La Archidiócesis de Santa Fe, en Nuevo México, ha enviado en su página de Facebook una circular en la que, alegando una epidemia de gripe, «recomienda» (ordena) que se dé la comunión en la mano, no en la boca.
«El celebrante de cualquier Misa en la Arquidiócesis de Santa Fe animará la recepción de la Hostia Consagrada en las manos», se puede leer, en inglés, en la página de Facebook del arzobispado de Santa Fe, en Nuevo México, que preside monseñor John Charles Wester. «Por favor, téngase en cuenta que muchos liturgistas opinan que la recepción de la Hostia Consagrada en las manos está considerada litúrgicamente más adecuada que recibir la Hostia Consagrada en la lengua. Esta directiva busca limitar contacto con la saliva, limitando pues la propagación del virus de la gripe».
No sabemos bien qué resulta más ridículo, si la excusa de la gripe, como si fuera la Peste Bubónica o no se pudiera transmitir igualmente con la comunión en la mano, o ese «muchos liturgistas», como si la opinión de un número de estudiosos de la liturgia, grande o pequeño, tuviera peso alguno en la adecuada práctica católica. Si esa es la apelación de autoridad, podría responderse que «muchos teólogos» niegan la Resurrección física de Cristo, la Virginidad de María o la Presencia Real.
La comunión en la mano se permitió en la Instrucción de la Sagrada Congregación para Culto divino Memoriale Domini en 1969, donde se dice de la práctica tradicional en la boca que «garantiza, con mayor eficacia, la distribución de la sagrada comunión con la reverencia, el decoro y la dignidad que convienen, para alejar todo peligro de profanación de las especies eucarísticas, en las que “de modo singular el Cristo total e íntegro, Dios y hombre, se halla presente sustancial y permanentemente”, y para tener, finalmente, con los mismos fragmentos del pan consagrado el cuidado diligente que la Iglesia ha recomendado siempre: “Porque si dejas caer algo, piensa que es como si lo perdieses de tus propios miembros”.
Y añade que la nueva manera de comulgar no deberá ser impuesta de modo que excluya el uso tradicional. Lo importante es que cada fiel tenga la posibilidad de recibir la comunión sobre la lengua, al modo tradicional, y al mismo tiempo otras personas puedan recibir la hostia en la mano.
En nuestros días, una auténtica autoridad eclesial en esta cuestión, el prefecto de la Congregación para el Culto Divino, cardenal Robert Sarah, sigue invitando de forma clara y directa a todos los católicos a recibir la Sagrada Comunión en la boca y de rodillas. «¿Por qué insistimos en recibir la Comunión de pie y en la mano?», se preguntaba Sarah, advirtiendo que “Jesús sufre por las almas de aquellos que lo profanan, por quienes derramó su Sangre que tan miserable y cruelmente desprecian. Pero Jesús sufre más cuando el don extraordinario de su Presencia Eucarística divina-humana no puede traer sus efectos potenciales a las almas de los creyentes. Y así podemos entender que el ataque diabólico más insidioso consiste en tratar de extinguir la fe en la Eucaristía, sembrando errores y fomentando una forma inadecuada de recibirlo”
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Y al terminar la misa sale corriendo de la sacristía al atrio a besuquear y abrazar a todo el mundo y recordarles lo mucho que necesita lo que les ha estado pidiendo.
Parece que este tema se desorbita innecesariamente cada vez que surge la mínima ocasión. La comunión en la boca es a menudo una guarrada, porque muchos fieles, antes y ahora más, no saben poner la lengua adecuadamente y le arrean al ministro un mordisco o un lametón; lo peor es cuando después adviertes que la mano consagrada estaba previamente «lamida». Lo importante es discernir qué es comulgar y a Quién. Luego, que cada uno elija. Hace unas semanas, nuestro párroco sufrió una fuerte bronquitis, a pesar de lo cual celebró la misa y además en pie, porque estaba realmente malo; como tengo nombramiento oficial del Arzobispado de ministro extraordinario, me encargó que distribuyese únicamente yo la comunión a TODOS los feligreses, para evitar contagios, que como sabemos los médicos se hacen por las manos fundamentalmente. Y ya está: la higiene no está reñida con la fe y aprovechar anécdotas para fustigar una práctica perfectamente opcional me parece poco serio.
Puro indeferentismo poner el error y la ortodoxia al mismo nivel.
Y que higiene en recibir la comunión en la mano? , cuando nadie se lava las manos antes de ir a Misa, además una mano que toca las monedas que se van a dar en ofertorio y que tocan a otras manos en el rito de la paz?
Recomendar recibir el Cuerpo de Cristo en la mano por razones de higiene, me parece hipocresía.
Si se da correctamente la Comunión en la boca, como se ha hecho durante siglos, no tiene que haber ningún problema higiénico.
Totalmente de acuerdo con usted, Lucas. Yo dejé de comulgar directamente en la boca porque voy a Misa en un lugar que es residencia de curas ancianos, y les tiembla tanto la mano a algunos que te comes la saliva de todos los que han comulgado antes que tú. Me parece una sabia decisión la de este obispo.
He de decir que en una epidemia de influenza, se hizo lo mismo, y el sacerdote la ofrecía, la ponía sobre la mano izquierda, y uno con la derecha la tomaba delante de él, no se iba uno con la Hostia Santa sin comerla, y éso por los muchos casos de enfermos que hubo,. Pero ha sido la única vez. Y pobres sacerdotes, cuando no les llueve, les llovizna, así que si abrazan con cariño limpio también son criticables,
Se aprovechan de cualquier banalidad, no ya para aconsejar, sino para imponer la comunión en la mano, que se presta a tantas profanaciones, impulsadas por la Amoris Laetitia.
