de cisma por haber atentado a la unidad de la Iglesia. La unidad de la Iglesia es inseparable de la Caridad y la Verdad; y donde reina, o incluso sólo serpentea, el error, no puede haber Caridad.

La hermosa fábula de la hermenéutica -aun cuando autorizada por su Autor-, sigue siendo sin embargo un intento de querer dar dignidad de Concilio a una verdadera emboscada contra la Iglesia, para no desacreditar a los pontífices que quisieron, impusieron y volvieron a proponer dicho Concilio. Tanto es así que estos mismos pontífices, uno tras otro, han sido elevados a los honores de los altares por haber sido los «papas del Concilio».

Me permito citar una frase del artículo que doña Maria Guarini, en reacción a su artículo de Settimo Cielo, publicó el 29 de junio en Chiesa e postconcilio, titulado: «Mons. Viganò  no está al borde del cisma. Todo está saliendo a la luz»: «Es precisamente de aquí, y por esto corre el riesgo de continuar -sin resultados (hasta ahora, salvo el debate lanzado por mons. Viganò)- el diálogo entre sordos, porque los interlocutores utilizan pautas de interpretación de la realidad distintas: el Vaticano II, al cambiar el lenguaje, también ha cambiado los parámetros de enfoque de la realidad. Y sucede que se habla de la misma cosa pero dando significados distintos. Además, la característica principal de los jerarcas actuales es el uso de afirmaciones apodícticas, sin tomarse nunca la molestia de demostrarlas, o lo hacen con demostraciones incompletas y sofistas. Pero tampoco necesitan demostraciones, porque el nuevo enfoque y el nuevo lenguaje han subvertido todo ab origine. Y todo lo que no es demostrado en relación a la pastoralidad anómala carente de principios teológicos definidos es, precisamente, lo que elimina la materia prima del hecho de debatir. Es el avance del fluido cambiante e informe que todo lo disuelve, en lugar del constructo claro, inequívoco, definitorio y verdadero: la firmeza incandescente y perenne del dogma contra los líquidos pútridos y las arenas movedizas del neomagisterio transeúnte».

Es mi deseo que el tono de su artículo no haya estado dictado por el simple hecho de haberme atrevido a abrir de nuevo el debate sobre ese Concilio que muchos, demasiados en la plantilla eclesial, consideran un «unicum» en la historia de la Iglesia, casi un ídolo intocable.

Le aseguro que, a diferencia de muchos obispos, como los del «camino sinodal alemán», que han ido mucho más allá del cisma -promoviendo y pretendiendo descaradamente imponer a la Iglesia universal ideologías y prácticas aberrantes-, no es mi intención en absoluto separarme de la Madre Iglesia, por la exaltación de la cual renuevo, cada día, la ofrenda de mi vida.

 

“Deus refugium nostrum et virtus,

populum ad Te clamantem propitius respice;

Et intercedente Gloriosa et Immaculata Virgine Dei Genitrice Maria,

cum Beato Ioseph, ejus Sponso,

ac Beatis Apostolis Tuis, Petro et Paulo, et omnibus Sanctis,

quas pro conversione peccatorum,

pro libertate et exaltatione Sanctae Matris Ecclesiae,

preces effundimus, misericors et benignus exaudi”.

 

Reciba, estimado Sandro, mi saludo y bendición con el deseo de todo bien, en Jesucristo.

Carlo Maria Viganò

3 de julio de 2020

San Ireneo, obispo y mártir

 

Publicado por Sandro Magister en Settimo Cielo.

Traducción de Verbum Caro para InfoVaticana.

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Comentarios
113 comentarios en “Viganò: «No creo que haya nada censurable en sugerir que hay que olvidar el Vaticano II»
  1. Viganó tiene razón al hablar de «La crisis que aflige a la Iglesia desde el Concilio Vaticano II que la ha llevado a su devastacion».
    El problema es que ese concilio, que por cierto no fue dogmático sino sólo pastoral, lo aprovechan muchos como un punto de arranque de una nueva concepción de Iglesia, lo que el reputado teólogo Brunero Gherardini define como «vulgata postconciliar». Y es el Vaticano II el que con muchas de sus afirmaciones da pie a ello.

    1. No había ninguna necesidad: el pueblo católico, multitudinario y fervoroso en los años 50 y 60, no pedía ni quería aquellos extraños giros en la liturgia y en la fe de la Iglesia. Es algo que se percibe nítidamente, por ejemplo, con una simple lectura del tempranero «Breve examen crítico» de los cardenales Ottaviani y Bacci. Fue una violación espiritual masiva por parte de la camarilla eclesiástica en el poder, que tuvo el torpe eco inmediato del vaciado de seminarios y conventos hasta hoy.

  2. Viganó no está al borde del cisma. Pues sus palabras sirven a la verdad y a la unidad de la Igesia. Los que están en posiciones cismáticas son los que, amparándose en el Vaticano II, cambian la doctrina y la práxis de la Iglesia.

    1. Así es, sacerdote católico. Yo soy solo una católica de a pie y no tengo demasiados conocimientos de teología, pero viví los tiempos del Concilio y lo seguí, y estoy de acuerdo con usted.

      1. Suscribo las palabras de sacerdote católico..

        También pienso ?, en mi humilde opinión, que Benedicto CVI Lucho.por frenar las enormes y gravísimas consecuencias que se evidenciaban del CVII, ; pudo equivocarse en en .sobreestimar esta posibilidad, aunque su mente cabal advirtiera esta realidad peligrosa de la Iglesia.
        BXVI, lo intentó ; otros no.lo.advirtieron, no lo quisieron frenar o simplemente estaba en su intención malvada no hacerlo.

        La realidad INSOPORTABLE s la que ha llegado la Iglesia ha provocado estas declaraciones de VIGANÓ, a las que en absoluto les falta razón.
        Y es.que, si saber Teología y con el » se n s u s fidei» de todo católico formado y de buena voluntad Y con sentido común, se llega a la cinclusion de.Viganó . Y apoyando firmemente a Benedicto.XVI..

