«Cuatro jóvenes cristianos japoneses llegaron a Roma, acompañados por algunos misioneros jesuitas, para visitar al entonces Papa Gregorio XIII. Fue un viaje extraordinario que duró más de 8 años».
Recordando en sus palabras los «hermosos proyectos de cultura y solidaridad» promovidos por la Asociación, Francisco alentó los esfuerzos actuales de la asociación «por crear un fondo de ayuda para la formación de jóvenes y huérfanos, gracias a la contribución de empresas sensibles a sus problemas».
«Ustedes quieren demostrar que la religión, la cultura y el mundo de los negocios pueden trabajar juntas pacíficamente para crear un mundo más humano con una ecología integral», subrayó el Papa indicando que éste «es el camino justo para el futuro de nuestra casa común».
Finalmente, agradeciéndoles nuevamente por su visita, el Santo Padre alentó a los integrantes de la Asociación japonesa a llevar, como sus cuatro jóvenes predecesores “a su maravilloso pueblo y su gran país, la amistad del Papa de Roma y la estima de toda la Iglesia católica”.
Antes de finalizar el encuentro los miembros de la Asociación “Tensho Kenoh Shisetsu Kenshoukai» leyeron una carta dirigida al Pontífice en donde, entre otras cosas, lo invitaron a que realice una visita a Japón el año venidero. Respondiendo y despidiéndose de ellos, Francisco les dijo hablando en castellano:
“Estoy muy contento de lo que ustedes me han dicho y de esta historia que conocía de lejos. Las amistades se hacen a lo largo de la historia. Por eso es importante la memoria. No olviden las cosas que nos dieron la cultura, el país, la lengua, la religión, la pertenencia social. No olviden eso y dar un paso adelante. El Provincial lo sabe porque fue director de un museo, así que conoce bien. Hay que cultivar la memoria”.