Ayer, el alcalde de Venecia, Luigi Brugnaro, adornado con la banda tricolor distintivo de su cargo, visitó la Basílica de Nuestra Señora de la Salud en la ciudad y, junto con otras oraciones en las que invocaba la protección de la Santísima Virgen, consagró la ciudad y toda la región del Véneto -restos de lo que fuera la Serenísima República de Venecia- al Inmaculado Corazón de María diciendo: “Consagramos la Ciudad de Venecia y nuestras tierras vénetas a Tu Inmaculado Corazón”.
Vivimos días extraños, en los que los obispos se comportan a menudo como funcionarios, y los políticos recurren a la ayuda del Cielo.
Los obispos italianos se mostraron durísimos en sus ataques contra Matteo Salvini por blandir un rosario en un mitin y pedir para Italia el auxilio de la Virgen. Y en la presente crisis, la CEI no solo ha suspendido las misas públicas en todo el país, sino que en una medida rápidamente rectificada llegó a ordenar el cierre de las iglesias.
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Un aplauso a Brugnaro. Cuando tantos hombres de Iglesia cierran las iglesias, los laicos las abrimos. Ahora es cuando más abiertas deben estar, para que nos podamos acercar de uno en uno.
Excelente su artículo como siempre!!
Es cierto vemos más fe en algunos funcionarios públicos y en parte del pueblo que en el mismisimo clero!!
Impresionante foto: De rodillas ante DIos!!!
Yo nunca le he visto a Bergoglio de rodillas ante el Santísimo. ¿ Porqué será ? Si de verdad cree en la presencia real de Jesucristo en la eucaristía, no lo demuestra, más bien al contrario. Los gestos dicen mucho, a veces todo.
Lo mismo deben de hacer todos los presidentes del cada país del mundo.
Probablemente el Patriarca estará oyendo misa desde el sofá.
¡Ojo! Estamos a favor de suprimir las agrupaciones por asistencia a misa que acrecería el contagio del coronavirus, pero eso en nada justifica a la máxima autoridad religiosa de Venecia a desligarse de su sacerdocio y representación. Un aplauso a ese hombre de fe como se señala el Alcalde.
¡Qué paradoja!. Los políticos italianos enarbolan rosarios y se arrodillan ante el Santísimo mientras los líderes religiosos cierran templos y se abrazan con los enemigos de la fe firmando que, a fin de cuentas, «todas las religiones son queridas por Dios». Lo tiene más claro Brugnaro, que bien podía haber convocado una conferencia interreligiosa en la que no faltasen lamas tibetanos, ayatolás yihadistas, obispesas lesbianas protestantes y brujos animistas de Bambata. Y así, una vez reunidas todas, fijo que con alguna acierta y con alguna es escuchado. Pero Don Luigi sabe lo que ignora el papa, «que no todas son queridas por Dios» y que Jesús no vino a padecer de la forma cruel que sufrió para ser considerado «uno más» entre una pléyade de charlatanes que se inventan una religión. Él se arrodilló ante el Santísimo, llevando su banda tricolor, representando a su ciudad y consagrándola al Inmaculado Corazón de María. Supo a quién dirigirse.
Otro de los pensamientos que me gustaría compartir con mis tres lectores habituales es lo mucho que me recuerda este caso, el alcalde de Venecia arrodillado y consagrando a su ciudad al Inmaculado Corazón de María, con el de la Asamblea Nacional Francesa, tan republicana y masona ella, cuando aprobó en 1873 una ley que declaraba de utilidad pública la construcción de la Basílica del Sacré Coeur en Montmartre. En recio castellano, «Todos nos acordamos de santa Bárbara cuando truena». Nuestro mismo presidente, en su discurso a la nación, utilizó por primera vez la palabra «compatriotas» y no la habitual de los progres «ciudadanos y ciudadanas», es más, dijo varias veces la palabra «España» y no la habitual coletilla progre de «este país». Son unos tímidos pasos, pero cuando le veamos mentar a Dios es que la cosa está castaño oscuro. Y si vemos arrodillado al coletas ante el altar mayor de la basílica del Valle de los Caidos, buscad un confesor urgentemente.
«pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia» Rom 5, 20