Obispo americano: “Ningún sacerdote estará disponible para confesar”

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¿Dónde está la línea entre la prudencia comprensible y la pura negación de los sacramentos a los fieles, con gravísimo riesgo para su salvación? En la diócesis norteamericana de Lubbock, su obispo prohíbe a sus sacerdotes que estén disponibles para confesar, mientras que Blase Cupich, arzobispo de Chicago, hace otro tanto con los bautizos.

“Ningún sacerdote debe estar disponible para confesar”, se lee en la nota emitida por la Diócesis de Lubbock, en Texas, firmada por su obispo, Robert Coerver. “El sitio diocesano en la red dispone de recursos útiles para hacer un Acto de Contricción Perfecta”.

Así que los fieles de Lubbock que estén agonizantes y en pecado mortal, ya saben: o consiguen arrepentirse de sus pecados por amor a Cristo y no solo por temor al infierno, o allá se las compongan. Su pastor se lava las manos y prohíbe a sus sacerdotes auxiliarles en ese momento crucial. Eso sí: Coerver continuará “haciéndose visible” a su rebaño en la catedral, gran consuelo.

Por su parte, ese nuevo ‘hacedor de reyes’ de la jerarquía norteamericana, Blase Cupich, pupilo del defenestrado pedófilo McCarrick y elevado al cardenalato por Su Santidad, ha dispuesto lo mismo para los bautismos. Nada de entrar en la Iglesia y convertirse en hijos adoptivos de Dios. Existe, sí, para cualquier católico, la posibilidad de administrar válidamente bautismos de emergencia cuando exista peligro de muerte y no haya a mano -como es voluntad de Su Eminencia- ningún sacerdote. Pero incluso esto lo ha puesto difícil: todos los bautismos de emergencia deberán contar con la autorización previa del arzobispo.

Todos hemos oído de pastores -especialmente, del clero de a pie- que se están comportando de forma heróica para llevar a los fieles los sacramentos y apoyo espiritual y material. Pero esa especie no abunda entre los obispos, al menos entre los americanos. Otro ‘protegido’ de McCarrick, el arzobispo de Newark, cardenal Joseph Tobin, no solo ha cerrado a cal y canto las puertas de la catedral, sino que se ha ocupado de que haya aparcado a sus puertas un coche patrulla del Condado de Essex, al que pertenece la diócesis. Con pastores así, ¿quién necesita lobos?

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