Un intento de desmentido que confirma la acusación principal de Viganò

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Queriendo desmentir detalles del Informe Viganò, la oficina del obispo emérito de Metuchen, diócesis de Nueva Jersey, Paul G. Bootkoski, viene a confirmar la acusación principal: en Roma conocían perfectamente las andanzas de McCarrick.

Si Su Santidad ha optado por el silencio ante las acusaciones vertidas por el arzobispo Carlo María Viganò en su informe y los ‘comandos francisquistas’ en los medios se han lanzado con entusiasmo digno de mejor causa a destruir la reputación del ex nuncio y disputar detalles y fechas, la razón es muy evidente: la esencia de los cargos que presenta Viganò no solo es cierta, sino que era un secreto a voces.

Roma sabía, la Curia sabía. Y lo más interesante es cuando la confirmación de todo ello viene en forma de desmentido. En el torbellino de noticias ha pasado casi desapercibido, pero aquí está la nota aparecida el pasado 28 de agosto, en la que ‘corrige’ a Viganò señalando que en 2004 recibió la primera de tres quejas contra el ya Arzobispo de Washington, Cardenal Theodore McCarrick y que, inmediatamente, dio parte de las acusaciones a la policía de varios condados en varios estados e informó al entonces nuncio (de 1998 a 2005) Arzobispo Gabriel Montalvo detalladamente, por teléfono y por escrito.

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Montalvo era el nuncio entonces, es decir, el embajador de la Santa Sede en Estados Unidos. Evidentemente, Bootkoski no le informaba a Montalvo a título personal, sino como representante del Estado Vaticano. La idea de que el nuncio fuera a quedarse con tan explosiva revelación desafía a la imaginación más calenturienta, precisamente porque se trataba de una información que se le comunicaba en su calidad de transmisor legítimo.

Es decir, en 2004 -como tarde, un año después-, el Vaticano del entonces debilitado Juan Pablo II sabía que el Cardenal Arzobispo de Washington, verdadero ‘hacedor de reyes’ en el episcopado americano, era un abusador homosexual en serie sobre el que se habían recibido quejas que habrían de taparse en sendos juicios en costosos acuerdos extrajudiciales.

Esas quejas habrían de traducirse, un año o dos más tarde, en las sanciones secretas impuestas por el nuevo Papa, Benedicto XVI, en las que se ordenaba a McCarrick a llevar una vida recluida de oración y penitencia.

Sabemos que McCarrick no obedeció, y se le vio en numerosos actos, viviendo en o cerca de un seminario e incluso asistiendo a la última misa del Papa Benedicto.

Tenemos, asimismo, numerosos indicios de que las sanciones, si bien privadas, existieron, como indican determinadas acciones de su sucesor, el Cardenal Donald Wuerl.

Pero incluso si esto último puede disputarse, el curioso desmentido de Bootkoski confirma lo principal de la acusación de Viganò, lo que nadie hasta la fecha se ha atrevido a negar y lo que, en última instancia, constituye el núcleo principal de los cargos contra Francisco y su Curia, a saber: que conocían las andanzas homosexuales, reiteradas y abusivas de McCarrick y que, lejos de disciplinarle -o mantener la disciplina, tanto da-, se le honró con nuevos encargos y misiones pontificias.

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Comentarios
5 comentarios en “Un intento de desmentido que confirma la acusación principal de Viganò
  1. Estados Unidos es un país en el que por todo se hacen demandas, ¿El gobierno de entonces, porqué no hizo nada, o no sé causó escándalo?, Si un abuso es horrible, ¿cómo no denunciarlo?, No creo que todos quisieran callar eso?, , Es Estados Unidos, no un pueblito abandonado, seguro ése Sr. se trataba con todos los magnates

  2. En realidad, lo que más daño ha hecho a la Iglesia católica no fue que existiesen sacerdotes y obispos indignos, porque pecadores lo somos todos y todos estamos manchados ante el Señor (aunque por diferentes pecados). Los sacerdotes indignos e indeseables existirán hasta el fin de los tiempos, al igual que todos los pecadores. Lo que hizo que la podredumbre se extendiera hasta límites escandalosos fue que quien debía aplicar la disciplina no lo hizo, prefirió optar por taparlo todo. Parece que «el quien soy yo para condenar» viene de muy lejos y no solo con el desastroso papado actual. «Para que el mal triunfe basta con que los hombres buenos no hagan nada».

  3. Está K.O. Dura sólo porque es un papazombi, y los muertos vivientes se supone que han de durar. Aunque más muerta está su guardia suizombi de chupamedias…

  4. Es claramente una puesta en escena. Lo importante es saber quién paga y por qué paga. Y esos sacerdotes, cuando se demuestre su complicidad, reducidos a laicos.

  5. Según Roberto di Matei, el Papa está pensando en suspender a divinis a Viganó y consultó con el Cardenal Cocopalmerio, uno de los mencionados en la carta de Viganó.

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