Tras esta explicación inicial, el Papa les ha expresado que hoy serán configurados a Cristo sumos y eternos sacerdotes: “serán consagrados, como verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento y con este título se unen a los obispos en el Orden Sacerdotal; serán pastores del pueblo de Dios y dispensaran el culto, especialmente el sacrificio del Señor, es decir la Eucaristía”. Además, les ha dicho que deben considerar que “ejercitando el Ministerio de la Sagrada Doctrina serán participes de la misión de Cristo como Maestros” y que esto no es “una asociación cultural” o “un sindicato” sino “ser partícipes del Ministerio y del Misterio de Cristo”.
“Lean y mediten frecuentemente la Palabra del Señor, porque para creer lo que han leído, enseñar lo han aprendido y vivir lo que han enseñado, no se puede hacer una homilía o una predicación sin mucha oración con la Biblia en la mano”. El Papa Francisco seguidamente les ha señalado que su “enseñanza” debe ser “alimento para el pueblo de Dios” y entonces esta enseñanza junto con la oración “será muy fecunda”. “Que vuestra vida sea un estímulo para los discípulos de Cristo, a fin de que con vuestra palabra y vuestro ejemplo se vaya edificando la casa, que es la Iglesia de Dios” ha dicho el Papa, y así “ustedes continuaran la obra salvadora de Cristo”.
Durante su homilía, Francisco también les ha pedido estar atentos a la celebración de la Eucaristía, porque es “lo máximo de la gratuidad del Señor” y les ha pedido por favor que “no la ensucien con interés mezquinos”. Pero también les ha pedido “reconocer lo que hacen” e “imitar lo que se debe” porque solo así, participando al misterio de la muerte y resurrección del Señor “pueden llevar la muerte de Cristo y pueden cambiar la vida”: “El señor nos ha querido salvar gratuitamente. Él mismo nos ha dicho: “den gratis lo que gratis han recibido””.
“Con el Bautismo, agregareis nuevos fieles al Pueblo de Dios, con el Sacramento de la Penitencia, perdonaréis los pecados en nombre de Dios, de Cristo y de la Iglesia” les ha recordado el Papa, exhortándoles a que no se cansen “de ser misericordiosos como Jesús fue misericordioso con nosotros” y con el óleo santo – ha continuado – daréis “alivio a los enfermos” y aquí les ha pedido que “pierdan el tiempo visitando enfermos”.
Por último, les ha pedido que ejerzan la obra sacerdotal de Cristo “con sinceridad” para agradar a Dios y no a ellos mismos, porque la alegría sacerdotal – ha puntualizado – “solo se encuentra en este camino, buscando agradar a Dios que nos ha elegido”.
Finalmente, les ha pedido que se comprometan en “unir a los fieles en una sola familia” porque es aquí donde está la cercanía del sacerdote: “cerca de Dios en oración, cerca del obispo que es su padre, cerca del presbiterio, de otros sacerdotes, como hermanos, sin «pelarse» el uno al otro [hablar mal el uno del otro], y cerca del Pueblo de Dios”. Y por último, su exhortación final de “seguir siempre el ejemplo del Buen Pastor, que no vino para ser servido, sino para servir y salvar lo que se perdió”.
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