  3. Pues si no está conforme con el Vaticano II, que haga lo que hacen las sectas protestantes, salir de la Iglesia y fundar una nueva. El Concilio, le guste o no le guste, es magisterio de la Iglesia. Si le parece que es opinable, la doctrina de un concilio, cualquiera puede afirmar a partir de ahora, que ninguna encíclica es magisterio, por no añadir nada nuevo a la doctrina de la Iglesia

    1. El Vaticano II se quiso pastoral en un sentido distinto a todos los concilios anteriores ya que, en lugar de definir verdades y condenar errores, lo consideró innecesario y prefirió explicar la doctrina católica, pretendidamente sin alterarla, pero “poniéndola en conformidad con los métodos de la investigación y con la expresión literaria que exigen los métodos actuales” (Gaudet Mater Ecclesia, discurso pronunciado por Juan XXIII el 11 de octubre de 1962 en la inauguración del Vaticano II). Su autoridad magisterial es comparable a la de un conjunto de sermones de los años 60 del pasado siglo. Fue un intento pastoral, bienintencionado o alevoso, que se ha saldado con un completo fracaso. Nada comparable al magisterio solemne de todos los concilios ecuménicos hasta el Vaticano II exclusive.

      1. Que no sea «Magisterio dogmático» y sea «magisterio pastoral», que es lo que quiso el Concilio, no significa que no sea «Magisterio», si su magisterio es comparable al de los sermones, a partir de ahora se ha acabado todo magisterio en la Iglesia que no sea el de los concilios «dogmáticos».

        1. La Iglesia vivió siempre sin ese tramposo magisterio pastoral, que enseña sin querer hacerlo con autoridad. La Iglesia supo siempre definir verdades y condenar errores con autoridad infalible e irreformable, conforme al magisterio solemne y el ordinario universal. Y gobernarse con disciplina y cánones. Todo ello sin necesidad de un magisterio pastoral, novedad inventada por el Vaticano II cuyos frutos desastrosos están bien a la vista.

    2. No es Viganó el que tiene que salirse ni fundar nada. La única Iglesia verdadera es la que fundó Cristo, y que subsiste en la Iglesia Católica. Si alguien se quiere ir que sean los cismáticos que son los que quieren una nueva iglesia.
      Nosotros hemos de quedarnos, y desde dentro, refutar los errores vengan de donde vengan. Da igual si vienen de sinodos, encíclicas o de donde sea. Nosotros hemos de predicar la verdad y corregir por caridad a la jerarquía que se equivoque.

      1. Déjate del biperino subsiste y vete a lo que la Iglesia ha dicho siempre: la Iglesia de Cristo ES Es ES ES ES la iglesia católica. Subsistir me recuerda a un pato que va sacando la cabeza como puede.

        1. Estoy de acuerdo en que la Iglesia de Cristo ES la Iglesia Católica. Es lo que he explicado antes. El verbo «subsistir» no niega esta verdad. «Subsistir» viene del latín «subsistere» y la RAE lo define como: «Permanecer, durar o conservarse», luego me parece correcto utilizarlo en este caso.
          La Iglesia Católica es la única verdadera. Es la única que fundó Cristo. Es la que nos salva. Todas las demás religiones son falsas.

          1. Pero es que la Iglesia de Cristo no permqnece en la Iglesia Católica, porque ni hay ni habrá dos iglesias donde una permanece en la otra. Es como si Dios creó un Óscar que permanece en mi, menuda sibilina trampa con gato encerrado, porque en el CV2 no hay rareza casual sino a propósito.
            Entonces santo sacerdote católico, mimemos q las pobres ovejas sin trampas y con la claridad que se le da a un hijo: como mis padres jamás me dijeron que Dios creó a Óscar que subsiste en mi, tampoco Cristo diría jamás que su Iglesia permanece en la Iglesia Católica. Anda ya.
            Es tiempo de batalla, no de concesiones ni jueguitos palabreros, para descansar el cielo
            Est

      2. La verdadera Iglesia es la Iglesia Católica. Ya está bien con la broma del «subsistit». Volvamos a la Tradición

    3. ¿No habíamos quedado que era un Concilio pastoral? La pastoral no es dogma. ¿O solo los obispos alemanes pueden sacar sus conclusiones de CVII?

      1. Pero ese pastoralismo enfermizo y misericordítico, sus fautores lo han elevado a rango de dogma, el único dogma, que demuele los verdaderos, porque hay que acabar con la doctrina, pero una pastoral sin doctrina ni es pastoral ni es nada.

        1. Pues entonces estás muy equivocada. El cvii hay que ponerlo en el Índice a hacerle compañia a concilio de Pistoya, juntos estarán felices.

        2. ¿Es que hay dos comentaristas con el mismo nombre «Uno»? Pues vaya lío. No se debería permitir que dos personas empleen el mismo nombre en los comentarios.

    4. UNO, que prosa de magisterio.. El Magisterio es el de Jesús, que es el ÚNICO MAESTRO, y por cierto el único dueño de la viña¡¡¡¡ Todo lo que No venga de ahí, viene de Satán

    5. Concilios ha habido muchos a largo de la historia y algunos han sido rechazados por la ortodoxia total o parcialmente. El CVii también lo puede ser

  4. ¿ A dónde ha llevado el CVII ? A la crisis de la Fe y, en consecuencia, del matrimonio y la natalidad. No hay hijos porque no hay apenas familias católicas, no hay apenas vocaciones sacerdotales, a un sacerdocio en crisis. Al no haber hijos se fomenta el consumismo, que lleva precisamente al inquinamiento del planeta, y el migracionismo salvaje, desarraigador y abaratador de la mano de obra. Estos son los verdaderos frutos del Concilio. No hay otros. Viganó tiene razón. Hay que acabar con el pastoralismo anti doctrina. Hay que recuperar la doctrina, en vez de denigrarla. Hay que recuperar las condenas, de errores y pecados. Hay que volver al anuncio, un anuncio íntegro, sin recortes acomodadores. Hay que recuperar la Fe. Si estamos convencidos, seremos convincentes. Gracias, Viganó.

  5. Nada, sólo que uno es la opinión de un pobre hombre que pasará como un obispo que se dedicó a criticar a sus hermanos y lo otro es un Concilio Ecuménico… Pues como si comparas la opinión de «barra de bar» con la de ilustrados…

    1. Puede ponerle usted todas las mayúsculas que quiera al Concilio Ecuménico Vaticano II, y hasta calificarlo como sacrosanto y admirable. Lo cierto es que sus prolijos documentos no son infalibles ni irreformables, a diferencia de las definiciones y las condenas formuladas por todos los concilios generales o ecuménicos hasta el Vaticano II exclusive. Por voluntad propia, varias veces afirmada por Juan XXIII y Pablo VI, pertenecen a un nuevo género de magisterio meramente pastoral. Y ese ensayo pastoral ha sido un completo fracaso.

