Al comienzo de la misa de hoy en Santa Marta, el Papa ha tenido un recuerdo para los afectados por la crisis del coronavirus que asola Italia, pero especialmente por los gobernantes, que tienen que tomar medidas desagradables, “pero por nuestro propio bien”.
Vuelve a rezar Su Santidad en la misa de esta mañana por los enfermos por el coronavirus, y añade: “por los padres con niños en casa, pero especialmente por los gobernantes. Tienen que tomar decisiones, muchas veces no nos gustan esas decisiones, pero son por nuestro propio bien”. O no, ¿no?
El comentario del Santo Padre hubiera sonado más extraño en la misa de ayer, ya que en la Lectura del Evangelio, que narra el episodio de los hijos de Zebedeo, donde Jesús dice: “Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen”. Casa mal con las bienintencionadas pero un tanto ingenuas palabras del Pontífice.
Es un rasgo común que hemos observado en algunos de los mensajes más obsesivamente repetidos por Francisco que, al no tratarse de cuestiones magisteriales, podemos cuestionar como él mismo nos pidió al principio de su pontificado: me refiero a ese olvido continuo de las consecuencias prácticas y evidentes del Pecado Original.
La Doctrina del Pecado Original presupone que el ser humano, por su naturaleza caída, tiene una tendencia natural al mal, igual que la tiene al bien. Por eso existen leyes, tribunales, instituciones, contratos y Derecho Penal, porque no es realista en absoluto y suele tener consecuencias catastróficas partir de la doctrina contraria, es decir, que el hombre es bueno de suyo. Por tanto, dar por supuesto que las decisiones de nuestros gobernantes son “por nuestro propio bien” es tan cuestionable que todo el aparataje de mandatos limitados, Estado de Derecho, derechos y garantías constitucionales y separación de poderes existe para evitar un probable abuso de poder.
En España, por citar un ejemplo, cercano, crece la evidencia de que el Gobierno conocía el alcance de la epidemia de coronavirus antes de que se iniciaran las multitudinarias marchas feministas en varias ciudades, y no podía ignorar que estas aglomeraciones ayudaban a la propagación del virus. Sin embargo, no las anularon y, por el contrario, las jalearon y varias ministras -con guantes de látex, eso sí- asistieron a ellas. Apenas 24 horas más tarde el Gobierno se daba por enterado, curiosamente, mostrándose dispuesto a adoptar “todas las medidas que sean necesarias”. Justo después. No sé, a mí no me parecen que estuvieran tomando medidas “por nuestro propio bien”.
Pero aún más curioso es que Francisco sí tiene muy clara esa ‘fomes peccati’ consecuencia del pecado original en otros colectivos. Especialmente, los empresarios. Es como si fueran otra especie animal. El Planeta está al borde del colapso por la codicia de ciertos hombres de negocios, como lo está el hábitat amazónico. Pero no los políticos, que toman medidas por nuestro propio bien. Siempre que no sean populistas, naturalmente.
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