Müller: “Vivimos una conversión al mundo, no a Dios”

|

La mundanización es el verdadero peligro de la Iglesia de hoy, advierte el cardenal alemán Gerhard Müller en una entrevista concedida al Catholic World Report.

“Ser popular ante la opinión pública es hoy el criterio para ser supuestamente buen obispo o sacerdote”, señala el cardenal alemán Gerhard Müller, ex prefecto para la Doctrina de la Fe, en entrevista concedida a The Catholic World Report. “Estamos experimentando una conversión al mundo, en vez de a Dios”.

Müller, que en los últimos meses ha multiplicado sus declaraciones críticas con la deriva de la Iglesia bajo el pontificado de Francisco, ve en esta mundanización paulatina, este alejamiento de Dios, el rasgo esencial de la actual crisis. “Necesitamos sacerdotes y obispos llenos del celo por la casa de Dios, que se dediquen enteramente a la salvación de los seres humanos en el peregrinaje de la fe hacia nuestro eterno hogar. No hay futuro en absoluto para el «cristianismo light». Necesitamos cristianos con espíritu misionero”.

Esto lleva, a su vez, a que quienes podrían sentirse atraídos por una Iglesia llena de Dios y centrada en lo transcendente se aparte de la fe. “Se está empujando fuera de la Iglesia a los fieles que se toman la doctrina católica en serio, se les califica de de conservadores y se les expone a campañas de difamación de los medios de comunicación liberales y anticatólicos”.

El mal está en la propia jerarquía, donde, “para muchos obispos, la verdad de la Revelación y de la profesión de la fe católica es sólo una variable más en la política intraeclesial. Algunos citan acuerdos individuales con el Papa Francisco y piensan que sus declaraciones, en entrevista con periodistas y figuras públicas que están lejos de ser católicos, justifican la “suavización” de las verdades de la fe definidas e infalibles (es decir, dogmas). Dicho todo esto, estamos tratando con un proceso flagrante de protestantizacion”.

En una Iglesia con dos mil años de antigüedad no es difícil establecer analogías de la nuestra con otras épocas. “La mundanidad del episcopado y de los clérigos en el siglo XVI fue la causa de la división de la Cristiandad, que es diametralmente opuesta a la voluntad de Cristo, el fundador de la Iglesia única, santa, católica y apostólica. La enfermedad de ese tiempo se presenta hoy como supuesta medicina para salvar la división. La ignorancia de la fe católica en ese tiempo era catastrófica, especialmente entre los obispos y los Papas, que se dedicaban más a la política y al poder que a ser testigos de la verdad de Cristo”.

“Hoy, para mucha gente, ser aceptado por los medios de comunicación es más importante que la verdad, por la que debemos sufrir”, señala Müller. “Pedro y Pablo sufrieron el martirio por Cristo en Roma, el centro de poder en aquellos días. Ellos no fueron considerados héroes por los gobernantes de este mundo sino más bien fueron escarnecidos como Cristo en la cruz. No debemos olvidar la dimensión martirológica del ministerio petrino y del oficio episcopal”.