      1. Y respecto a sus miles de hermanos en el episcopado, a que usted alude, hay de todo como en botica, pero son mayoría los que han dejado de profesar la fe católica, o quizá no la profesaron nunca. Ahí tiene usted al cardenal Marx y casi la totalidad del episcopado alemán, hermanos, sí, pero no católicos. Ellos sí que han abrazado el cisma y la herejía, aunque tengan los papeles en regla.

  6. Gracias a Infovaticana por recoger la contestación de Viganó a Magister, con tan buena traducción. El CVII, como el Titanic, está tocado y hundido. Por sus frutos los conoceréis. Ya los conocemos: Seminarios vacíos, familias pocas, rotas y sin hijos.

  7. Nací después del CVII y sin haber vivido siquiera la Misa Tridentina soy capaz de darme cuenta de los fallos que tiene la novus ordo, jamás entenderé cómo gente que ha estudiado en los seminarios no se dan cuenta absolutamente de nada. O les lavan la cabeza o algo pasa.
    Lo mismo pasa con la feligresía.
    A estos lo mismo les da coger el Cuerpo de Cristo con las manos, con los pies o con unas tenazas.
    Sólo con ver el amor, el respeto y la reverencia con que se trata a Jesús en la Tridentina, creo que no hace falta mucho estudio para darse cuenta del engaño manifiesto.
    Sólo hacen falta ojos para ver y oídos para oír.
    La sensación que tengo es de que me han estafado y que quieren seguir haciéndolo.

    1. Ayer mismo en el funeral del Covid. Lo más destacado en la retransmisión de TRECE fue la agitación de la intérprete de signos. Pero no ya traduciendo las lecturas y la homilía, que tal vez sería lo lógico, sino todo el canon, las plegarias, las fórmulas de consagración que durante milenios apenas se susurraron… La clerecía de hoy está imbuida de que es imprescindible la traducción simultánea de sus ritos y formularios para participar del sacrificio de Cristo y entender a Dios.

      1. Jajaja, a mi padre, ya muy mayor, le molestaba mucho la intérpreto y no paró de quejarse en toda la retransmisión. La verdad es que sobraba.

    2. En la monumental Historia de la Teología de Evangelista Vilanova dice, sorprendentemente, que el Vaticano II es sólo neotomismo con un barniz de Nueva Teología y que sus ambiguos textos pueden ser interpretados por los teólogos durante décadas.

    3. Mariela, trataré de explicarte en pocas palabras como «gente que ha estudiado en los seminarios no se dan cuenta de nada».
      Lo del Vaticano II fue algo bien pensado y articulado, y hay aspectos que nadie menciona. Antes de los documentos y la liturgia, se cargaron el catecismo. De manera que sacaron nuevos catecismos que poco enseñan de doctrina y se van más a temas superficiales, así, los que llegan a los seminarios, poco o casi nada conocen de doctrina.

    4. Cuando llegan al seminario. Le hablan de que con la filosofía y la teología se le abrirá la mente y van a llegar a un conocimiento supremo, escondido para la mayoría, para los pobres fieles que tienen una fe de niños y que se conforman con el rezo del rosario, ellos, los seminaristas, se van a hacer adultos y a acceder a las verdaderas y únicas verdades de la fe escondida para la mayoría.

    5. Ya ahí, el seminarista que no conoce la doctrina católica abre su mente para recibir la verdad. Y bueno, resulta que le llenan la mente de los venenos de esa teología protestante, modernista y naturalista. El seminarista empieza a entender que la Iglesia, en la práctica, engaña a los fieles con mentiras como adan y eva, los milagros, la virginidad de Nuestra Señor, la Resurrección, etc. Pero, que, por pastoral, no se le pueden decir esas verdades a los fieles, porque los escandalizan y le hacen perder la fe.

    6. Porque este conocimiento escondido (gnosis) es solo para el clero. Y así el futuro sacerdote aprende (porque así se lo enseñan) que en la homilía debe ser pastoralista y enseñar lo que siempre se ha enseñado, `porque no se le pueden decir las «verdades» a los pobres fieles que no tienen la mente dispuesta para conocer «la verdad». Claro, en historia de la Iglesia les enseñan que la Iglesia antes del Vat2 casi que no servía para nada, que la liturgia era tan mala que el sacerdote celebraba de espaldas al pueblo, que se hablaba mucho del infierno, etc, etc

    7. Porque este conocimiento escondido (gnosis) es solo para el clero. Y así el futuro sacerdote aprende (porque así se lo enseñan) que en la homilía debe ser pastoralista y enseñar lo que siempre se ha enseñado, `porque no se le pueden decir las “verdades” a los pobres fieles que no tienen la mente dispuesta para conocer “la verdad”

    8. Estimada Mariela mi historia es similar: naci despues del concilio y desde hace años luego de investigar las fuentes llegue a tener la misma sensacion : me han estafado !!
      Lo bueno es que ahora ya lo se y no voy a permitir NUNCA que lo continuen haciendo.
      Saludos.

      1. Gracias, Ramón. Es lamentable y triste que tenga que ser así la formación de los seminaristas. Algún día verán la verdad.
        Tertium. Admiro su valentía.
        Yo también lucho, pero cuando voy a explicarle al cura que el Cuerpo de Cristo es sagrado y no lo puedo tocar con mis manos, se burla de mí y me dice que tengo la conciencia mal formada. En fin…
        Llegará un día, tristemente, en que nos tomen por locos de remate.
        Ofrezcamos todo este dolor para que el Señor lo aplique como vea mejor.
        Saludos!!

        1. Mariela. Estudié en un Seminario. Por eso sé de lo que hablo. Al seminarista que es devoto o fiel a la doctrina, a ese se le hacen burlas, lo llaman beato, etc. Para el seminarista es importante estar a la moda. Por eso la mayoría asumen esta nueva teología. Ya sacerdotes están llenos de modernismo.

        2. Adicionalmente, la teología modernista es mas cool, el sacerdote moderno es libre, no tiene que orar mucho, es un hombre como los demás, su lenguaje puede ser vulgar, hasta puede ser un cómico. Mientras que el otro sacerdote (el beato) es «rígido» tiene que orar mucho, no es un hombre como los demás, tiene disciplina, respeta la liturgia. Y por supuesto la mayoría elige ser «libre»

        3. Para el sacerdote moderno, «eres escrupulosa», eres «rígida». No se preocupan tanto de lo sagrado «porque el sábado está hecho para el hombre y no el hombre para el sábado». A todo le tienen un pero. Y Dios es un papa abuelo, que todo lo permite por amor, Y Jesús es un hermano, que también, por hermano, todo lo acepta. Al final es la puerta ancha por donde entra la mayoría.

