‘Tucho’ Fernández: “El Papa no ha cerrado puertas” a la ordenación de casados

‘Tucho’ Fernández: “El Papa no ha cerrado puertas” a la ordenación de casados

El arzobispo de La Plata y amigo de antiguo del Papa Francisco Víctor Manuel ‘Tucho’ Fernández ha querido terciar en la polémica sobre la interpretación de Querida Amazonia utilizando el órgano oficial de la Santa Sede, L’Ossevatore Romano. Aunque dirigido a todos, el artículo parece más un guiño a los decepcionados ‘renovadores’, a quienes viene a animar diciendo que esto es solo una pausa, que no se ha cerrado ninguna puerta.

Ningún cambio de eje, tranquiliza Tucho. Hay quien ha sostenido que Francisco ha cerrado la puerta a la posibilidad de ordenar hombres casados, además de excluir otras propuestas del sínodo, escribe Fernández. Lo cierto es que Francisco sobre este asunto no ha cerrado ni abierto puertas, solo ha evitado avanzar con soluciones precipitadas.

Teniendo en cuenta la cercanía de este joven prelado, que debe su prestigioso arzobispado a la ya antigua amistad con Jorge Bergoglio y del que se juzga inspirador de algunas de sus encíclicas más importantes, conviene creerle. Conviene creer, al menos, que esa es la versión que debe anunciarse a los defraudados renovadores.

No es exactamente nueva. En realidad, es casi imposible pergeñar alguna nueva interpretación de la exhortación, a la que tantos han dedicado tantas, desde el alivio a la decepción, pasando por el recelo. La de Tucho viene a coincidir grosso modo con la de quienes ven en la negativa del Papa a avanzar en las propuestas más polémicas del sínodo amazónico una rama de olivo presentada al sector conservador para evitar un cisma.

Solo que con un giro de guion: sí, es cierto que el Papa ha detenido la marcha en el último momento. Pero no es porque vaya a cambiar de dirección en absoluto, sino porque no es el momento, porque los tiempos no están maduros. Todo llegará.

Llama la atención el arzobispo argentino sobre las palabras del Papa sobre el documento final del Sínodo. Que no quiere sustituirlo es tan evidente que lo único que hace es presentar[lo] oficialmente, escribe. Aun no tratándose de una aprobación de tipo canónico que atribuya al documento sinodal un carácter magisterial especial, no obstante, le confiere una fuerza particular ya que el Papa pide a todos los obispos y agentes de pastoral en la Amazonia que se empeñen en su aplicación. E insiste: El documento, por tanto, debe aplicarse. Se trata de su recepción, y el término aplicación lleva a pensar en una recepción creativa y eficaz.

Mientras, Fernández llama la atención de los desanimados hacia otros aspectos ‘innovadores’ de la exhortación que han pasado casi desapercibidos en medio de la polémica, y que bien podrían redimir el documento a ojos de la opinión progresista. Por ejemplo, las posibilidades que abre la creación de un ‘rito amazónico’ -del que no trata específicamente la exhortación en realidad, que solo habla de incorporar elementos autóctonos-; y, sobre todo, el énfasis en la sinodalidad. La sinodalidad parece el ‘bálsamo de Fierabrás’ para los adeptos de la ‘renovación’, el método que todo lo cura.

En realidad, en sí mismos, ninguno de los dos conceptos tienen por qué ser especialmente aptos para la introducción de novedades eclesiales. Empezando por el rito, es difícil, sino imposible, introducir en una eventual ‘Missa Amazoniae’ elementos comunes a tantas tribus completamente diferentes como hay en el área, empezando por sus idiomas. Y ante esa disparidad de lenguas, no sería imposible optar por un idioma neutro, universal, puramente eclesiástico que no sea el español o el portugués de los viejos colonizadores ni el inglés de los nuevos. ¿Qué tal, no sé, el latín? ¿Y quién dice que las costumbres ancestrales de los amazónicos no aconsejen que el celebrante actúe como un jefe tribal liderando al pueblo, es decir, de espaldas?

Sí, sé que suena irónico, pero la experiencia en la infinita elasticidad de la que se ha dotado al Novus Ordo Missae -experiencia común, creo, de todos los católicos hoy- hace un poco absurdo dar por hecho que un nuevo rito vaya a ir necesariamente en la dirección equivocada.

En cuanto a la sinodalidad, la evidencia hasta ahora es que está muy lejos de hacer ‘más representativa’ a la Iglesia. El Papa elige el asunto, la convocatoria y los asistentes, y nada de lo que digan vale hasta que él lo refrenda. No sé a ustedes, pero a mí eso me parece más parecido a una reunión del Soviet Supremo que a un parlamento al uso.

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