Por qué no he leído la carta de Francisco sobre los abusos

El Papa Francisco administra a un fiel el sacramento de la confesión desde un confesionario.
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Voy a hacer una confesión indigna de un periodista; una declaración que justificaría que me quitaran el carné de prensa si alguna vez, en mis treinta años de ejercicio, lo hubiera tenido: no he leído el mensaje del Papa en respuesta al escándalo revelado por el gran jurado de Pensilvania.

Lo sé, es lo peor: un periodista debe ir siempre a las fuentes, y en información religiosa no puede haber fuente más importante que las palabras mismas del Santo Padre, no digamos ya cuando se trata de un asunto de tan candente actualidad como el que nos ocupa.

Pero no, no la he leído. No puedo ya. La he abierto, la he tenido ante mí, he comprobado -bendiciones de los tratamientos de texto- las palabras que no incluía, y me he sentido incapaz de enfrentarme a un texto tan obligado y previsible.

Dicho deprisa: cuando tras el escándalo puntual más grave que quizá haya sufrido la Iglesia en siglos la reacción de la Santa Sede son solo palabras, confieso que no me interesan demasiado esas palabras. Cualquier gabinete de relaciones públicas que valga su sal puede hacer maravillas en este sentido, hasta hacernos llorar a todos.

Toda reacción que no incluya el anuncio de ceses, de un cambio radical que arranque de raíz la cultura homosexualista instalada en tantos seminarios y curias diocesanas, es solo un intento de contención de daños, algo que hace cualquier empresa que recibe mala publicidad.

» Hemos descuidado y abandonado a los pequeños», dice el Papa. Pero cuando esos ‘pequeños’, en la figura de las víctimas del sacerdote pedófilo chileno Fernando Karadima, le imploraron que aceptara la renuncia del obispo Barros, un protegido de Karadima que presenció sin protestas los abusos, el Papa les llamó ‘calumniadores’.

Pidió perdón por ello, pero cuando, otra vez, esos pequeños, encarnados en 48 seminaristas del seminario mayor de Tegucigalpa, escribieron una carta pública denunciando el régimen de intimidación homosexual que reinaba en él, la mano derecha del Papa, el coordinador de su muy exclusivo consejo privado C9, el poderoso Cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga les llamó mentirosos y les acusó de alinearse contra la ‘anti-Iglesia’.

Esos pequeños son aquellos cuyos abusos han propiciado que el ministerio fiscal chileno haya llamado a declarar a la cúpula de la iglesia nacional, incluido un emérito, Errazuriz, que sigue siendo miembro del C9.

Acaba de nombrar ‘sostituto’ de la Secretaria de Estado para asuntos generales a un hombre, el venezolano Edgar Peña Parra, que presionó para que el entonces sacerdote Juan José Pineda, apartado ahora tras las acusaciones verosímiles de abusos homosexuales, fuera nombrado obispo auxiliar de Maradiaga. Otro nombramiento reciente ha sido el del ahora obispo portugués José Tolentino Mendonça, que asegura que Jesús «nunca estableció normas».

No es solo que el Vaticano no ha dicho nada sobre esta crisis hasta que le ha resultado imposible, incluso peligroso, no hacerlo; es que, como no nos cansamos de ver, hay una desconexión desesperante entre muchos de los mensajes más esperanzadores del Papa y sus acciones concretas, sus medidas reales.

La ‘tolerancia cero’ resultó no serlo tanto, como vemos, al igual que la ‘Iglesia pobre para los pobres’ no ha significado que Francisco se deshaga del APSA (el enorme patrimonio inmobiliario del Vaticano), a pesar de las constantes llamadas a acoger a los refugiados. ¿Demagogia? No: tomarse en serio el deseo de una Iglesia pobre.

La misericordia que tiene siempre en los labios y por la que todo el mundo le alaba también ha resultado extraordinariamente selectiva. De ella se benefician quienes, de pecar, pecan del lado ‘bueno’, quienes exageran, en todo caso, las líneas ideológicas que Su Santidad no disimula, como el ex presidente brasileño encarcelado por corrupción Lula da Silva. Otros, los ‘rígidos’, los que encuentran a Cristo de un modo más cercano a la manera tradicional, como la Hermandad de los Santos Apóstoles o los Franciscanos de la Inmaculada, han podido probar la otra cara de Francisco, implacable y sin apelación ni explicación.