          1. Pues Ramón.
            Ya si me dice que habla por experiencia, es el no va más. Muy triste.
            Esto sólo lo soluciona el mismo Cristo en persona. No hay otra.
            No sé, mientras tanto, cómo sobreviviremos a tanto engaño.
            Con razón Jesús se pregunta en el Evangelio si encontrará fe en la Tierra cuando vuelva.
            Gracias, Ramón.
            Saludos!

  8. ¡Qué grandísima contestación la de Monseñor Viganó! Dios le premie por su valentía al descubrir la podredumbre que trajo el CVII y que ahora padecemos con las conferencias episcopales, sobre todo la de Alemania, que esa si que va a llevar a un verdadero cisma en la Iglesia. Y por si faltara poco el culto idolátrico del Vaticano, Pachamama, ecologismo, inmigración… Gracias Monseñor. Y a Infovaticana por la magistral traducción de la carta.

  9. El Vaticano II se quiso pastoral en un sentido distinto a todos los concilios anteriores ya que, en lugar de definir verdades y condenar errores, lo consideró innecesario y prefirió explicar la doctrina católica, pretendidamente sin alterarla, pero “poniéndola en conformidad con los métodos de la investigación y con la expresión literaria que exigen los métodos actuales” (Gaudet Mater Ecclesia, discurso pronunciado por Juan XXIII el 11 de octubre de 1962 en la inauguración del Vaticano II). Ese intento pastoral, bienintencionado o alevoso, ha resultado un completo fracaso ¡pastoral! Fueron pocos, apenas el arzobispo Marcel Lefebvre y algunos más, los que se dieron cuenta desde los años 1960 y 70, los años de plomo de la revolución conciliar. Después vino el espejismo de la falsa restauración bajo Juan Pablo II y Benedicto XVI, que engañó a la mayoría. Gracias al calamitoso pontificado de Francisco, las vendas están cayendo de los ojos de muchos.

  10. El arzobispo Marcel Lefebvre acostumbraba a recordar que cuando, en el curso de los debates del Vaticano II, él y otros padres conciliares, celosos de la ortodoxia católica, rechazaban el uso de expresiones imprecisas o equívocas y reclamaban respeto por el rigor tradicional en la formulación de la doctrina de la Iglesia, los fautores de la revolución conciliar respondían: “¡No, queridos hermanos en el episcopado, no! Tendrían ustedes razón si éste fuese, como los anteriores, un concilio dogmático, pero se trata ahora de un magisterio pastoral, de un género literario distinto …” Pero, terminada con éxito esa operación de escamoteo de las verdades católicas, enseguida se alegó que aquellos textos imprecisos y equívocos tenían una autoridad superior a la de todo el magisterio precedente, seguía explicando el arzobispo Lefebvre, y que debían tenerse por irreversibles todas las innovaciones y reformas salidas del Vaticano II.

  11. Yo cuando veo una misa tradicional por youtube me siento estafado. En 2 generaciones han dilapidado 2000 años de tradición, lo que recibieron lo han echado a la basura y en su lugar nos han dejado un verdadero solar a las generaciones posteriores. Debemos recuperar lo que nos han robado.

    1. Como dice el obispo Carlos María Viganò: Nos han engañado. Y lo que son las cosas, el Señor se está valiendo de los malos pastores para que las ovejas abramos los ojos y los descubramos.

  12. No se sostiene esa acusación porque Viganó podría seguir viviendo con sueldazo y a cuerpo de rey sino se hubiera movido de su sitio.

  13. El concilio VII, poniendo aquí, la Ley de Dios al servicio del hombre y su circunstancia temporal, insolentemente a menospreciado que lo primero que el hombre no debe olvidar es que Dios existe; que Dios es un ser vital y real; y que a Dios, como principio, medio y fin de nuestro existir hay que amarlo y tenerlo presente constantemente por encima de todo interés mundano propio o ajeno, so pena de verse en condenado en espíritu a la infernal oscuridad del estanque de fuego que es allí; donde ni el gusano muere. ni el fuego que todo lo quema y consume se apaga. (Mc.9,48)

    El concilio del VII no ha tenido en cuenta desde aquellos días de 1968 el planeta Tierra; y aquí sus moradores viven tiempos comprometidos de fin de Tiempo. Y que lo primero y principal que estos deben de tener en cuenta es la conversión y la penitencia que a Dios , incontestablemente, se le debe ofrecer.

  14. El unico pecado del tradicionalismo católico es no haber sabido permanecer unido. Las diferencias sobre si los pa pas son o no pa pas o son solo pa pas materiales en realidad es un problema secundario. Todos contra todos mientras que el modernismo extremo y el moderado acordaban repartirse el poder. Pero no os preocupeis, la historia enseña que todo termina como en la Reconquista: los okupas vencidos y los legítimos unidos. Entre Tradición y modernismo no hay nada intermedio ni nada a medias, tendrán que elegir. Viganó ya ha elegido el bando vencedor. Ya veremos de quién es la silla de Pedro.

  15. El unico pecado del tradicio nalismo católico es no haber sabido permanecer unido. Las diferencias sobre si los pa pas son o no pa pas o son solo pa pas materiales en realidad es un problema secundario. Todos contra todos mientras que el modern ismo extremo y el moderado acordaban repartirse el poder. Pero no os preocupeis, la historia enseña que todo termina como en la Re conquista: los ok upas vencidos y los legítimos unidos. Entre Tradición y moder nismo no hay nada intermedio ni nada a medias, tendrán que elegir. Viganó ya ha elegido el bando vencedor. Ya veremos de qué lado queda la silla de Pedro.

  16. Por lo visto, y lo viví, el CVII era una bomba de relojería. Hace tiempo que explotó y sigue haciéndolo, pero sus fautores están llegando uno a uno al juicio de Dios. A las nuevas generaciones les importará muy poco, pasarán página si no la han pasado ya y volverán a muchos elementos antiguos. Una religión sin credo, sin moral y sin liturgia importa un comino. Sólo con Cáritas no se tapa el estropicio.

