El defenestrado McCarrick ya tiene lugar donde pasar sus días ‘en oración y penitencia’, un convento de capuchinos. Pero como si quien haya decidido su domicilio tuviera un macabro sentido del humor, el edificio más cercano es una escuela elemental
«Hacia finales de julio de 2018, nuestro Santo Padre Francisco ordenó que el Arzobispo Theodore McCarrick abandonase todo ministerio y evento público», reza la nota publicada por el Arzobispado de Washington. «A tal fin, el Arzobispo McCarrick residente ahora en el Convento de St. Fidelis Friary en Victoria, Kansas, perteneciente a la Diócesis de Salina, con permiso del Superior Provincial de la Comunidas Capuchina responsable del convento, Padre Christopher Popravak, O.F.M.Cap., y del Obispo de Salina, Su Ilustrísima Gerald Vincke».
¿Qué mejor lugar que un convento de capuchinos en una pequeña ciudad de Kansas para McCarrick? Algo así tendría probablemente en la cabeza Benedicto XVI, de ser cierto el testimonio de Viganò, cuando previó para el ex cardenal una vida retirada de la escena pública y dedicada a la oración y la penitencia.
Ha sido, al final, el Papa Francisco quien ha llevado a cumplimiento el mandato, yendo aún más lejos al privarle del capelo cardenalicio, si bien es cierto que entre medias se aceptó como «creíble» una acusación sobre una actividad ya abiertamente delictiva: el abuso sexual de un niño de 11 años, precisamente su primer bautizado como sacerdote.
Pero bien entrada la segunda década del siglo XXI, basta que la nota del arzobispado dé los datos del lugar en que vive el defenestrado McCarrick para que cualquiera pueda entrar en Google Maps y explorar el nuevo entorno del todavía arzobispo emérito… Y comprobar que el edificio de al lado del convento es el Victoria Elementary, es decir, un colegio de primera enseñanza.
Dadas las repetidas, incluso habituales, costumbres sexuales de que se le acusa a McCarrick, hacerle vivir junto a un colegio no sea la decisión más prudente o inteligente del mundo. Incluso si se amplía el mapa puede verse un instituto de secundaria, el Victoria High School, a la distancia de un corto paseo.
De hecho, hay muchos estados -y muchos Estados- cuya legislación prohíbe a los condenados por abusos sexuales, incluso después de cumplir su pena, vivir a corta distancia de colegios, institutos o guarderías. Es cierto que McCarrick no ha sido condenado en un tribunal, e ignoramos si las leyes del estado de Kansas prevén medidas similares. Pero el sentido común debería imperar también en un caso que centra la atención de la opinión pública católica.