El problema de un ‘Papa de izquierdas’

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Su Santidad no ha apoyado al episcopado venezolano, que ha declarado ilegítimo el gobierno de Nicolás Maduro. Alega la necesidad de una equidistancia que ha ignorado en demasiadas ocasiones.

 

«Solo quiero una solución pacífica», afirma el Santo Padre sobre la dramática crisis venezolana. «Doy mi apoyo a todo el pueblo venezolano, que está sufriendo: si empezase a decir «prestad atención a estos países o a aquellos», entraría en un papel que no conozco y sería una grave falta de prudencia pastoral de mi parte».

Desgraciadamente, la prudencia no es la virtud que más destacan los comentaristas, ni siquiera los más entusiastas, del Papa Francisco. Ha opinado, y lo ha hecho con claridad y firmeza, en multitud de asuntos opinables, demasiados como para que resulte demasiado creíble esta salida.

Sea o no prudente su postura -y eso es perfectamente opinable-, lo cierto es que Francisco no ha disimulado en estos años sus preferencias políticas y personales por regímenes y gobernantes de un determinado color político, igual que ha mostrado una hostilidad apenas velada por sus contrarios.

Confundir fe y política es un enorme disparate, y no solo porque es equiparar lo efímero con lo eterno, lo esencial con lo accidental y lo cierto con lo opinable, sino porque las propias palabras tienen en un campo un significado totalmente distinto al que expresan en el otro.

Tomemos, por ejemplo, el caso de la palabra ‘tradición’. En política, los conservadores que quieren mantener las tradiciones con preferencia a las novedades pueden tener razón o no, pero se refieren a tradiciones con minúsculas, formas de hacer las cosas que, al final, son de suyo cambiantes. Para un católico, en cambio, Tradición -con mayúscula- no hace referencia a costumbres asentadas, sino a una fuente de la Revelación, en la misma categoría que la Escritura.

Un conservador, en política, puede mantener esta ‘tradición’ y deshacerse de esta otra, y obtener como resultado final un programa más o menos coherente y defendible. El católico no puede hacerlo, porque si algo que la Tradición presenta como verdad no lo es, entonces todo el edificio se desploma y el cristianismo pasa de ser un mensaje del mismo Dios, que no puede engañarnos, a convertirse en una opinión. En ese sentido, no hay católicos ‘tradicionalistas’ porque todos lo somos.

El Papa Francisco confesó que jamás había sido ‘de derechas’ al inicio de su pontificado, en una de las incontables entrevistas que ha concedido en este tiempo, y desde entonces no ha hecho otra cosa que confirmarlo. Fue un error, es un error, pero que hubiera sido igualmente erróneo si se hubiera declarado liberal o conservador. Jorge Mario Bergoglio puede tener cualquier opinión política compatible con la fe, pero como sucesor de Pedro eso debería ser irrelevante. Y, desgraciadamente, no lo es.

Hay dos presupuestos que esgrimen los entusiastas de la ‘renovación’ abanderada por Francisco contra quienes la criticamos que embarran el debate y enturbian el juicio y hacen que una cuestión que afecta a la vida eterna quede enfangada en la pugna política más estrecha, relativamente trivial.

El primero es atribuirnos odio. Seríamos, así, hipócritas llenos de bilis que en nuestro fuero interno nos regocijamos escandalizándonos y que deseamos que Francisco fracase y, por decirlo vulgarmente, que le crezcan los enanos. No puedo hablar por todo el mundo, solo por mí y por la gente que conozco, y no hay nada más ajeno a nuestro ánimo que esa idea. Francisco es Pedro, es el Vicario de Cristo, y nada deseamos más fervorosamente que poder aplaudirle, seguirle y acompañarle.

Pero el segundo es más insidioso, porque nos achaca lo que ellos mismos profesan, es decir, la acusación de que nuestra crítica es consecuencia de nuestras ideas políticas. Atacamos el proyecto de Francisco porque es de izquierdas, y nosotros somos de derechas. Somos rígidos burgueses de corazón endurecido en los que no resuena el mensaje evangélico de preferencia por los pobres, por los necesitados, por aquellos a los que el mundo desprecia, por «los que lloran». Y ahí sí que no.