  17. Lo dijo Maritain en El campesino del Garona: el Concilio trajo un cristianismo de «perro reventado». Sin dulzura, sin consuelos divinos…

  18. Le pregunto: ¿cuál sería la interpretación correcta del Concilio? ¿La que da usted o la que daban -mientras escribían sus decretos y declaraciones- sus activísimos artífices? ¿O tal vez la que da el episcopado alemán? ¿O la de los teólogos que enseñan en las universidades pontificas y que vemos publicadas en los periódicos católicos de mayor difusión del mundo? ¿O la de Joseph Ratzinger? ¿O la de mons. Schneider? ¿O la de Bergoglio? Bastaría esto para comprender cuánto daño ha causado el hecho de haber adoptado deliberadamente un lenguaje tan confuso a fin de legitimar interpretaciones opuestas y contrarias, sobre cuya base ha surgido la famosa primavera conciliar.

  19. Le pregunto: ¿cuál sería la interpretación correcta del Concilio? ¿La que da usted o la que daban -mientras escribían sus decretos y declaraciones- sus activísimos artífices? ¿O tal vez la que da el episcopado alemán? ¿O la de los teólogos que enseñan en las universidades pontificas y que vemos publicadas en los periódicos católicos de mayor difusión del mundo? ¿O la de Joseph Ratzinger? ¿O la de mons. Schneider? ¿O la de Berg ? Bastaría esto para comprender cuánto daño ha causado el hecho de haber adoptado deliberadamente un lenguaje tan confuso a fin de legitimar interpretaciones opuestas y contrarias, sobre cuya base ha surgido la famosa primavera conciliar.

    1. Esta es la razón por la que no dudo en decir que habría que olvidarse de esta asamblea «en cuanto tal y en bloque», y reivindico mi derecho a afirmarlo sin, por este motivo, ser acusado del delito de cis ma por haber atentado a la unidad de la Iglesia. La unidad de la Iglesia es inseparable de la Caridad y la Verdad; y donde reina, o incluso sólo serpentea, el error, no puede haber Caridad.

      Gracias, Viganó, una vez más.

  20. Tampoco hay nada censurable en ignorar las demencialidades que va soltando Viganó. Deberían suspenderle «a divinis». Claro que haría el mismo caso que hizo el cismático Lefebvre.

    1. A los pa pas que demuestran ser mas o menos cis maticos con respecto a la iglesia y su sagrada tradicion, no hay que obedecerlos mucho, pues puede que sean anti pa pas. Esto ha pasado toda la vida de Dios. Las idas de olla que decia o hacía el pa pa Liberio o el pa pa Honorio, no habia que obedecerlas ni escucharlas, y gracias a eso, hay hoy Iglesia. La fe catolica no consiste en el pa pa, consiste en lo q ha sido siempre, y el pa pa debe obediencia a eso.

  21. El concilio Vaticano II ha cambiado la reverencia por el Señor por la no reverencia, por apartar al Señor del centro de la Iglesia, por no dar a conocer a Dios trinitario como único verdadero, por no enseñar a participar en el Santo Sacrificio de la misa. Quien piense que todo eso está bien es que tiene mucho de sí mismo y de mundo y no ama a la Iglesia de Cristo. Quien ama a Dios y a Su Iglesia no puede estar de acuerdo con esos cambios. Y la Iglesia debe ser humilde y no soberbia y admitir los errores y pedir perdón a Dios y servirle y adorarle en cuerpo y espíritu.

  22. Dice Pío XII:

    «Ni puede afirmarse que las enseñanzas de las encíclicas no exijan de por sí nuestro asentimiento, pretextando que los Romanos Pontífices no ejercen en ellas la suprema majestad de su Magisterio.
    Pues son enseñanzas del Magisterio ordinario, para las cuales valen también aquellas palabras: El que a vosotros oye, a mí me oye[3]; y la mayor parte de las veces, lo que se propone e inculca en las Encíclicas pertenece ya —por otras razones— al patrimonio de la doctrina católica.»

    (Pío XII, Encíclica Humani Generis, punto N° 14)

    Código Derecho Canónico, canon 752:

    «Se ha de prestar un asentimiento religioso del entendimiento y de la voluntad, sin que llegue a ser de fe, a la doctrina que el Sumo Pontífice o el Colegio de los Obispos, en el ejercicio de su magisterio auténtico, enseñan acerca de la fe y de las costumbres, aunque no sea su intención proclamarla con un acto decisorio; por tanto, los fieles cuiden de evitar todo lo que no sea congruente con la misma.»

    1. «Y la mayor parte de las veces, lo que se propone e inculca en las Encíclicas pertenece ya -por otras razones- al patrimonio de la doctrina católica.» Así era hasta los tiempos de Pío XII inclusive, cuando el magisterio meramente auténtico repetía la doctrina católica o la desarrollaba siempre en el mismo sentido, haciéndola cada vez más clara y precisa, pero sin contradecirla nunca. No es el caso del nuevo magisterio pastoral, que introduce oscuridad y vaguedad (la Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia católica) donde antes había claridad y precisión (la Iglesia de Cristo es la Iglesia católica), y contradice (por ejemplo con la afirmación de la libertad religiosa como un derecho natural) las enseñanzas del magisterio precedente (sobre los deberes del Estado católico para con la Iglesia y la eventual tolerancia para con las falsas religiones del mundo).

  23. «…la crisis que aflige a la Iglesia desde el Concilio Vaticano II, que la ha llevado a su devastación.»
    La primera, en la frente: ¡Por Dios! Hay que ser muy cerrado a lo sobrenatural para desconocer la inmensa riqueza doctrinal del Vat. II. La crisis de la Iglesia es la crisis de los pastores corruptos, anunciada en multitud de ocasiones por los mensajes marianos de los últimos tiempos. Sólo la ignorancia y/o la malicia puede hacer afirmaciones semejantes.

    «No creo que haya nada censurable en sugerir que hay que olvidar el Vaticano II».
    ¿Tendrá fe quien dijo esto? ¿El Espíritu Santo ya no se manifiesta en su Iglesia?

    1. El Espíritu Santo no deja de proteger a la Iglesia. Por eso el Vaticano II no definió verdades ni condenó errores. Pero el Espíritu Santo no impide que la Iglesia sufra crisis y desgracias, como fueron la crisis arriana, el cis ma de Occidente, la rebelión protestante o la más espantosa de todas, la que la Iglesia padece desde el mayor desastre de su historia: el concilio Vaticano II y la hecatombe posconciliar.

