A “conseguir la reconciliación con la tierra, con el prójimo y con Dios” (el orden es suyo) llama el Arzobispo de Toledo, Mons. Braulio Rodríguez Plaza, en su último escrito semanal, titulado “El arte de cuidar la casa común”, una expresión con la que no se refiere a la Iglesia, sino al planeta.
“No se trata de volver todos al campo, a los pueblos vacíos, sino es otra realidad la que hemos de perseguir”, dice don Braulio en su carta. “Es conseguir una reconciliación con la tierra, con el prójimo, con Dios”. Uno sabe cómo reconciliarse con Dios, mediante el sacramento de la Penitencia, e incluso cómo hacerlo con su prójimo, mediante el perdón; pero cuesta algo más imaginarse el modo de ‘reconciliarse’ con un objeto no sentiente ni consciente como es un planeta, salvo convirtiéndolo en una entidad mística, una diosa, como parece que se ha intentado insinuar una y otra vez a lo largo del ‘sínodo de la pachamama’.
Porque, naturalmente, ha sido este esperpéntico sínodo el que ha motivado al arzobispo a escribir la mencionada carta. “Me interesa, por ello mismo, hablar del cuidado de la casa común -escribe el prelado-, abierta para todos los humanos, pues sin este cuidado, todo se volverá contra nosotros, sobre todo contra los más pobres”. Hay que decir que el interés del arzobispo no es de larga data, sino que ha surgido espontáneamente por estas fechas, en milagrosa y muy sinodal coincidencia con las obsesiones del Papa Francisco, sin precedentes en un Pontífice Romano.
El propio Francisco acaba de publicar un librito titulado, precisamente, ‘Nuestra Madre Tierra’, y no deja de chocar que un Papa otorgue el título de madre común a la Tierra y no, como viene siendo habitual en la cristiandad católica, a la Santísima Virgen. De hecho, es inusual que se ponga el foco de modo tan insistente sobre la salvación de un planeta llamado en cualquier caso a la destrucción en detrimento de lo que no solo es eterno -la salvación de nuestras almas inmortales-, sino que es el mandato específico de nuestros pastores. Sin quitarle la importancia que tiene al cuidado del medio físico, no es aventurado afirmar que se trata de una preocupación mundana en cuya consecución estarán sin duda más preparados los expertos laicos, y aun incrédulos, en este campo.
Es frecuente, en esta novedad de que los cristianos llamemos ‘madre’ a la tierra, que sus defensores apelen a San Francisco de Asís, el mismo cuya fiesta se celebró en los jardines vaticanos con un ritual pagano de adoración ante el Papa, y quien llama a la tierra ‘madre’ en su Cántico de las Criaturas. A lo cual hay que hacer, creo, varias importantes precisiones.
En primer lugar, Francisco estaba componiendo un poema. Religioso, naturalmente, pero poema, con sus licencias artísticas tales como la metáfora. Habla, así, del ‘hermano viento’ y del ‘hermano fuego’, y estoy absolutamente seguro de que no pretendía que se adorara o se antropomorfizara a ninguno de los dos fenómenos.
En segundo lugar, Francisco de Asís era un santo, no un Papa; no estaba dictando doctrina ni lo pretendía.
En tercer lugar, en el mismo verso que llama a la tierra ‘madre’ la llama también ‘hermana’, “Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra”. Madre en el sentido de que nos nutre, pero hermana por cuanto criatura obra del mismo Dios.
Pero, sobre todo, por el comienzo del poema, en el que deja muy claro la procedencia de todos estos dones naturales y que ojalá leyeran todos los que quieren utilizar dos palabras extraídas a capón del cántico para justificar veleidades pseudopaganas:
Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas,
la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte
Les ofrecemos la carta completa del arzobispo de Toledo, publicada en el sitio web de la archidiócesis:
EL ARTE DE CUIDAR LA CASA COMÚN
El Papa Francisco clausurará hoy el Sínodo de los Obispo de la Amazonía. Ya reflexionaremos sobre sus conclusiones, teniendo en cuenta su finalidad principal: atender evangélicamente a los que habitan esa zona tan vital para la humanidad, dignos de atención por su dignidad y su pobreza material pero ricos en tantas otras cualidades; empresa ardua pues se trata de gentes de muchos pueblos y muchas lenguas en lugares difíciles para la movilidad humana. Me interesa, por ello mismo, hablar del cuidado de la casa común, abierta para todos los humanos, pues sin este cuidado, todo se volverá contra nosotros, sobre todo contra los más pobres.
