La revista religiosa Vida Nueva anuncia que dispone ya del borrador del documento en el que lleva cinco años trabajando el consejo de cardenales para la reforma de la Curia, ‘Praedicate Evangelium’, y adelanta algunas líneas clave.
Lo más novedoso de la nueva constitución de la Curia, la labor que se impuso Francisco al iniciar su pontificado y que lleva estos años elaborando en colaboración con el consejo de cardenales que coordina el hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga, ‘Praedicate Evangelium’, es, según informa la revista Vida Nueva, un megadicasterio para la Evangelización que tendrá aún más rango que ‘el guardián de la doctrina, la Congregación para la Doctrina de la Fe, y aunará las funciones de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (Propaganda Fide) y el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización. De este modo se cambia la prelación establecida por la Constitución Apostólica ‘Pastor bonus’, de San Juan Pablo II.
El último borrador se aprobó en la reunión que el consejo celebró entre el 8 y el 10 de este mes, tras lo que se envió a los distintos dicasterios, y será aprobado previsiblemente el 29 de junio. Se supone que, además de este revolucionario dicasterio que deja en un segundo lugar al guardián de la fe, tradicional ‘número uno’ -por delante de la Secretaría de Estado, al menos en teoría-, la reforma incluye medidas para reforzar la sinodalidad, poniendo los dicasterios y congregaciones al servicio de las iglesias locales, que en ningún caso estarán ‘por debajo’ de la Curia romana. Potenciará, asimismo, el papel de los laicos en la propia Curia y dará nuevas competencias a la mayor autoridad a la Comisión Pontificia para la Protección de Menores.
También se supone que la Constitución Apostólica tendrá una vigencia de al menos 25 años, y es interesante resaltar que, para Vida Nueva, “este documento legislativo pretende hacer irreversible la gran reforma del Pontífice”.
Es un ‘ritornello’ en este pontificado, una curiosa ‘contradictio in terminis’ esta constante invocación a hacer incambiable el cambio. No debemos temer a los cambios, se nos dice, pero luego se insiste en que, una vez aplicados los de ahora, no se pueden tocar, con lo que en realidad no se nos está pidiendo que abracemos el cambio en abstracto, sino uno en concreto que se pretende hacer inmutable.
Del mismo modo, se insiste en este pontificado en que abandonemos toda rigidez y ciegas obediencias, al tiempo que se quieren imponer rígidamente nuevas formas a las que obedecer ciegamente, y usar la autoridad papal para contradecir la autoridad de Papas anteriores pero con la intención de que no pueda cambiar lo establecido ninguno posterior.
Es complicado.