  24. Precisamente la renovación litúrgica, quizás el fruto más visible de este nuevo Pentecostés que fue para la Iglesia el Concilio Vaticano II, se hizo para que el pueblo pasara de asistir a participar en el sacrificio eucarístico. Viví el Concilio, lo seguí con mucho interés, siendo apenas un adolescente. Todo postconcilio ha supuesto una crisis. Y con el Vaticano II van 21. Sólo los fósiles no sufren crisis. Admito que más de cuatro interpretan erróneamente las decisiones y documentos de la magna asamblea. Pero soltar aseveraciones tan descabelladas como las de Viganó me parece igual de contraproducente.
    ¿Qué frustración arrastra ese hombre? ¿Será porque no le han hecho cardenal? ¿Es su orgullo? No olvidemos que el orgullo ha derribado más naciones que la espada. E igual puede derribar a los individuos.

    1. ¡El nuevo Pentecostés! ¡La primavera del posconcilio! Antes los fieles oían misa y no les cabía ninguna duda sobre el carácter sagrado del santo sacrificio del altar. Gracias a la maravillosa revolución litúrgica ¡la primavera del posconcilio! los que todavía van a misa han perdido todo rastro de reverencia y se comportan como en el salón del bingo. Las órdenes y congregaciones religiosas se extinguen, las familias se disuelven, la transmisión de la fe y las costumbres cristianas se interrumpe pero ¡viva el nuevo Pentecostés! ¡que viva la primavera del posconcilio!

  25. La crisis posterior al Concilio Vaticano II es fruto de la corrupción de los pastores, y de la infiltración de la masonería y del marxismo en las estructuras de la Iglesia. Es fruto del pecado de los hombres. La pérdida de vocaciones sacerdotales y religiosas del postconcilio no es fruto de los textos conciliares sino del rechazo de su sabiduría. De la pérdida de la fe y del sentido sobrenatural de los hombres (y mujeres) de iglesia. No le echen la culpa a unos textos inspirados por el Espíritu Santo y que ustedes no parecen haber comprendido.
    Las defecciones sacerdotales y religiosas; los abusos que primero se ocultaron y después se descubrieron; la corrupción económica de las estructuras eclesiales… los abusos en la praxis eucarística… las omisiones en la catequesis y en la predicación de la buena doctrina; todo eso y mucho más, ¿es fruto de unos textos mal elaborados…? ¡qué va, por Dios! El pecado existe ¿saben? Y EL DEMONIO TAMBIÉN.

    1. Está claro que por mucho que digas si los frutos son malos es porque el árbol es malo. Si fuese tan estupendo los frutos habrían sido estupendos. Muchos del bando del enemigo infiltrados entre sacerdotes y obispos. Y ya lo advirtió la Virgen en Garabandal.

      1. La Iglesia es santa y siempre da frutos de santidad, a pesar de estar compuesta por pecadores. Eso es parte de su Misterio.
        Los frutos malos no son de la Iglesia ni del Concilio: son personales, de cada uno; son fruto de los pecados personales de cada uno, como efectivamente, la Virgen lo advirtió en Garabandal, en Ámsterdam y en muchas otras apariciones y advertencias que ha hecho a lo largo de los años.

        1. Claro está, únicamente pecados personales. Ninguna responsabilidad de la jerarquía de la Iglesia. Tanta responsabilidad tienen los papas y los obispos como los más humildes y desconocidos de los fieles. ¿El Vaticano II? Completamente inimputable, la culpa fue de los Beatles, de la minifalda y de la llegada del hombre a la luna. ¡Vamos hombre! Quítese las gafas de madera y abra los ojos a la realidad.

          1. Cuando hablo de los pecados personales no excluyo a los de «cardenales, obispos y sacerdotes», que la Virgen denunció en Garabandal (y en otros lugares), como ya dije antes. Este mensaje, como otros, no fue atendido, y así nos va. Y efectivamente, el legado del Concilio Vaticano II sólo es ininteligible para quienes, por su mala voluntad, no pueden ni saben apreciarlo. Y son muchíiiisimos… tú, uno de ellos, al parecer.

    2. Claro está, el concilio Vaticano II es perfectamente inimputable. No es causa ni concausa de nada de lo que ocurrió a continuación del mismo. Ni de la destrucción de la liturgia, ni del hundimiento de la vida religiosa, ni de la disolución de las familias, ni de la secularización de los últimos Estados que se proclamaban católicos. No tiene culpa de nada. La culpa fue de los Beatles, de la minifalda y de la llegada del hombre a la luna.

      1. Y patética la negación de la realidad. Deje usted de endosarle al Espíritu Santo las culpas de los hombres de Iglesia, incluidas las del concilio Vaticano II y las reformas salidas del mismo, el mayor desastre en la historia de la Iglesia.

        1. Tomás de Aquino enseña que «lo que se recibe, se recibe al modo del recipiente». Si en un recipiente tienes hiel, o vinagre, aunque le eches el mejor de los licores, se tornará imbebible. Eso le pasa a usted: cuando saques la hiel que tienes en tu corazón, quizás empieces a valorar mejor la obra del Espíritu en la Iglesia. Pero mientras sigas con la histeria de que todo se hizo mal… te amargarás la vida, ofenderás al Señor y no edificarás la Iglesia de Jesucristo.

    3. Uri,comparto sus comentarios totalmente,no es el Concilio Vaticano II, lo que falla,si no el pecado de los hombres,que hace que seamos duros de cerviz.

  26. Considero importante que quede clara mi postura actual para que nadie se lleve a engaño.
    Hoy me han vuelto a pedir que dé una definición de neocón. O sea, de neoconservador. O sea, de lo que fui hasta hace un par de años. Y he empezado diciendo que cabría desechar el término «neocón» y hablar directamente de conservadores. O sea, un neoconservador es un conservador sin más.
    ¿Y qué es un conservador?
    Desde 1789 es aquel liberal que conserva algunos de los cambios operados por los liberales revolucionarios y rechaza otros, aunque al final acabará por aceptarlos también.
    A nivel eclesial, es aquel que acepta los cambios operados por el CVII reconocidos por los papas posconciliares hasta Benedicto XVI y rechazan los que promovían, y promueven, los revolucionarios con Francisco, aunque probablemente acabará aceptándolos también.

  27. Los conservadores a nivel eclesial se dividen actualmente en tres:
    – Los que aceptan sin más los cambios operados por Francisco en materia de moral sexual (Amoris Laeitita), pena de muerte, etc.
    – Los que pretenden que esos cambios pueden ser interpretados conforme a la Tradición.
    – Los que no aceptan esos cambios.
    No pocos de los que forman el grupo tercero están dejando de ser conservadores para pasar a a ser tradicionalistas. No son mayoría los que así obran en ese grupo, pero cada vez son más.
    A eso añado que lo que separa a los tradicionalistas de los conservadores es esencialmente mucho más que lo que separa a los conservadores de los progresistas..
    O, en otras palabras, es mucho más lo que separa al católico tradicionalista de los papas postconciliares conservadores Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI, que lo que separa a esos Papas del Papa Francisco revolucionario/modernista.

