Aunque vistos desde perspectivas distintas, los comentarios de los vaticanistas más atentos concuerdan: la renuncia sorpresa del portavoz de la Sala de Prensa vaticana, Greg Burke, y de la vice-portavoz Paloma Garcia Ovejero, son el resultado de una guerra dentro del sistema de comunicación vaticana, de la que emerge un ganador absoluto…
Aunque vistos desde perspectivas distintas, los comentarios de los vaticanistas más atentos concuerdan: la renuncia sorpresa, el 31 de diciembre, del portavoz de la Sala de Prensa vaticana, Greg Burke, y de la vice-portavoz Paloma García Ovejero, son el resultado de una guerra dentro del sistema de comunicación vaticana. Hay quienes hablan de bofetada al pontífice, quienes de simple reacción al nombramiento de Andrea Tornielli como director editorial de los medios vaticanos después del nombramiento de Paul Ruffini al vértice del Dicasterio de la Comunicación; el caso es que Burke y García Ovejero han entendido que sobraban.
Podemos imaginar que Burke en especial se sienta ahora más aliviado. Estos dos años y medio como director de la Sala de Prensa han sido todo menos fáciles, limitado al papel de redactor de comunicados oficiales, que a menudo llegaban con retraso y con una credibilidad de Soviet supremo. Aún así, la reforma vaticana de la comunicación deseada por el Papa Francisco confiere al director de la Sala de Prensa un papel nada marginal, de verdadero portavoz, no sólo del Papa, sino también de toda la curia vaticana, de acuerdo con la secretaría de Estado. Un poco lo que de hecho fue Joaquín Navarro Valls para Juan Pablo II.
Pero ha sido el propio Papa Francisco quien, a pesar de haber nombrado él mismo a Burke y a García Ovejero, a la vez les ha –de hecho– esquivado de mil maneras entregando la difusión de su pensamiento a otros, a los que considera “amigos”. Entre ellos se encuentra Eugenio Scalfari, quien recientemente ha llegado a atribuir al Papa un pensamiento referido a la Creación muy alejado de lo que siempre ha enseñado la Iglesia, y sin que la Sala de Prensa haya podido o querido desmentir ciertas afirmaciones. Pero quien en estos años haya querido realmente comprender el pensamiento del Papa, sus estrategias, el sentido de algunos gestos y palabras, ha tenido que seguir, sobre todo, lo que escribían algunos “predilectos”. Entre ellos están el padre Antonio Spadaro, director de Civiltà Cattolica, y Andrea Tornielli, vaticanista de La Stampa y coordinador del portal Vatican Insider. No por nada, el primero es la eminencia gris responsable del nombramiento del nuevo director de L’Osservatore Romano, Andrea Monda, y el segundo acaba de ser nombrado director editorial de todos los medios vaticanos, puesto previsto por el estatuto del Dicasterio para la Comunicación, pero que llevaba tres años vacante, gestionado en primera persona por el prefecto del Dicasterio.
De por sí, según lo establecido por el Estatuto, el director de la Sala de Prensa es independiente del director editorial y tiene un rango equivalente. Pero a la luz de lo que hemos visto en estos años, bajo el mando de Tornielli la dirección editorial tenderá de forma natural a extenderse incluso hacia la Sala de Prensa, una concentración de poder sin precedentes. Al haberse distinguido Tornielli en estos años por dividir a la Iglesia entre buenos y malos, por identificar y poner en el punto de mira a los presuntos “enemigos” del Papa (es suficiente plantear una pregunta de aclaración para entrar por derecho propio en este club), podemos fácilmente intuir que el nuevo ordenamiento de la comunicación vaticana significará, entre otras cosas, una lucha sin cuartel a quienes no se adaptan a la “nueva Iglesia”.
Publicado por Riccardo Cascioli en la Nuova Bussola Quotidiana; traducido por Isabel Matarazzo para InfoVaticana.
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El Opus se queda sin informantes, cuidado con los próximos pasos !!!
Pues me parece que si
El OD y muchas más órdenes y sectores de la Iglesia
Lean
Caligula
de Albert Camus
y
El Traje del Emperador
de Hans Cristian Andersen
Y recemos mucho para que Dios nos conceda en el 2019 un nuevo Papa. Católico. Y digno
No comunican en católico porque no hay nada católico que comunicar. Quiero creer que la conciencia del portavoz más de una vez le habría dicho ¡ Basta !