Destituyen al ex secretario del cardenal Becciu en la operación policial en las finanzas vaticanas

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La aparatosa y súbita intervención de la gendarmería vaticana contra un posible gran fraude en las finanzas vaticanas, que implicó la confiscación de gran cantidad de archivos informáticos, no tiene aún detenidos, pero sí ‘daños colaterales’: cinco personas han sido suspendidas de sus cargos en la Santa Sede, entre ellas de la Autoridad de Información Financiera (AIF), Tommaso Di Ruzza, y monseñor Mauro Carlino, desde hace pocas semanas jefe del Departamento de Información y Documentación.

Carlino, que fuera hasta hace poco secretario del actual prefecto para la Causa de los Santos, cardenal Angelo Becciu, fue nombrado el pasado 31 de julio por el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado vaticano, y su ‘sustituto’, monseñor Edgar Peña Parra, responsable del Departamento de Información y Documentación (UID), del que acaba de ser suspendido. El UID está considerado como un departamento clave, dirigido hasta la llegada de Carlino y desde 2011 por monseñor Carlo Maria Polvani, que fue promovido en julio a la Subsecretaría Adjunta del Pontificio Consejo de la Cultura. Monseñor Carlino, especifica la nota en la que se informa de su suspensión, “seguirá residiendo junto a Casa Santa Marta”, la residencia del Papa.

El UID es un departamento intermedio que se ocupa de las relaciones periodísticas de la Secretaría de Estado con el Dicasterio para las Comunicaciones, especialmente con su prefecto Paolo Rufini. El cargo lleva anejas otras responsabilidades, como la de representante de la Santa Sede en el organismo de Internet que se ocupa de la asignación de direcciones y claves (ICANN).

La operación que, por ahora, se salda con esas misteriosas y fulminantes destituciones, respondería a un fraude que se supone de proporciones gigantescas en las finanzas vaticanas, lo que ha justificado la incautación por sorpresa de material informático en las oficinas de la Secretaría de Estado. Es razonable pensar que los cinco funcionarios vaticanos suspendidos estarían implicados en las presuntas irregularidades que se investigan.

El Vaticano informó el martes de los allanamientos y señaló que estaban relacionadas con «operaciones financieras realizadas en el transcurso del tiempo». Según el informe anual de la Autoridad de Información financiera (AIF), las operaciones sospechosas en las finanzas del Vaticano se redujeron notablemente pasando de ser 150 en 2017 a 56 el año pasado, continuando una tendencia que los funcionarios dijeron que mostraban reformas en marcha.

El año pasado, el Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano condenó al empresario italiano Angelo Proietti a dos años y seis meses de cárcel por blanqueo de capitales a través de una cuenta bancaria abierta en el en el Instituto para las Obras de Religión (IOR), más conocido como el ‘Banco del Vaticano’. Fue la primera vez que en la jurisdicción vaticana aplicó una condena por este tipo de delito financiero.

Carlino se ocupaba desde su puesto de las inversiones financieras de la Secretaría de Estado, una actividad muy delicada que hoy está bajo sospecha como parte de esa ‘historia interminable’ que son los oscuros tejemanejes financieros de la Santa Sede. De hecho, los investigadores estarían analizando flujos de dinero procedentes del Óbolo de San Pedro, la colecta organizada en todo el mundo católico para subvenir a las necesidades del Papa y que se suponen destinadas a obras de caridad hacia los más necesitados.

Pero según una investigación del italiano ‘L’Espresso’ en 2015, este capital, lejos de destinarse a socorrer a los descartados de la Tierra, acaban en cuentas bancarias y vehículos de inversión que ese año alcanzaron los casi 400 millones de euros.

Las denuncias presentadas por la banca vaticana (IOR) y por el revisor general abarcan un periodo reciente que coincide con aquel en el que los departamentos investigados ahora dependían de Angelo Becciu, ex sustituto de la Secretaría de Estado y desde hace pocos meses prefecto para la Causa de los Santos. Durante el año en que ejerció como su secretario personal, Carlino se convirtió en uno de los personajes más influyentes de la Curia, contando además con la estima del Santo Padre.