No recuerdo quién decía de determinado texto que la mejor manera de parodiarlo era repetirlo de nuevo íntegro. Es, admito, el impulso inicial que he sentido al leer la última carta de mi arzobispo, el de Madrid, don Carlos Osoro, titulada ‘Siempre junto a Pedro’.
Ese ‘Pedro’ del título es, naturalmente, metáfora del Santo Padre y nadie debería leerlo como una prueba de la capacidad de Su Ilustrísima para alinearse siempre con el poder político.
Ahora, que un obispo aleccione a su grey sobre la fidelidad al Santo Padre, a la Cátedra de Pedro, sea quien fuere quien la ocupe, y desgrane las razones teológicas del Ministerio Petrino en un lenguaje accesible para los fieles, nos parecería perfectamente razonable e incluso loable.
Pero Osoro no hace eso, en absoluto. Osoro no habla del Papado, sino de este Papa, en concreto, refiriéndose al mismo continuamente por el nombre -nueve veces aparece la invocación «Papa Francisco» en un texto que ocupa una cuartilla-, no vayamos a pensar por un momento que se trata de la institución.
Su Ilustrísima hace llover con abundancia asombrosa loas y ditirambos sobre la persona de Francisco a lo largo de su carta, empezando por citar su propio tuit de hace unas semanas: «Papa Francisco, eres valiente en desvelar la verdad del Evangelio y mantener viva la misión de la Iglesia: dejas entrar, devuelves dignidad, eres pobre y estás con los pobres, abres los ojos para ver, pides perdón. Rezamos por ti».
No se pierdan algunas perlas:
«Desde el inicio de su pontificado, el Papa Francisco nos ha dado ejemplo con su vida de cómo el Señor nos ha elegido y nos ha hecho miembros vivos de la Iglesia».
«Nos está mostrando con su actuar y con sus palabras que «el que odia es homicida y no lleva vida sino muerte». Lo hace regalando misericordia, que es «la viga maestra que sostiene la Iglesia», y poniéndonos en la verdad ante todas las intoxicaciones, pecados, infidelidades y abusos que aparecen en el mundo y también en algunos miembros de la Iglesia».
«¡Qué esperanza y alegría engendras en nuestro corazón al verte dando vida siempre en tus encuentros, por ejemplo en el que hace muy pocos días has tenido en Irlanda con las familias, y con tus palabras dirigidas a todos los hombres en todos los caminos en los que se encuentren! Gracias, Papa Francisco, porque con tu comportamiento, incluso con quienes se manifiestan contrarios, siempre das esa respuesta que solamente se puede dar cuando uno vive lo que nos dice san Juan: «Hemos conocido el amor: en que Él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos».
«Papa Francisco, nos lo haces ver con tu presencia entre nosotros, con tus reacciones, con tus decisiones… En todos los que encontramos, nos haces ver que son rostros y llagas de Cristo. ¡Cuánto bien nos haces y cómo agradecemos tener buen guía! ¡Qué paciencia tienes para reunirnos y mostrarnos que nos enriquecemos unos a otros y que nadie sobra en la Iglesia! ¡Qué fortaleza manifiestas cuando no te arredras ante las dificultades! Gracias.»
Y mejor lo dejo aquí porque, por un lado, estaríamos reproduciendo la carta entera y, por otro, sentimos cierto pudor ante tanto elogio desmedido.
En esencia, es una loa a la persona del Santo Padre, algo que no nos parece ni conveniente ni deseable para los fieles madrileños.
¿Nos está proponiendo Osoro la figura de Francisco para nuestra edificación moral, canonizándole en vida? No parece que eso corresponda a mortal alguno, menos aún a un sucesor de los apóstoles.
¿No para mientes Su Ilustrísima en el poco bien que pueden hacer sus alabanzas en cualquiera que sea el blanco de las mismas, tanto más en alguien reputado por su humildad? ¿O es que acaso le considera ya por encima de toda tentación mundana, como arrebatado a la eterna bienaventuranza y dejado aquí para nuestra salvación, ajeno ya a toda fomes peccati?
Y en cuanto a sus lectores, ¿qué deben pensar? ¿Que lo importante del Papado es la persona que lo ocupa, y que nuestra adhesión a Su Santidad la ganan sus merecimientos, a los que Osoro parece no encontrar límite?
Esa glorificación de Francisco puede tener algún sentido en la pluma de algún teólogo de segunda deseoso de encontrar padrinos en la Curia, pero no en un prelado que tiene la sagrada y terrible obligación de confirmar en la fe a su rebaño. Suena toda la carta mucho más como propia del segundón de una secta o un culto personalista que obra de un obispo de la Iglesia Universal, la que no solo se extiende en el espacio hasta el último rincón del globo sino también dos mil años en el tiempo, años en que ha visto Papas santos, Papas mediocres y Papas malvados y viciosos, y ha tenido que honrar a todos ellos.