El próximo miércoles se inicia en Dublin un Encuentro Mundial de las Familias bajo la égida de Su Santidad organizado por Kevin Farrell, quien fuera amigo personal, colaborador y protegido del ex cardenal McCarrick; que contará con la presencia estelar del jesuita homosexualista James Martin y de la que se han excusado ya, a pocos días del comienzo, dos cardenales que debían encabezar importantes intervenciones, O’Malley y Wuerl. Mientras se hace evidente que la infiltración homosexual en el clero está en el núcleo mismo de esa situación que ha causado «heridas que no prescriben» en los más pequeños, el evento se presenta como una forma de ‘suavizar’ la postura de la Iglesia sobre la homosexualidad.

Libertad Digital titula la noticia con unas palabras del jefe de prensa del Vaticano, Greg Burke, el mismo que no interrumpió inmediatamente sus vacaciones cuando se conoció el informe: Greg Burke: «Es significativo que el Papa se refiera a los abusos como un crimen, no solo un pecado». Pero no, no es significativo cuando ya lo ha hecho una institución oficial como es el gran jurado del Estado de Pensilvania.

En Vatican News, que va camino de merecer el nombre de Pravda francisquista, también abren con comentarios de Greg Burke: «El Papa lo subraya, las heridas nunca prescriben». ¿Qué quiere decir eso, exactamente? ¿En qué se traduce? Después de que Benedicto XVI secularizara al sacerdote pederasta Mauro Inzoli, Francisco lo rehabilitó, para volver a secularizarlo cuando reincidió. Las heridas no prescriben, pero los delitos, sí.

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Comentarios
19 comentarios en “Por qué no he leído la carta de Francisco sobre los abusos
  1. ¿A quien le puede a estas alturas interesar lo que diga Francisco? Desgraciadament, el solito se ha ido descalificando hasta conseguir el total descrédito entre los católicos. Solamente los enemigos de la Iglesia le prestan cierta atención por sí se le ocurre alguna de sus genialidades malévolas. Los fieles católicos con cierta formación ya estamos hasta la coronilla de sus declaraciones. Y pedimos al Cielo que nos libre cuanto antes de esta pesadilla.

  2. Se nos plantea una falsa opción: apoyar el informe Shapiro, asumido acríticamente por Francisco -no podía ser de otra manera, luego del entusiasta aplauso del Washington Post, usina gigante distribuidora de fake news- o apoyar a la pederastia homosexual y toda clase de aberraciones sexuales -incluso algunas que no son consideradas tales por la sociedad moderna- pero si por la Iglesia. En realidad no hay opción alguna. La preferencia excluyente sobre la verdad es lo que prima. A nivel jurídico existen normas procesales para llegar ella. Josh Saphiro se las ha pasado por el aro, como fiscal. Función que evidentemente no le interesa mucho. En vista que es un fracaso laboral importante el suyo: sólo 2 enjuiciados en 300 acusados.

    1. En cambio, Saphiro en su función de novelista sobre historia ha tenido un éxito notable. Automáticamente, sin que se pueda escuchar la voz de ningún acusado, logra que 300 denunciados, no solo sacerdotes, sean considerados, incluso por Francisco, criminales.

  3. Lo que tiene que hacer Bergoglio para recuperar la credibilidad de los católicos es disolver su desacreditado C9, antes de que se lo derrumben los tribunales por encubrimiento de abusos sexuales. Lo segundo es limpiar la Iglesia Católica de sodomitas. Dudo que lo haga. De hecho en su carta ignora el vínculo clarísimo entre homosexualidad y abuso sexual.

  4. Es que si toma medidas, va a ser que se queda solo, sin su C9 y rodeado de carcas, tradis, pepinillos en vinagre, y sobre todo, varones; un verdadero infierno en vida.