Si mañana Francisco anunciara su intención de proponer como nuevo mandamiento de la Iglesia, a la par con la asistencia a la misa dominical o la abstinencia cuaresmal, que todos los católicos tenemos que dedicar el domingo a atender personalmente a los sintecho, podría sorprenderme el gesto, pero no me escandalizaría en absoluto ni tendría ningún ‘pero’ importante que oponerle.

La atención a los pobres y a los marginados no enfurece a ningún católico, ni podría hacerlo. Está en la raíz de nuestra fe, y de hecho es lo que, con todos sus errores, distingue la civilización cristiana de las basadas en otras cosmovisiones.

Pero el Papa no nos ha pedido eso, ni tampoco ha dado instrucciones para que la APSA, la inmobiliaria de la Santa Sede, ceda a los sintecho sus más de cinco mil propiedades, valoradas en una fortuna fastuosa. No: lo que hace es defender una política concreta que no solo deja en manos de los Estados la atención a los necesitados -eliminando, por tanto, la voluntariedad necesaria para cualquier ejercicio de virtud-, sino que, por lo demás, no ha demostrado históricamente ser especialmente eficaz en su propósito, más bien todo lo contrario.

Todo eso, sin embargo, es un asunto menor, al menos desde el punto de vista del creyente. El núcleo, lo alarmante, no es en absoluto que Su Santidad apoye personalmente regímenes con un penoso historial. Algo más es que comprometa en su defensa una dignidad que debería estar por encima de esos asuntos, pero ni siquiera eso es lo más preocupante. Lo verdaderamente serio es que transmita una visión no solo ‘magmática’ y fluida de la Iglesia, sino la idea de que un Papa puede cambiarle el rumbo, del mismo modo que puede hacerlo un gobernante con su país o un CEO con su empresa.

Es la propia expresión, que va cobrando actualidad, de ‘la Iglesia de Francisco’, de una nueva Iglesia. La roca de las tormentas que ha sido siempre la Iglesia, en perpetua pugna con el siglo y sus modas ideológicas cambiantes, convertida en un líquido sentimiento de fraternidad que corre detrás del mundo incrédulo imitando sus dogmas.

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Comentarios
29 comentarios en “El problema de un ‘Papa de izquierdas’
  1. El izquierdismo es ideología simplona, acusica y pueril, y por eso mismo inhumana y espantosa. La única que puede abrazar alguien que fue enviado por sus superiores a doctorarse a Alemania, y se vino de allí sin tesis.

  2. Esa cínica equidistancia la conocemos muy bien en España por la equidistacia ante los verdugos y víctimas de ETA. No nos engaña.

  3. Artículo digno del cubo de la basura. Para este medio, todo el que no comulga con sus ideas es de izquierdas, mentalidad típica de la extrema derecha. Este medio, también tiene su ideología.

    1. ¿Ha visto usted la cruz que le regaló Evo Morales, verdad?
      Un símbolo comunista de tomo y lomo.
      Siempre se podrá decir que es un regalo y que hay que tragar con todo. Puede valer para los q no tengan sangre en las venas. A mí me plantan ese regalo y lo más suave que puede pasar es que el Evo se lo tenga que llevar de vuelta a su casa.
      Pero eso no lo hizo el Papa porque él tiene ideas de izquierdas y el regalo no solo no le pareció mal ni inadecuado sino que también lució la réplica colgada al cuello.
      No se puede decir, con gestos como esos, ni con la trayectoria que lleva el Papa, que sea de derechas.

      1. Mientes…….. , pues el Papa le dijo a Evo Morales . » Cuando Francisco recibió el particular obsequio, salió de su boca: «Eso no está bien»

        y hay un video .Buscalo.

        Tendria que rectificar todas las CALUMNIAS que dijistes sobre el Papa Francisco en estos seis años …..

        1. Es mentira. Francisco se llevó gustoso al Vaticano la hoz y el martillo en la que habían clavado al Señor, cuando podía haberlos dejado en Bolivia durante la ofrenda a la Virgen como hizo con la medalla que también le había regalado su amigo el retorcido Evo.

