Los ‘renovadores’, en fase de negación

Los ‘renovadores’, en fase de negación

La progresía eclesial ha atravesado la fase de sorpresa y decepción, roza la de ira y se ha lanzado de lleno a la de negación: no, el Papa no ha cerrado en absoluto en ‘Querida Amazonia’ la puerta a la abolición del celibato sacerdotal, ni siquiera al diaconado femenino, aseguran. Sencillamente, ha aprobado implícitamente en su exhortación el documento final del sínodo y no ha visto necesario reiterarlo.

Esta, hay que decirlo, es también la tesis de infinidad de autores tradicionalistas. Y, aunque la idea no carece totalmente de mérito ni de precedentes, plantea muchos, muchos problemas.

Empecemos por lo más obvio: es el Papa, la máxima autoridad en la Iglesia; el celibato sacerdotal no es exactamente un rasgo accidental en la Iglesia, y su desaparición supondría un terremoto aún mayor que la revolución litúrgica y pastoral del Concilio Vaticano II. ¿Y alguien piensa que una revolución así pueda darse con el mero silencio del Papa, como un sobreentendido?

La decepción tiene todo el sentido del mundo, precisamente porque todo lo que ha hecho Su Santidad desde el propio anuncio del sínodo llevaba a pensar que la gran reforma sería su conclusión inevitable. Se empezó a hablar de los ‘viri probati’ meses antes de iniciarse el sínodo, se mencionaron en el documento de trabajo y se volvieron a proponer en el documento final. Eso, para abrir boca.

Más: ni siquiera fue un sínodo al uso; no fue un congreso al que las conferencias episcopales de todo el mundo eligen a quién envían. Fue un evento ‘solo con invitación’. La Santa Sede eligió individualmente a los asistentes, bajo la batuta de un relator como Hummes o un factotum como Kräutzer, ambos decididos partidarios de la abolición del celibato. Todo, en fin, estaba diseñado para que se produjera ese resultado.

Pero, sencillamente, no ha sido así. El Papa ha obviado el asunto, con lo fácil que lo tenía. No, es imposible interpretar que lo remite, sin más, al documento final. No es posible un cambio así sin que Su Santidad, en una exhortación apostólica decisiva, se pronunciar por extenso sobre el mismo.

Su amigo Tucho, obispo de La Plata, es, como los alemanes, partidario de pensar que el Papa no ha dicho no, incluso que más bien ha dicho sí al aprobar el documento final del sínodo, conforme dispone Episcopalis Communio. Bien, entonces suponemos que empezará a ordenar casados, ¿no?

No, naturalmente. Está el Código de Derecho Canónico. No va a cambiar porque un puñado de renovadores desesperados quieran creer que el Papa ha aprobado por el argumento ab silentio la ordenación de ‘viri probati’.

Su revolución tendrá que esperar. Los ‘sueños’ del Papa -cada capítulo de la exhortación lleva como epígrafe un ‘sueño’- no van por donde desean desesperadamente quienes quieren fusionar la Iglesia con el mundo y convertirla en poco más que la ONU en oración. No todavía, al menos.

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