Hay que confesar que, en la mayoría de los casos, nuestros esfuerzos por hacer de este mundo un hogar han terminado en fracaso. Nuestra prosperidad sin precedentes, lejos de fundamentarse en una convivencia amistosa con la tierra y con el prójimo, descansa sobre la base de la destrucción o el agotamiento sistemático de las fuentes de la vida –el suelo, el agua y el aire. Nuestro fracaso–del que dan testimonio nuestras huidas del mundo virtual y nuestra dependencia creciente de sustancias estimulantes, de antidepresivos, de antiácidos, de consumo de espectáculos que alientan los poderes públicos en gran parte, es una prueba de nuestra indisposición o incapacidad para hacer de este mundo un hogar, para encontrar en nuestros lugares y en nuestras comunidades, en nuestros cuerpos y en nuestros trabajos, un lugar gozoso de descanso. Y lo que es quizás más dañino: estamos enseñado a generaciones enteras de niños a que consideren nuestras formas de vida cargadas de ansiedad como la norma a seguir.
En nuestro mundo, sin embargo, hay gente que lucha por todo lo contrario, como el Papa Francisco y otros muchos. No se trata de volver todos al campo, a los pueblos vacíos, sino es otra realidad la que hemos de perseguir. Es conseguir una reconciliación con la tierra, con el prójimo, con Dios: un camino que se fundamenta en el reconocimiento del lugar que nos corresponde en la inmensidad del universo. El carácter destructivo de nuestro cacareado “progreso” no siempre ha sido evidente, sino que, despreciando todas las actividades agrarias y sus sensibilidades, sólo pensamos en la oferta de recursos naturales que no basta para nuestras demandas de ellas.
Pensemos, por ejemplo, en la erosión y el envenenamiento del suelo, la contaminación y el agotamiento del agua, el fuego para, engañosamente, tener nuevas disponibilidades de recursos, sin pensar en los habitantes del medio donde están esos recursos. La deforestación de la Amazonía, pues, no es algo sin importancia, porque, además despreciamos a los nativos, como nos reímos de los que viven en el medio rural de nuestra patria; con la destrucción de las comunidades rurales, que se despueblan por no atender a un desarrollo sostenible, que vea posibilidades para no abandonar nuestros pueblos. En un libro leído recientemente sobre la “casa común, el autor denomina a los depredadores del medio ambiente, a esas personas y grupos de la explotación, los “pornógrafos de la agricultura”, porque su objetivo es conseguir el máximo beneficio a toda costa, y porque su método es la explotación rapaz.
Y, ¿qué decir de la ecología humana? El Señor nos ampare. Hay quienes afirman que vivimos en Europa una “civilización” que está en riesgo, y ese riesgo se corre lo mismo en partidos de izquierdas y de derechas. Si nuestra sociedad se atrinchera sobre el aborto, la eutanasia, la ideología de género, las madres de alquiler o el totalitarismo ideológico, ¿qué poder de maniobra tienen los que piensan que todo eso lleva al desastre, y a una sociedad sin dimensión ética y moral. Si huimos de la verdad, ¿de quién nos fiaremos? Es más cómodo decir que un hombre puede ser hombre o mujer cuándo y cómo quiera. Pero eso es una mentira, porque la biología es determinante: una mujer es una mujer y un hombre es un hombre. ¿Qué reflexión harán quienes aceptan la ideología de género sin una actitud meramente crítica?
Pidamos a Dios valentía y determinación para no despreciar la verdad, sin buscar ardides para engañarnos a nosotros mismos.
Braulio Rodríguez Plaza
Arzobispo de Toledo. Primado de España
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Yo no me tengo que reconciliar con la Tierra. Eso es una estupidez. La Tierra no es un ser humano a quien haya que pedir perdón por nada. Salvo que se considere a la «Madre Tierra» como un ídolo pagano al que adorar.
La Tierra no grita, no sufre, no tiene heridas. Esas personificaciones del planeta son malvadas.
Solo hay un Dios verdadero, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Eso resulta evidentisimo hasta para un niño pequeño.
