Desde los inicios de su pontificado, el Papa Francisco ha mantenido una actitud de extrema cautela – rayana en la complicidad – en lo que se refiere a los regímenes neocomunistas hispanoamericanos. Una actitud que ha indignado a muchos católicos que no comprenden que el pontífice, tan locuaz y espontáneo, sólo se conduzca con cautela a la hora de hablar sobre el comunismo.
Atendiendo a los acontecimientos acaecidos en los últimos días, ya nadie que no esté cegado por el sectarismo puede negar que esa cautela se ha tornado en connivencia. No en vano, su Santidad, que ha hablado incluso del famoso muro de Trump, ha eludido referirse a la situación de Venezuela en todas y cada una de las alocuciones que ha pronunciado hasta ahora durante la Jornada Mundial de la Juventud (Panamá). Ni un mensaje de apoyo a los sufrientes venezolanos ni una condena del tiránico régimen de Maduro. Nada.
Como es natural, este silencio ha entristecido a algunos de los miles de jóvenes venezolanos que han acudido a Panamá. En declaraciones al periódico El Mundo, la venezolana Carla resume la desazón que invade a muchos de sus compatriotas: ‘No entiendo que no se haya pronunciado en ninguno de sus primeros discursos. Maduro es un dictador y el Papa no dice nada. Una sola palabra de aliento que diga en algún momento significa mucho. Lo que necesitamos en estos días es fe en lo que hacemos, en la lucha por la libertad’, señala la joven, que porta una espléndida bandera.
Otros venezolanos se muestran, no obstante, más comprensivos. Darío Ramírez, concejal que lleva consigo una bandera de sesenta metros en la que se puede leer ‘Pray for Venezuela’, asegura comprender el silencio del Papa, aunque éste le haga daño: ‘Duele ese silencio, pero no me parece indignante porque lo comprendo. No dice nada porque la Iglesia tiene que procurar ser neutral para ejercer más adelante el papel de mediador. Alguien tendrá que hacerlo más adelante, y siempre es necesario que lo haga un ente respetado y con credibilidad, como es la Iglesia católica en Venezuela’.
‘Lo importante es que Francisco reza por mi país, y la oración sólo trae cosas buenas’, remacha Ramírez.
Tampoco se ha pronunciado el pontífice sobre la brutal represión que el tirano izquierdista Daniel Ortega está ejerciendo contra el pueblo nicaragüense (ni siquiera durante la reunión con los purpurados de Centroamérica). Así, se ha limitado a instar al arzobispo de Managua, Mons. Jorge Solórzano, a estar ‘cerca del pueblo’ en una conversación privada.
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