  5. Yo sí la leí, y casi que la había adivinado. «La penitencia y la oración nos ayudará a sensibilizar nuestros ojos y nuestro corazón ante el sufrimiento ajeno y a vencer el afán de dominio y posesión que muchas veces se vuelve raíz de estos males». No, Papa Francisco, tiene que hablar claro: la raíz de estos males está en la homosexualidad, palabra que ni siquiera figura en su carta.
    «es necesario que cada uno de los bautizados se sienta involucrado en la transformación eclesial y social que tanto necesitamos». Tengo la impresión que usted trabaja para el statu quo. Como ahora se le ha complicado la situación, habla de la transformación.
    «Nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana: «. Perdone, Papa Francisco, si no coincido con su opinión. La salvación es PERSONAL. Lo puede repetir las veces que quiera, pero no va a dejar de ser PERSONAL.

  6. Entonces, ¿por qué has escrito un artículo al respecto?
    Creo que lo menos que se podría hacer es haber ido a la fuente, luego hacer una crítica, la que quisieras.

  7. No lo he leído ni lo pienso leer. Creo que conozco muy bien las encíclicas y documentos de los papas anteriores a Francisco I pero no leo lo que sale de él. Como tampoco leo todo lo bueno que pudo decir Lutero o Arrio, como ya lo he expresado en otras ocasiones. Respeto el cargo encomendado al papa y a su persona en cuanto tal, pero dada su doctrina y apropiación indebida de ideas erróneas, no me es permitido seguir sus enseñanzas porque, con ello, ayudo a la difusión del mal y a la ceremonia de la confusión en que está metida hoy la Iglesia en muchos jerarcas. La verdad es que me alegro de no tener que hacerlo por «oficio», como puede ser el de periodistas o teólogos, y alabo lo escrito por C. Esteban.

  8. Da risa los comentarios que hacen. Siguen añorando las misas en latín de espaldas al pueblo de Dios, donde nadie entendía nada salvo esos académicos que manejan la teología para su gusto y conveniencia, ante un gran pueblo de Dios sencillo y fiel a las obras de misericordia. Nuestro Señor Jesucristo no predico en latín lo hizo en su idioma nativo. Añoran las desvergüenzas que ocasionaron los Borgia a la iglesia, o los jerarcas que apoyaron dictaduras como las de Franco y de muchos otros dictadores en el mundo que avasallaron a los humildes colocándoles como servidores de una élite a quienes debían obediencia. Critican el Concilio Vaticano Segundo como origen de los males de la Iglesia, cuando el concilio acerco la iglesia lejana, elitista al pueblo de Dios creyente, humilde para que pudiera discernir su fe ya no por obediencia si no por conciencia. La Iglesia no necesita números, necesita creyentes con conciencia en el amor a Dios y al prójimo, la protección de nuestra madre Maria.

  9. Que comentarios. Siguen añorando las misas en latín de espaldas al pueblo de Dios, donde nadie entendía nada salvo esos académicos que manejan la teología para su gusto y conveniencia, ante un gran pueblo de Dios sencillo y fiel a las obras de misericordia; Nuestro señor Jesucristo predico en su idioma nativo no en latín. Añoran a muchos gobernantes del mundo que antaño fueron apoyados por jerarcas de la iglesia y al recordar causan vergüenza, porque ellos avasallaron a los humildes colocándolos como servidores de una élite a quienes debían obediencia. Critican el Concilio Vaticano Segundo como origen de los males de la Iglesia, cuando el concilio acerco la iglesia lejana, elitista al pueblo de Dios creyente, humilde para que pudiera discernir su fe ya no por obediencia si no por conciencia. Creo que la Iglesia no necesita números, necesita creyentes con conciencia en el amor a Dios y al prójimo, y la protección de nuestra Madre la Virgen Maria.

  10. Señores de Info Vaticana con todo respeto: leo comentarios con insultos graves de todo calibre a personas de mucha dignidad y hasta groserías, con insultos y ataques entre los comentaristas y me piden más moderación porque expongo mi punto de vista, no estoy insultando a nadie respeto los puntos de vista de todos pero no comparto los de muchos, tengo derecho a saber en qué consiste la moderación, nunca me dejan publicar. Bajo que parámetros tengo que hacer el comentario para que la censura no me caiga. Bueno al fin y al cabo ustedes tienen la potestad. Muchas gracias.

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