La cuestión es que quien deja de creer en Dios termina creyendo en cualquier cosa. Y digo yo, en cualquier cosa especialmente si está de moda, ahora la ecoteologia de la madre tierra. Claro que quien impone las modas del incrédulo es la astuta serpiente non serviam. Por eso postrarse a la pachamama y mientras rezar un padrenuestro es una gran estafa, es seguir el dictado del non serviam rezando un padrenuestro, es sacrílego.
Por favor, D, Braulio, que es usted muy mayor, no la cague usted al final. Usted, esta para hablarnos de Dios, de su Hijo, de su Madre, de los Ángeles, de los Santos….
A estas alturas, sale usted con estas. Que le pasa? Que desilusión. Piense en sus sacerdotes…no le da pena de ellos.
Si, parece que se trate de reconciliar la armonía perdida tras el pecado original. Pensaba que para eso estaba el bautismo pero va a ser que no. ¡Gracias don Braulio por hacérmelo ver! ¡Gracias papa Francisco por enseñarme que la encarnación, muerte y resurrección de Jesucristo no han sido suficiente!
Más ambientalismo barato francisquita y menos, mucho menos, prácticamente nada, salvación de las almas, postrimerías, conversión. Ya cansan.
» Son mucho cansos » , que dirían los riberos navarros.
Me parece que es algo tremendo, hoy dia que las personas son asesinadas antes de nacer, tener los feligreses que oir esto. Las pobres personas a quienes se dirige D.Braulio tienen que soportar y pagar el despilfarro, caos y desastre que ciertos canallas han montado. A estos si que son a los que debería dirigirse con valentía, pero vemos una vez mas que nadie tiene el valor de enfrentarse y denunciar las mafias mundialistas y sus satélites.
‘Las pobres personas a quienes se dirige D.Braulio tienen que soportar y pagar el despilfarro, caos y desastre que ciertos canallas han montado’.
Creo que da en clavo, Antonio. Nosotros podemos hacer poco, relativamente, en relación a otros. Y nuestros esfuerzos siempre parecerán vanos ante los que más deberían y podrían hacer. Pero no lo hacen porque no les interesa. O mejor dicho, porque les interesa el caos para venderse como solución.
También habla del aborto y eutanasia. Así que se agradece que por lo menos no haya caído en la trampa de ciertos ecologismos que consideran al ser humano una plaga a la que exterminar. Que es tristemente lo que interesa a los poderes mundiales.
Otro que ha perdido la fé…
Vale, eminencias y santidades.
Como gusten…
!Qué desgracia y qué tristeza! ¿No hay ninguna cabeza sensata? Hablémosles en el único idioma que entienden, el económico. Ni un duro. Que os saque de los apuros vuestra madre la Tierra.
Antonio:
¿Mafia mundialista? ¿Qué narices querrá decir eso de «mafia mundialista»?
En fin… que sigue molando eso de ver una y otra vez cómo los católicos se empeñan en ensuciar y despilfarrar el futuro de nuestros hijos. Va a ser que no hay plástico en los océanos, o que el plástico es bueno para los peces… Va a ser que no sube el nivel del mar.
Desidereo, te contesto: para abrir boca puedes leer «poder global religión universal» de Juan Claudio sanahuja. Todo documentos. Cuando termines esta obra, te recomentaré otras también imprescindibles. Si: mafias mundialistas.
Antonio, ¿puede poner ya esas otras obras imprescindibles?
Gracias.
La mayor contaminación es la del relativismo neo-pagano. Infelices, qué tierra vais a salvar si los niños que hayan de heredarla mueren en el seno de sus madres ante vuestro silencio cómplice con las mismas instituciones que alientan ese exterminio silencioso?
La preocupación por salvar únicamente la tierra, y no la humanidad del ser humano (no creyentes), y sus almas (creyentes), es significativo, ciertamente.
Pero en el comunicado se nombra el aborto y la eutanasia. Así que por lo menos no ha caído en la trampa de ciertos ecologismos.
La culpa del plástico NO es de los católicos, es de todos. Pero algunos vemos el problema, y queremos soluciones (y hacemos por no contaminar) mientras otros no ven el problema, y defienden seguir contaminando. Simple.
Madre mía con su capacidad inventiva.
‘Una cosa es la conciencia ecológica que esta muy bien, y otra la adulteración del mensaje católico’.
Pos eso
Nada que añadir, Juan
No… no sé reconocer todos esos animales que usted me dice. ¿Y?
Me alegro de que usted recicle y no ensucie el campo. Yo también lo hago (reciclo y no ensucio). Estamos entonces de acuerdo.