  28. Muy buena prosa. Vigano piensa bien y dice bien. Nada es desperdiciable. Un hombre providente. Hay que orar mucho por él. Cada día le será más difícil decir la verdad.

    1. Al revés, porque la Verdad compromete hasta el final. Está dispuesto al martirio. Ya es un mártir en vida. Quizás el único.

  29. También digo que la gran «batalla» no va a ser entre conservadores y progres, sino entre tradicionalistas y conservadores.
    Y, por ir acabando, afirmo que los Papas conservadores han demostrado que su enemigo era el tradicionalismo no nombrando obispos tradicionalistas y, sin embargo, nombrando multitud de obispos progres/modernistas.
    Hoy apenas hay obispos tradicionalistas. 50 años de liberalismo conservador han acabado prácticamente con todo rastro de ellos. Sin embargo, con los revolucionarios no solo no acabaron, sino que ahí están hoy al frente de los mandos.
    Esa es la Iglesia que nos dejaron en legado Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI.

    Luis Fernando, en la línea Viganó, en la línea Belzunegui, como vengo sosteniendo.

  30. Me temo que mañana toca un nuevo palo a Viganó por parte de la nueva Infovaticana, tan moderadita, tan conservadora, tan conservaduros.

  31. Dice Pío XII:

    «Ni puede afirmarse que las enseñanzas de las encíclicas no exijan de por sí nuestro asentimiento, pretextando que los Romanos Pontífices no ejercen en ellas la suprema majestad de su Magisterio.
    Pues son enseñanzas del Magisterio ordinario, para las cuales valen también aquellas palabras: El que a vosotros oye, a mí me oye[3]; y la mayor parte de las veces, lo que se propone e inculca en las Encíclicas pertenece ya —por otras razones— al patrimonio de la doctrina católica.»

    (Pío XII, Encíclica Humani Generis, punto N° 14)

    Código de Derecho Canónico, canon 752 :
    «Se ha de prestar un asentimiento religioso del entendimiento y de la voluntad, sin que llegue a ser de fe, a la doctrina que el Sumo Pontífice o el Colegio de los Obispos, en el ejercicio de su magisterio auténtico, enseñan acerca de la fe y de las costumbres, aunque no sea su intención proclamarla con un acto decisorio; por tanto, los fieles cuiden de evitar todo lo que no sea congruente con la misma.»

  32. Francisco y el Concilio Vaticano II ya no sirven para nada frente a los retos del actual siglo XXI referentes a la vida, familia y educación de los hijos.

  33. Señala Viganó que el CVII debería ser dejado de lado en su artículo a Sandro Magister como un primer paso en buscar nuevas soluciones al problema actual crisis de la Iglesia pero no es suficiente porque el CVII ha generado EN PARTE un seudo magisterio y pastoral erróneos.
    Con el olvido no es suficiente es necesario restaurar la fe siguiendo las pautas de los santos y obispos que actuaron después de Trento, Viganó y otros, COMO IGLESIA y no sólo como doctores privados.
    El CVII ha generado deformaciones en el magisterio ordinario y en la pastoral pos conciliar, es obligatorio establecer los errores o ambigüedades del CVII, declarar anatemas y proponer la fe de siempre, por ejemplo, en el documento sobre la libertad religiosa ejercida de mala fe no hay derecho natural sino tolerancia, sobre el Estado no se puede enseñar el indiferentismo religioso, y la única religión verdadera y la única Iglesia que salva es la católica, exponer verdades claras de fe y confesar las mismas en comunidad.

  34. Culpar al Vaticano II de los problemas del siglo XX y XXI es más que miope. La posmodernidad se habría llevado por delante con VATICANO II o sin él todo lo que añoran del pasado.
    Pensar que el mundo sería más respetuoso de la Familia, La vida, los mandamientos, etc sin Concilio Vaticano II es ver la fiebre en las sabanas. El conservadurismo no aclara nada de la realidad actual y sólo permite una protección de un gueto ultracatólico.

    1. Entonces la Iglesia fue un gueto ultracatólico hasta que el cvii nos liberó?. Pues entonces al índice con él, pues da a entender la refundación de la iglesia en un nuevo pentecostés que Dios no ha revelado en ningún momento. Si hay dos pentecostés, hay dos iglesias: los que nos quedamos en el pentecostes de la Biblia y los que se han inventado otro.

  35. Por supuesto que el mundo moderno habría seguido su deriva diabólica aunque el Vaticano II no se hubiera celebrado. Pero lo que los católicos reprochamos a ese concilio y a todas las reformas salidas del mismo es que se inspiraran en un espíritu de apertura y rendición a ese mundo moderno. ¡Abrir las ventanas al mundo! cuentan que dijo Juan XXIII, mientras abría él mismo la ventana de su despacho, a un visitante que le preguntaba por el significado del concilio. Y bien que se abrieron, y entraron en la Iglesia los errores y males de una civilización anticristiana. Era imposible adoptar el espíritu moderno, nacido de la rebelión contra la religión y la cristiandad, sin caer en la hecatombe posconciliar que todavía hoy sufrimos.

  36. Gloria a Dios, y Hurra por Viganò. Sencillo, sensato, claro, con la Verdad por delante. Y con argumentos.

    Lo ha dicho él todo. Yo no tengo nada que añadir, salvo que con lo expuesto por él, Schneider, De Mattei, y ayer por el profesor Kwasniewski se va aclarando todo.

    A rezar por los buenos frutos de este debate.

  37. Dos veces mandé un comentario citando lo que dice Pío XII de la obligatoriedad del magisterio ordinario y lo que dice al respecto el código de derecho canónico (canon 752) y no lo publicaron (si publicaron otros comentarios hechos después). No había nada ofensivo ni para la fe ni para las personas en esos comentarios.

  38. Dice Pío XII:

    “Ni puede afirmarse que las enseñanzas de las encíclicas no exijan de por sí nuestro asentimiento, pretextando que los Romanos Pontífices no ejercen en ellas la suprema majestad de su Magisterio.
    Pues son enseñanzas del Magisterio ordinario, para las cuales valen también aquellas palabras: El que a vosotros oye, a mí me oye[3]; y la mayor parte de las veces, lo que se propone e inculca en las Encíclicas pertenece ya —por otras razones— al patrimonio de la doctrina católica.”