        2. Lindor.
          No llevo tanto tiempo escribiendo. Más que nada porque hace seis años no conocía infovaticana.
          Pues el regalo no le gustaría, pero bien que se colgó la replica al cuello. Tenga el cuajo de decir que es falso…

        3. Lindor covas es verdad lo que dices yor acuerdo sobre eso,y voy a lo justo,también he visto mucho más de Francisco que muchos católicos no saben por mantenerlo oculto por lo aberrante que son,un ejemplo de cientos de casos cuando aparece en un vídeo siendo cardenal arrodillado ante unos falsos pastores de una secta evangélica mientras le imponían lasmanos en su cabeza,también te diré que visto sus obras y lo delatan!por esto también te digo que sus palabras para mí y para muchos más son solo palabrerias!soy católico y solo mi confianza está en JESUS! El camino la verdad y la vida y junto EL! MARIA! LA SANTISIMA!

    2. Ya nos conocemos sus arrebatos papólatras cuando se dedica a insultar a la Iglesia Católica para tapar las vergüenzas de Francisco. Debe saber, sr. Uno, que «extrema derecha» es la etiqueta despectiva que el pensamiento único dirige al que quiere llevar al ámbito público su visión cristiana de la persona y la sociedad, frente a la postura hegemónica que niega la visión trascendente del hombre.

  4. Comparto lo de un Papa de «izquierdas» por este Bergoglio, el anterior, el que fue Cardenal de Bs. As., no. Muy por el contrario, no fue amigo de los Kirchner, últimos gobernantes de la Argentina, que adhirieron al Chavismo; jamás se vinculó con movimientos pro derechos humanos; y nunca se manifestó a favor de la Teología de la Liberación. En todo caso, en lo que es coherente, es, en su subjetivismo (y autoritarismo), su mediocre teología y su preocupación constante por «actualizar» la Iglesia. En definitiva, un personaje extraño. De todos modos, más allá de sus incoherencias, este Bergoglio -Papa- ha tomado el rumbo que dice Carlos Esteban, y por lo menos para mí, ese rumbo, es nefasto para la Iglesia.

    1. Fer: La tuya, me parece una simplificación muy peligrosa. Todo lo que hace tiene grave implicancia, por ser el Vicario de Cristo.

  5. La tradición es la entrega que la Iglesia nos hace a través de los siglos de la Palabra de Dios, eterna e inmutable y por lo tanto intocable. Es la brújula de esa Barca que en la que estamos embarcados para no errar en nuestra travesía y llegar por fin al divino Puerto sanos y salvos.Cuidado con esos faros que durante nuestro camino intenten deslumbrarnos, no sea que cegados por su brillo nos desviemos.. Nuestra áncora es el Evangelio

  6. La sinodalidad que no consigue manipular se la pasa por el arco del triunfo. Su pontificado es una mentira colosal. Puro teatro, pura escenificación. Detrás no hay nada.

  7. El Islam es religión y política fundidas y confundidas; el bergoglianismo, iba a decir que es también religión y política, pero no, es sólo política, pero ni siquiera una política de alturas, es pura demagogia barata.

  8. Vamos a ver, Carlos:
    Resulta que «es un disparate mezclar política y religión» y no dejamos de pedirle al Papa que condene tal o cual régimen; o que en la JMJ, en Panamá, hable de Venezuela y sus caudillos.
    Y si no lo hace es que es un «benefactor de la causa» por omisión o lo que sea.
    No nos hagamos trampas al solitario, ni caigamos tan fácil en las que nos tienden desde el gobierno de turno, bueno o malo, oye.
    Sacamos opiniones suyas fuera de contexto para contar la feria según nos vaya, y luego decimos que sus opiniones personales son lo último que nos importa en un papa.
    A mi me empieza a sonar un poco a que somos más papistas que el papa, y si no hace lo que creemos que tiene que hacer o cómo debe ser, según nuestra idea, mejor nos lo cambien o no nos vale (ésto lo solemos hacer con Dios también, pero eso ya es otra historia).
    Vamos a ver si al final los que estamos llenos de incongruencias somos nosotros o qué pasa ahí, y resulta que Dios no es ni de izquierdas, ni de derechas.

