No existe un ‘modelo económico fraternal’

No existe un ‘modelo económico fraternal’

No nos parece muy probable que la ‘Iglesia pobre para los pobres’ tuviera invitación en Davos y Bilderberg y los elogios del Fondo Monetario Internacional. Los pobres no suelen tener voz en esos foros; ni siquiera la gente del montón, como usted y como yo.

Y, sin embargo, seis años después de expresar ese anhelo, la Iglesia del Papa Francisco es acogida con aplauso por esos muy exclusivos clubs, y en cuanto al tercero, hoy nos encontramos en la cuenta en Twitter de Kristalina Georgieva, consejera ejecutiva del FMI, este comentario: Mi inmensa gratitud a @Pontifex por unirse a nuestro diálogo y por sus inspiradoras palabras. Compartimos plenamente su visión de que la economía global tiene que ser más inclusiva, más fraterna y debería preocuparse por nuestra casa común, nuestro planeta @CasinaPioIV #Vatican.

Ya se sabe que el Papa tiene un especial interés en construir un nuevo modelo económico en este sentido, y está reuniendo a jóvenes economistas de todo el mundo para pergeñarlo. El problema es que no puede existir un ‘modelo económico fraternal’, sin más.

Cualquier modelo económico, desde el peor al mejor, puede ser ‘fraternal’ si sus participantes lo son, pero el modelo en sí mismo no puede producir ‘fraternidad’.

Esta perogrullada es a veces difícil de entender a la primera porque tenemos la costumbre de pensar -de oír a todas horas- que tal gobierno es ‘solidario’ porque invierte mucho en la redistribución de la pobreza. Pero la solidaridad es una virtud. Si te obligan a que entregues tu dinero por ley, con la amenaza de multas o cárcel, no estás siendo solidario, y el Gobierno tampoco, porque el dinero no es suyo. Ser solidario con el dinero de otros está al alcance del más avaricioso.

En general, es una de las constantes que hemos observado en muchos de los discursos más políticos del Papa, su tendencia a imaginar que puede imponerse la utopía en este mundo, el cielo en la tierra, lo que se nos ha dejado claro que no va a ocurrir nunca y parece ignorar el dogma del Pecado Original.

Su posicionamiento extremo en el caso de la inmigración, por ejemplo, que le hace partidario de que todo el Tercer Mundo pueda instalarse en Europa, parece ignorar voluntariamente el sinfín de problemas que a cualquier persona práctica y experimentada se le ocurren como consecuencia de la convivencia bajo unas mismas leyes y en un mismo suelo de pueblos con visiones del mundo, religión, experiencias y actitudes muy distintas.

O su empecinamiento en asegurar que el Islam es una religión de paz, pese a toda una historia que parece avalar la tesis opuesta o un libro sagrado, el Corán, que solo con enormes dosis de ilusión se podría calificar de pacifista. 

Así que, en economía, puede aplicarse un modelo voluntario, que será fraternal solo en las personas fraternales mientras actúen fraternalmente (algo que sin duda explotarán los no tan fraternales en beneficio propio), o se tratará de un modelo coactivo, en cuyo caso no habrá fraternidad en absoluto, ni en unos ni en otros.

Uno puede exigir al cristiano individual que aspire a la perfección, como hace el propio Cristo. Pero funcionar como si la humanidad ya lo fuera es una receta para el desastre.

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