A continuación la segunda intervención de Chaput, arzobispo de Filadelfia.
Hermanos:
El Santo Padre, en la homilía de la misa de apertura del Sínodo, describió a Jesús como «eternamente joven». Cuando oí estas palabras, recordé una canción del artista Jay-Z que fue muy popular hace unos años. La canción se titulaba Forever Young, y era un remake de un tema del grupo alemán Alphaville que fue popular en los años 80. Jay-Z cantaba para los jóvenes -y para todos nosotros-: «I want to live forever and be forever young» [«Quiero vivir para siempre y ser siempre joven»].
La imagen de Jesús como «eternamente joven» no sólo es bella, sino también poderosa. Mientras lidiamos con las presiones externas a las que es sometida la Iglesia hoy en día, y con los problemas a los que nos enfrentamos en nuestra comunidad de creyentes, es necesario que recordemos que Jesús está vivo, está presente con fuerza y ofrece continuamente a sus discípulos una vida nueva y abundante. Gracias, Santo Padre, por recordádnoslo.
Por supuesto, el Jesús que vino al mundo como niño no terminó su misión como un joven. Maduró hasta convertirse en un hombre adulto lleno de valentía, de autodominio y misericordia, guiado por la justicia y la verdad. Fue un maestro afectuoso y enérgico a la vez; comprensivo y paciente, pero también que hablaba claramente sobre el tipo de decisiones y acciones humanas que llevan a Dios y las que no lo hacen.
Las sociedades adineradas del mundo contemporáneo que se llaman a sí mismas «desarrolladas» -incluyendo muy en particular la mía-, son de hecho inmaduras desde el punto de vista humano. Se han quedado paradas en una especie de adolescencia moral, una adolescencia que han elegido ellas mismas y que ahora quieren imponer en las otras sociedades.
El Instrumentum hace un buen trabajo explorando las raíces de esta inmadurez y los desafíos que derivan de ella, a los que se tienen que enfrentar los jóvenes. Pero tiene que ser más firme y más seguro en su presentación de la palabra de Dios y la persona de Jesucristo como único camino para alcanzar una humanidad más plena y feliz. Y tiene que hacerlo mucho antes en el texto.
Publicado en The Register; traducido por Elena Faccia para InfoVaticana.
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Señor cosmicom, lo recuerdo con sus comentarios en el blog del padre fortea (el cuál ya no frecuento como antes) me da gusto «saludarle» por aquí. Acertado su comentario.