Yo no veo nada de malo en que los líderes religiosos animen a cuidar el mundo que nos rodea. ¿Acaso van a dejar de rezar por ello? ¿Acaso se pervierte algún otro mensaje por añadir éste?
Siempre hubo una frontera difusa entre el mensaje de la Iglesia y la política, la economía, etc… ¿Acaso no hablan de política los sacerdotes? ¿Acaso no hablan de guerras o del comunismo los obispos o papas? ¿Acaso no hablan del matrimonio homosexual? ¿Por qué motivo no van a hablar del medio ambiente? Yo no lo veo.
Por otra parte, mi mensaje va en el sentido de todos esos (no usted) que se empeñan en negar lo evidente, en negar la CIENCIA. Y se empeñan en seguir contaminando lo máximo posible.
¿Qué relación hay entre derecha y coche eléctrico, o molinos eólicos, o fotovoltaica? Pues no entiendo cuál es la relación, pero lo hay.
La derecha, y con ella buena parte de los católicos, en un porcentaje mucho más alto que en la izquierda, se opone a los molinos eólicos, o a las placas solares, o al coche eléctrico. ¿Por qué motivo? La izquierda, en cambio, lo apoya.
La derecha, y buena parte de los católicos, niegan el cambio climático, que es un HECHO científico, comprobado más allá de toda duda razonable. ¿Por qué motivo?
Gracias por no haber seguido insultándome y responder, por cierto.
¿Por qué motivo me insultó usted?
Cada vez se parecen más a los sacerdotes paganos que adoraban al Sol, la luna, la tierra, los animales, etc. Ja, ja, ja Se han convertido en chamanes.
¿No se dan cuenta el ridículo que hacen?
Cómo han perdido la fe, ya no les preocupa la ofensas a Dios que costó a Jesucristo una muerte en la cruz. Ahora están por las ofensas a la tierra, que es la nada.
Bien dice que no se trata de volver a los pueblos. Estos pájaros amazónicos lo que no quieren es perder las comodidades de las que gozan. Son malos, pero tontos, nanai.
Don Braulio ya le queda poco para dejar la archidiócesis de Toledo, ya de nada le va ha servir adular al Papa, ya no le va ha otorgar el capelo cardenalicio, no estropeé sus últimos momentos de su mediocre pontificado haciendo el ridículo y perdiendo su limitado crédito. Si ya no tiene nada sensato que decir mejor calle y rece por la Iglesia tan dañada.
«La Naturaleza es la iglesia de Satán» Antetitulo de la película «Anticristo» de Lars Von Trier, controvertido director de cine danés, mas controvertido ahora que fustiga al pensamiento progre cuando le da la gana y que se ha convertido al catolicismo, que antes era considerado un genio rebelde. La película es extraña y desagradable…pero el final es altamente antipoliticamente correcto y, a mi entender, visionario. El que tenga oidos que escuche…
Y esto lo dice un biólogo, un servidor, que ama profundamente a la Naturaleza, pero no la sacraliza en absoluto si no como parte de la Obra de Dios al servicio y buen uso del Hombre…y para gloria de Dios.
Interesante su aportación.
Yo también amo la naturaleza. Y me duele ver ciertas cosas. Pero mucho más me duele ver la deshumanización del hombre. Y como se da la espalda a Dios cada vez más. Y estoy de ciertos ecologismos y de ciertas mentiras hasta el higo.
No se trata de amar la naturaleza, solo los robots no aman la naturaleza y por ahí van los tiros. Ni siquiera mi madre, la persona más cercana a mi y la que me dio el ser, es Dios. ¿Desde cuándo los católicos andamos tan desnortados?
Disculpe, María Jesús. No le he entendido.
¿A qué se refiere con que por ahí van los tiros cuando comenta lo de los robots?
Que pena D. Braulio. Ahora que se va usted a jubilar, ¿nos hace esto?
¿No le da pena, de Jesús?
¿No le da pena de sus sacerdotes?
¿No le damos pena nosotros?
¿A quien beneficia todo este escándalo?
Tu quoque, Braulie, fili mi?
Nuestra madre es la Santisima Virgen María, Jesucristo nos la dio en San Juan cuando estaba. Crucificado, e ademas es la madre Dios Jesucristo, y nos hacemos hermanos de Jesucristo mediante el bautismo.