    (Pío XII, Encíclica Humani Generis, punto N° 14)

    Código de Derecho Canónico, canon 752 :
    “Se ha de prestar un asentimiento religioso del entendimiento y de la voluntad, sin que llegue a ser de fe, a la doctrina que el Sumo Pontífice o el Colegio de los Obispos, en el ejercicio de su magisterio auténtico, enseñan acerca de la fe y de las costumbres, aunque no sea su intención proclamarla con un acto decisorio; por tanto, los fieles cuiden de evitar todo lo que no sea congruente con la misma.”

  39. He visitado varios portales de información religiosa, a ver qué eco hallaban en ellos las excéntricas declaraciones del nuncio en USA emérito y veo que sólo infovaticana les da pábulo. ¿De qué se alimenta este portal? ¿Tiene de veras como misión fomentar el verdadero catolicismo?

  40. Muy bien, salvo este párrafo:

    Me permito recordarle que, si fuera el caso, las posturas de reinterpretación crítica moderada del Concilio en sentido tradicional por parte de Benedicto XVI forman parte de un loable pasado reciente, mientras que en los formidables años setenta la posición del entonces teólogo Joseph Ratzinger era muy distinta.

    —-

    ¡Qué cosas!
    ¿No le parecen suficientemente recientes los discursos de BXVI a la Curia en sus dos primeros años de pontificado?
    Porque en ellos dice que el CVII asume los principios de la Ilustración y del estado moderno sobre los derechos humanos y la libertad religiosa.

  41. Juan 23,juan Pablo 1,Juan Pablo2.Benedicto 16,Sarah,Aguer,Iraburu,Meinveille,Sacheri,Santiago Martin………..infinitos mas catolicos dinamicos,con la frecura que da la inteligencia y la caridad,obviamente con defectos,no son cubos,son personas¡¡¡yo confio en sus criterios,sus argumentos al respecto me cierran¡¡¡me olvidaba de Munilla,.busquen videitos en donde dan argumentos,nada enroscados y muy convincentes.Ratzinger fue siempre obediente.tiene el corazon mas tierno,la inteligencia mas brillante y la obediencia de un niño.hoy y antes.(para Luis Fernando esto ultimo)

    1. Mercedes, Benedicto XVI dijo lo que dijo. Se lo repito:
      El CVII asumió los principios de la Ilustración y del estado moderno sobre los derechos humanos y la libertad religiosa.

      Si usted cree que eso es compatible con la enseñanza de la totalidad de los Papas anteriores al concilio, pues entonces es de las personas que creen que el principio de no contradicción no existe.

      Ya que menciona a Meinville, otro que intentó salvar lo insalvable con toda la mejor intención del mundo, en su opúsculo sobre el tema, escribió:

      Es claro también que la interpretación auténtica de la Declaración conciliar ha de darla el magisterio de la Cátedra romana, al cual debemos todos los cristianos acatamiento pleno.

      Claro, eso lo escribió antes de que Juan Pablo II y Benedicto XVI dieran la «interpretación» auténtica. Lástima que la misma choca de frente contra todo aquello que el buen sacerdote argentino quiso hacer para salvar ese texto conciliar.

  42. En sus momentos Razingert dijo que Gaudium Spes era un anty-Sylabus, si es un anti-sylabus, es decir, va en contra del Sylabus. Eso es suficiente razón para afirmar que el Vaticano2 rompe con la tradición. Y ojo, lo dijo el mismo Razingert. Razón tiene Monseñor Viganó a decir que lo de la hermnéutica de la continuidad es reciente, porque antes no pensaba así. Razinger pudo haber cambiado su interpretación del Vat2, pero los documentos son los mismos, entonces, ¿cómo es posible que un mismo documento haya sido interpretado de maneras opuestas por la misma persona?

  43. Belzunegui me ha gustado mucho su comentario sobre lo que es quien se define como conservador, un individuo que acabará tragando con todas las tesis progres, en relación al Tradicionalista. Es exactamente lo que ha pasado en la política nacional con nuestra gran partido conservador, luego liberal, luego centro-reformista y luego Sorayil-Marotil-Feijoocil, es decir, socialdemócrata y, así, odiador primero de los «rígidos» que se sitúan a su Derecha.

  44. Debemos volver a la Fe que constituyó nuestros orígenes, que no son otros que la fidelidad a los Evangelios por los que se nos transmitióila Palabra de Jesús, única verdadera sustancia de la doctrina de la Iglesia.

  45. El próximo domingo leeremos la parábola del sembrador. Sobre la buena semilla sembrada por el Concilio Vaticano II, Viganó siembra cizaña.

      1. Mercedes, en este post cito de los dos discursos de Benedicto XVI a la Curia en las navidades de los años 2005 y 2006:

        https://exsurgedominesite.wordpress.com/2020/06/30/vigano-el-cismatico/

        Incluyo enlace a los textos de la web del Vaticano.

        Pretender que puede haber continuidad entre la condena unánime y constante de la libertad religiosa por parte del magisterio pontificio posterior a la Ilustración y asumir abiertamente la doctrina ilustrada al respecto, es tomar el pelo a la gente y mandar a freír espárragos el principio de no contradicción.

  46. ¿Qué quiere decir «olvidar» un Concilio Ecuménico? Eso es justo lo que no se puede hacer. En todo caso, la Iglesia tiene que pronunciarse sobre los temas debatidos a propósito del Concilio Vaticano II y clarificar las ambigüedades. ¿Los tradicionalistas saben lo que quieren? La Iglesia en su conjunto reconoció al Concilio como Ecuménico. ¿Qué proponen que se haga al respecto? «Olvidarlo» no tiene sentido. ¿Declararlo herético? Mons. Viganó debería aclarar si es eso lo que él propone, porque a veces da la impresión de que sí, y otras veces dice que sólo ha «abierto del debate». Más bien, debe decir ante todo si reconoce al Vaticano II como Concilio Ecuménico. Lo otro es distracción. ¿Seguirá creyendo que es la verdadera Iglesia la que reconoció como Ecuménico a un Concilio que supuestamente no lo sería? Y si no lo cree ¿dónde está la Iglesia hoy, entonces? Eso lleva inevitablemente a la «iglesia invisible» del protestantismo.

  47. Cierto. No hay nada censurable en que uno quiera tirarse por un barranco con los ojos vendados. La libertad individual de cada cual es lo más grande!! (sic)

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