Pues la comunión en la mano, de higiénico tiene poquito.
A mi lado, en misa, siempre se pone el típico guarro que se estornuda en la mano o se limpia con ella babas y mocos. Es asqueroso, pero es lo que hay.
No me atrevería jamás a tocar el Cuerpo de Cristo y menos después de llevar en la mano toqueteada por otras manos que de limpias tienen poco.
La única solución para evitar los contagios de la gripe es la educación y el sentido común. O sea, misión imposible.
Si, y «muchos teólogos» opinan que los obipos esconden bajo la mitra dos orejas de burro, y no por ello…. oye, que se ha quedau una tarde muy buena, no?
Lo que hay que oir….
Otra cosa que olvidé, cuando ésa vez de la influenza, también se pidió no dar la señal de la paz con toque de manos, , éso me lo recordaron los comentarios de que nadie se lava las manos antes de ir a misa, !!!!,!nunca había oído algo así!, Creo que el alma es la que hay que lavarse muy bien, y es la que solo Dios sabe cómo anda,. Ah, y otra cosa, había en las entradas del templo, gel antibacterial, bueno, todo éste rollo, es para justificar un poco a los sacerdotes, que no todo es de mala fe
Yo, siempre que voy a misa y comulgo tengo la costumbre de lavarme las manos antes. Supongo que lo harán la mayoría, por respeto al Señor.
Estando permitido recibir la comunión con las manos (y el que la da ve oportuno o recomienda hacerlo así, de momento), no se a qué viene montar un circo (y con palmeros, para variar).
Otra cosa es que se negase a darla en boca, por ejemplo.
Eso sería noticia y «denunciable».
De todas formas, yo más que preocuparme por lo que hace «el de al lado» en misa (o fuera de ella), me preocuparía más de ‘cómo y en qué condiciones’ recibo yo la comunión.
Esta vez el artículo me da que no viene a cuento, vaya.
Veo que al menos usted ha entendido el fondo del asunto. Y tanta polvareda me da que responde a algo distinto de la ortodoxia y la ortopraxis: la vieja pugna por imponer un criterio discutible como si las cosas accidentales fuesen nucleares. La verdad es que Hitler empezó por los uniformes y logró el pensamiento uniformizado o quizá uniforme.
Gracias por el comentario, Lucas.
La tradición (cosa muy buena) tampoco puede ser una losa que impida ver (o debatir) las necesidades de cada momento, o inquietudes de cada cual.
Siempre atendiendo a la norma (que Doctores tiene la Iglesia también) eso sí, porque luego salen «espontáneos e iluminados» como las setas, y te aparece a comulgar uno haciendo el pino o qué sé yo.
Lo de la higiene ya es educación, yo creo.
Yo siempre comulgo de rodillas y con la boca pero si estoy enfermo con la mano. Precisamente para evitar que otras personas se contagien y para los que dicen algo. Soy ministro extraordinario de la eucaristía y siempre me lavo las manos antes de la misa. Y tampoco ser más papistas que el papa
«La Comunión en la mano es el mal más grande de nuestro tiempo» ( Santa Teresa de Calcuta )
En estos tiempos de tinieblas, conviene recordar las palabras de los Santos.
Pues lo habrá dicho Teresa de Calcuta, pero me parece una barbaridad.
Pues es una pena que la profanación constante del Cuerpo de Cristo por causa de la comunión en la mano, a Ud.no le parezca una barbaridad.
Y no es Teresa de Calcuta a secas, sino Santa Teresa de Calcuta, que está en la presencia de Dios en visión beatífica. Que Ud.le quite la calificación de «Santa» sí que es revelador.
Yo he comulgado muchas veces en la mano y he repartido muchas veces el Santo Cuerpo de Cristo. Despistes de juventud.
Y digo que antes me quedaría sin comulgar que volver a poner la Santa Forma en mis indignas manos.
Creo que es infinitamente mayor el mal de no comulgar que comulgar en la mano.
Yo antes pensaba así, pero cada vez lo pienso menos. Y de verdad que creo que la reverencia que se tiene que tener al Cuerpo de Cristo ha de ser la mayor que se pueda tener a cualquier cosa en este mundo. Por lo tanto, yo tengo bien claro que no pienso tocar la Santa Forma ni siquiera aunque me lo obliguen para comulgar. Sólo en caso de necesidad grave (rescatar una Forma perdida, repartir la comunión bajo persecución…), me parece apropiado tocarla con mis indignas manos.
«Si existe peligro de profanación, no se distribuya a los fieles la Comunión en la mano» (Instrucción Sacramento de Redención, 92).
«La bandeja para la Comunión de los fieles se debe mantener, para evitar el peligro de que caiga la Hostia sagrada o algún fragmento» (Idem, 93)
«Si alguno negare que en el venerable sacramento de la Eucaristía se contiene Cristo entero bajo cada una de las especies y bajo cada una de las partes separadas de cualquiera de las especies, sea anatema» (Concilio Trento, sesión 13, canon 3)
¿Puede alguien garantizar que en la mano del que recibe la Hostia no queda ningún fragmento?
Si algún fragmento queda sin consumir, ¿lo que después ocurra con él no es profanación?
¿Por qué creen que antes se usaba la patena y luego se purificaba?
Al coger la Hostia con la mano SIEMPRE hay riesgo de profanación.
Por tanto, no se debe distribuir en la mano.
¿Prevenir la gripa es más importante que prevenir la profanación del cuerpo de Cristo?
¿Cuán católicos somos?
¡Muy bien dicho, Nadin!
Totalmente de acuerdo.