«El vencido se ha convertido en vencedor, el juzgado se ha convertido en el juez»

"Jesús no ha devuelto sólo una dignidad a los desheredados del mundo; ¡les ha dado una esperanza!” Vatican Media
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El Papa Francisco presidió la celebración de la Pasión de Cristo este Viernes Santo en la Basílica de San Pedro. El padre Raniero Cantalamessa, como es habitual, fue el encargado de realizar la predicación.

(Manuel Cubías/Vatican News)- El P. Cantalamessa participó en la celebración de la Pasión del Señor, con la prédica: “Despreciado y rechazado por los hombres”.

La prédica plantea un primer elemento: Jesús como prototipo y representante de todos los rechazados, los desheredados y los descartados. Para Cantalamessa, “El relato de la pasión ha dado un nombre y un rostro a este misterioso hombre de dolores, despreciado y rechazado por los hombres: el nombre y el rostro de Jesús de Nazaret. Hoy queremos contemplar al Crucificado precisamente en esta apariencia”, afirma.

Cantalamessa nos recuerda que la familia de Jesús era pobre. Nació en un establo porque para los suyos «no había puesto en la posada» (Lc 2,7). Al presentarlo en el templo, los padres ofrecieron «un par de tórtolas o dos pichones», la ofrenda prescrita por la ley para los pobres que no podían permitirse el lujo de ofrecer un cordero (cf. Lev 12,8). Un auténtico certificado de pobreza en el Israel de entonces. Durante su vida pública, no tiene «dónde reclinar la cabeza» (Mt 8,20): un sintecho.

El predicador nos invita a detener nuestra mirada en lo que sucede durante la Pasión: Jesús, en el pretorio de Pilato (Mc 15,16-20). Las burlas de los soldados; los símbolos que usan para lograrlo: corona de espinas, flagelado, el manto y las manos amarradas. “Es el prototipo de las personas maniatadas, solas, en manos de soldados y bandidos que desfogan sobre los pobres desgraciados la rabia y la crueldad que han acumulado en la vida. ¡Torturado!”. Cantalamessa recuerda al escritor Primo Levi quien afirma: “En la cruz, Jesús de Nazaret se convierte en el emblema de toda esta humanidad «humillada y ofendida”.

Cantalamessa recuerda al teólogo Howward Thurman, quien escribió un libro con este título: Jesús y los desheredados. “En él, hace ver lo que representó la figura de Jesús para los esclavos del Sur, de los que él mismo era un descendiente directo. En la privación de todo derecho y en la abyección más total, las palabras del Evangelio que repetía el ministro de culto negro, en la única reunión que se les consentía, daban nuevamente a los esclavos el sentido de su dignidad de hijos de Dios”.

“En este clima nacieron la mayoría de los cantos espirituales negros que todavía hoy conmueven al mundo. En el momento de la subasta pública habían vivido el desgarro de ver a las esposas separadas de los maridos y a los padres respecto de los hijos, vendidos a dueños diferentes. Es fácil intuir con qué espíritu cantaban bajo el sol o en el interior de sus cabañas: Nadie sabe el dolor que he experimentado; nadie, excepto Jesús”.

Aquella muerte redimió al mundo del pecado, llevó el amor de Dios al punto más lejano y más oscuro en el que la humanidad se había metido en su huida de él, es decir, en la muerte, afirma Cantalamessa. Jesús se hizo pobre con los pobres.

“Él mismo se ha encargado de asegurárnoslo cuando solemnemente afirmó que lo que hicimos por el hambriento, el desnudo, el preso, el exiliado, se lo hicimos a él y lo que omitimos hacérselo a ellos no se lo hicimos a Él (cf. Mt 25, 31-46)”.

El predicador enfatiza que “el vencido se ha convertido en vencedor, el juzgado se ha convertido en el juez, «la piedra descartada por los arquitectos se ha convertido en piedra angular» (cf. Hch 4,11). La última palabra no ha sido y no será nunca la de la injusticia y la opresión. Jesús no ha devuelto sólo una dignidad a los desheredados del mundo; ¡les ha dado una esperanza!”.

Cantalamessa nos recuerda que en los tres primeros siglos las comunidades cristianas celebraban todo en un solo día: “En la Vigilia pascual se conmemoraba tanto la muerte como la resurrección”. Allí se conmemoraba el tránsito de Cristo, de la muerte a la resurrección. Pascua» (pasech) significa tránsito: paso del pueblo hebreo de la esclavitud a la libertad, tránsito de Cristo de este mundo al Padre (cf. Jn 13,1) y tránsito, del pecado a la gracia, de los creyentes en él”.

La cruz contiene un mensaje para los poderosos, los fuertes y los vencedores: “La muerte, como la espada de Damocles, pende sobre la cabeza de cada uno, colgada de un hilo. Pone en guardia contra el peor mal para el hombre que es la ilusión de la omnipotencia”.

La Iglesia ha recibido el mandato de su fundador de ponerse de la parte de los pobres y los débiles, de ser la voz de quien no tiene voz. El otro mandato es construir la paz en el mundo, como trabajo que la Iglesia debe hacer en conjunto con todas las religiones. Ante esto no podemos permanecer indiferentes.

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Comentarios
3 comentarios en “«El vencido se ha convertido en vencedor, el juzgado se ha convertido en el juez»
  1. «La Iglesia ha recibido el mandato de su fundador de ponerse de la parte de los pobres y los débiles, de ser la voz de quien no tiene voz. El otro mandato es construir la paz en el mundo, como trabajo que la Iglesia debe hacer en conjunto con todas las religiones. Ante esto no podemos permanecer indiferentes.»

    El mandato del Señor es evangelizar: «Vayan y y hagan discípulos a todas las naciones». Construir la paz junto con los «hermanos» musulmanes y los hindúes, por ejemplo, que además andan a la greña entre ellos y contra los cristianos, suena un poco surrealista.

  2. Pido al Señor que no se nos contagie este modo deforme y manipulado de comentar el Evangelio a base de panfletos marxistas caducos y desfasados.
    Vergonzoso.

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