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Muy bien visto por parte de Carlos Esteban.
A mí me parece que la carta de Osoro la ha escrito un ‘negro’ apellidado Vidal. De todas formas, «el hombre de Francisco en España» no necesitaba ponerse en la diana de todas las chuflas y recochineos. Le habría bastado con remitirse a sus propias palabras tras su elección por Bergoglio: «Estoy a muerte con Francisco».
Dice el cardenal Osoro refiriéndose al Papa Francisco: «Lo hace regalando misericordia, que es «la viga maestra que sostiene la Iglesia»».
Pero la mayoría de los cristianos creemos en cambio que la viga maestra que sostiene la Iglesia es Jesucristo.
La misericordia es buena y necesaria pero no es la prioridad.
En Argentina, se le llama «chupamedias». Ni el Papa Francisco se lo cree.
Pero esto es lo más importante y doloroso, sobre todo viniendo de un cardenal: «¿No para mientes Su Ilustrísima en el poco bien que pueden hacer sus alabanzas en cualquiera que sea el blanco de las mismas, tanto más en alguien reputado por su humildad? ¿O es que acaso le considera ya por encima de toda tentación mundana, como arrebatado a la eterna bienaventuranza y dejado aquí para nuestra salvación, ajeno ya a toda fomes peccati?».
¡Dios mío, ven en auxilio de Tu Iglesia. Señor, date prisa en socorrerla! ¡Ven, Señor Jesús, que las cosas están bastante complicadas!
Conozco personalmente a Osoro; perder toda esperanza de que algún día recupere el sentido común. Nunca. Como nunca dudará en traicionar a quien sea y a quien haga falta.
«No recuerdo quién decía de determinado texto que la mejor manera de parodiarlo era repetirlo de nuevo íntegro» En este caso la afirmación es acertadísima. También ha alabado públicamente a Carmena, al desfile LGTB. En cambio al Cardenal Burke no le dejó actuar en Madrid. De vergüenza…
Pero ¿no le habían dado la púrpura ya a este individuo? Pues que se vaya a tomar chocolate con el padre Ángel y deje de dar la tabarra. Pero antes, que rocíe con agua bendita el ataúd del Caudillo y así queda bien-mal con todos. ¡Qué pesado!
En esencia, es una loa a la persona del Santo Padre, algo que no nos parece ni conveniente ni deseable para los fieles madrileños.» Lo dices tu, no lo que piensa la gran parte de los fieles de Madrid, pero bueno es tu opinión.
Pero es que a Carlos Estaban le han nombrado profesor de literstura episcopal……en la Carlos IIi
Alabar a la persona lo quiera o no es postularse
Osoro es un carrerista adulador que se alinea siempre con el poderoso. Desleal con sus propios compañeros obispos a los que ya ha dejado a los pies de los caballos en alguna ocasión. Está dejando la diócesis de Madrid y su seminario como un solar.
No solo está dejando mal a los Obispos… ¿Alguien sabe cuántos curas están en «estado crítico» en esta diócesis»? ¿Cuantos sacerdotes han dejado las llaves de la parroquia tal cual?
QUE BABOSEO, es de verguenza ajena, que un cardenal hable así de un Papa que afirma que se puede comulgar en pecado. Claro que si ese cardenal ha mentido en público dando a entender que tiene una licenciatura que no tiene por vanidad, ¿que se puede esperar?
Que un mentiroso alabe a otro mentiroso, entre pillos anda el juego.
Además de pelota y carrerista, no es más tonto porque no se entrena.
Nunca he leído algo más horrible de parte de quien se tiene por cristiano católico. Parece que tanto lo qye dice el Papa Francisco, como lo que dice el cardenal Osoro, duele.
Me han caído estas letras letras por casualidad, y lo agradezco, porque al ver lo cansino de un grupo, que no tras otro se regodea en lo mismo, creo que es porque nadie se asoma a estas páginas.
Yo una vez y no más. Pero me alegro de esta.
Poco favor hacen a la Iglesia y a ustedes mismos.
No veo editado el comentario que acabo de hacer. Se ve que cuando no se está en «su línea» no interesa. Ahora entiendo que no haya ni una discrepancia y todos tengan el mismo tono y color. QUE PENA
Piérdete ya, hombre. Si lees las noticias que nos llegan, o eres medio tonto e incapaz de sacar consecuencias, o eres un hipócrita de tomo y lomo. Cualquier catolico medianamente formado, ante el panorama actual, debería, como mínimo estar preocupado. En caso contrario, es que no se entera de nada, o tiene de católico el nombre.