  9. Una aclaración: No es tan exacta la confesión del Papa Francisco que jamás había sido ‘de derechas’. Más aún:Uno de los cargos que se le achacó al ser designado Papa fue haber colaborado con la dictadura militar.
    Él estableció una relación estrecha con miembros de Guardia de Hierro, una organización política ‘de derechas’ de Argentina, fundada en 1962, dentro de la ortodoxia del movimiento peronista, y disuelta en 1974.
    Juan Domingo Perón nunca fue de izquierda. De él, se solía contar un chiste que lo describía perfectamente: Viajaban en un auto Perón, el presidente de EEUU y el presidente de Rusia comunista. Al llegar a una bifurcación del camino el chófer pregunta: ¿qué camino tomo? El presidente de EEUU le indica: «tome por la derecha»; el de Rusia comunista le dice: «tome por la izquierda». Y, consultado Perón, contesta: «Ponga el guiño para la izquierda, pero tome por la derecha».
    Es evidente que ha habido un cambio de posición en el Papa Francisco.

  10. Esteban,
    En el Sínodo de los Jóvenes, luego devenido en «de la Sinodalidad» no recuerdo que nadie haya recomendado a los participantes jóvenes, (habia algunos pocos entre multitud de «jóvenes de espíritu de 70 a 86 añitos» que se casen y tengan hijos.
    Creo sinceramente que es el único camino, pero no me parece que sea políticamente correcto para agradar a los LGTRGCJGF.

  11. Centenares de millones de cristianos han sido martirizados bajo ese símbolo satánico.

    Esa monstruosidad de hoz y martillo convertida en falso crucifijo, Bergoglio la tendría que haber rechazado y nunca debió tomarla en sus manos. Menos aún llevársela consigo.

  12. Sin ninguna duda Francisco tiene que apoyar a sus cardenales de Venezuela, maximo cuando es justo todo lo que dicen en relación al demonio de Maduro.

    1. Gedeón te digo que si maduro y todo el chavismo está muy mal y es lo peor y es verdad,también está mal la oposición, aunque estos si llevan oportunidad, y peor están quienes llevan la aberración dentro de la casa de DIOS! En este mundo, ahora!les digo que pasa es una lucha de mal contra mal,y todos los sectores están afectados!por esto apoyar un mal a otro u otro de que podrá servir?solo los corazones en la verdad harán logro! De nada sirve lo que no sirve! Pasa en todo el mundo ahora de diferentes medidas!

  13. La verdad es que el Papa Francisco, en su último comentario sobre Venezuela, choca un poco con la realidad. El dice que no quiere derramamiento de sangre. Pero los únicos que pueden producir, derramamiento de sangre, son los chavistas de Maduro, que son los que tienen las armas, o sea el ejército.
    Por eso causan muchas dudas las palabras del Papa, que debería defender con más ahínco a los más débiles, que son los ciudadanos venezolanos de a pie. También ha demostrado con estas palabras, que no está en sintonía con los obispos y la Iglesia Jerárquica de Venezuela. Ya me hubiera gustado que hubiera tenido el mismo ardor y coraje que los obispos venezolanos, en defender al pueblo que sufre la tiranía de Maduro.
    Es triste que equipare igual a unos que a otros, como si las dos partes tuvieran armas o ejército. Lamento que las palabras del Papa, puedan dar oxígeno a este dictador sanguinario.

  14. Hace ya años que un cristiano árabe mostró su sorpresa por la visión (=ignorancia) del Papa sobre el Islam y se sorprendía de que nadie se lo explicara. (Ser un dhimmi en el Islam era ser un paria https://es.wikipedia.org/wiki/Dhimmi, la captura de europeos infieles como esclavos duró hasta la conquista de Argel: entre 1530 y 1780 fueron capturados y llevados como esclavos entre 1 a 1 250 000 de europeos (cifras conservadoras))
    También sorprende a quienes somos aficionados a aprender historia, su visión de las ideologías izquierdistas (con sus 100 millones de muertos).

  15. ¿Pero aún estamos que si la izquierda, que si la derecha?

    Esas categorías, tanto en Religión, como en política, pertenecen ya al Pleistoceno o al Jurásico.
    (Entre otras cosas, porque hay cientos de «derechas e izquierdas», tan distintas unas de otras, que no hay quien se aclare).

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