En una carta en la que hace una terrible identificación entre su grey y el nacionalismo catalán, el obispo de Girona se refiere a quienes defienden que Cataluña es parte del territorio español como si hablara de otros, ajenos a su grey.
A continuación, la carta pastoral del obispo de Girona publicada ayer.
El próximo martes celebramos la Diada Nacional. En Cataluña vivimos una situación compleja que comporta sufrimiento y, al mismo tiempo, esperanza.
El mandamiento de amar a los otros como exigencia evangélica incluye también el amor al propio país y a su gente, compartiendo sus alegrías, sufrimientos y esperanzas.
Los cristianos, como recomienda san Pablo, hemos de interesarnos por todo aquello que es respetable, justo, amable… por todo lo que es
virtuoso y digno de elogio. Como ciudadanos, nos preocupamos siempre por el presente y el futuro de Cataluña, pero aún más en jornadas
señaladas, como lo es la Diada Nacional.
Vivimos sentimientos de dolor y preocupación por los que están privados de libertad en prisión con unas acusaciones que gran parte de
la ciudadanía rechaza; también por los que se han visto forzados, de una manera u otra, al exilio. No podemos olvidar el sufrimiento y la
angustia de ellos mismos y de sus familiares.
Como cristianos, hemos de sentirnos siempre cercarnos a las personas que sufren, por ello en esta jornada hemos de sentirnos próximos a
todos ellas, al margen de opciones políticas, por exigencias de nuestra fe y de las obras de misericordia. Al mismo tiempo, también ha de preocuparnos la tensión que se vive, en determinadas situaciones, entre grupos de diversas opciones políticas en relación a España. Dicha tensión provoca enfrentamientos que dificultan la convivencia.
Hemos de ser conscientes de que nadie es propietario del país, y que el país no acoge una única cultura ni admite una única forma de amarlo.
Es prioritario esforzarse en buscar el bien común por encima de la propia forma de pensar en el presente o el futuro, y por encima de
cualquier estrategia. Concretamente, nos corresponde ser respetuosos, justos, amables con las personas y grupos que tienen opciones distintas en cuanto al presente y el futuro de Cataluña. Por ello es siempre necesario el discernimiento y un comportamiento pacificador y cívico.
El amor al propio país y la búsqueda de su mejora en todas las dimensiones no ha de convertirse en una actitud egoísta y cerrada. Al
contrario, ha de ser una actitud que promueva la convicción de que también somos ciudadanos del mundo, con la voluntad de buscar la
mejor forma de convivencia con los diversos pueblos de España y de más allá.
Tratemos bien a todas las personas: las más cercanas y las más alejadas de nosotros en razón de sus posiciones, talantes… tanto en las
relaciones del ámbito familiar y vecinal como político. No hemos de responder a las descalificaciones con descalificaciones, sino valorar la
pluralidad manteniendo el respeto mutuo. Es fundamental preservar la convivencia atendiendo la diferencia como necesario patrimonio
colectivo. No rompamos lazos. Al contrario: en positivo, construyamos puentes de “comunión”, exigencia especial para nosotros, cristianos.
El amor a Cataluña se manifiesta por medio de diversas acciones, pero también por medio de la plegaria. Cada cual ha de actuar según sus
propias convicciones y participar en aquellos actos que considere más adecuados, con la condición de que sean pacíficos y respeten los
derechos de las personas.
Y también debemos orar por Cataluña. La plegaria no significa magnificar ninguna opción, sino confiar a Dios los hechos y situaciones
que se viven y estar atentos a su Palabra. La plegaria es, por encima de todo, una actitud en el momento de afrontar alegrías, penas y
preocupaciones. Y, desde esta experiencia, nos ayudará a vivir cada momento de nuestra vida, a iluminarla y confortarla.
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Este individuo se cisca en el segundo mandamiento. Hay una larga tradición en esa diócesis de hacer también lo propio con el séptimo.
Serían los dos últimos mandamientos que aún se les resistían, después de haber hecho escatológica diana en todos los demás…
Pues no veo que sea partidista. Simplemente habla de tratar bien a todos. Qué forma de alarmar. Realmente este medio es bien toxico. Es la revista HOLA con un pretendido matiz espiritual….
Yo también, ¿cómo pueden estar esos hideperros, presos, sin darles atención espiritual, en su idioma? ¡que metan en prisión, con ellos, a esta desgracia de obispo y a todo el clero separatista y que allí, en la provincia catalana de Chirona, cuiden del alma condenada de estos traidores. Y de la suya propia que falta les hará, seguro.
Efectivente, ilystrisimo obispo, sr. Pardo, estoy de acuerdo: «vivimos sentimientos de dolor y preocupación por los que están privados de libertad»: llevamos 40 años sometidos al totalitarismo nazionalista, privados de libertad para vivir en nuestra tierra. en estos 4O años son decenas de miles los que «se han visto forzados, de una manera u otra, al exilio». Y «No podemos olvidar el sufrimiento y la angustia de ellos mismos y de sus familiares» y del pueblo de Cataluña que ha ocasionado el golpe de estado vividoven 2017. Y los 4000 millones que la mafia pujol, Mas, puigdemon y sus comparsas nos han robado. Y por las 6000 empresas que se han ido de Cataluña y todas aquellas que ya no quieren invertir en esta tierra y que comienza a dejar sus efectos en las familias catalanas (despidos, dificultadas para encontrar trabajo, cierre de empresas subsudiarias de aquellas que se van). Y preocupados por en estado de enfrentamuento civil (guerra civil) al cual esa mafia nos está llevando.
Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas. Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?» Mas Jesús, conociendo su malicia, dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis?
Agradezco a su Ilustrísima la preocupación por los exiliados. Supongo que se refiere a los maestros acosados por impartir en español las clases, al acoso de los comerciantes que rotulan sus negocios en español, al señalamiento de profesionales para que unos malnacidos les acosen en cuanto tengan ocasión, al señalamiento de los niños en las escuelas por profesores desalmados, al periodista tiroteado y posteriormente exiliado y tantos y tantos otros que hoy por hoy no podemos volver a nuestra tierra natal. Por esa sensibilidad reciba su Ilustrísima mi agradecimiento más profundo.
Hay un gran sector de la Iglesia Católica que sencillamente no tiene fe: cardenales, obispos y sacerdotes. En el caso catalán y vasco han sustituido a Cristo por el totem nazionalista. En Vascongas aún queda un reducto fiel con los Munilla e Iceta a la cabeza, pero en Cataluña la apostasía es brutal.
No me sorprendo. Los curas en el pais vasco escondian etarras
Que desgracia tan grande es tener un obispo tan tonto.
Pardo es un apellido típico de judíos conversos y de Marranos (Judios de origen, convertidos formalmente que en secreto siguen el Talmud). Y hasta ahi puedo leer, si me dejan.