Así describe Ana Catalina Emmerick la evangelización de Santo Tomás en la India

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Ana Catalina Emmerick nació el 8 de septiembre de 1774 en Flamsche, Alemania. A los cuatro años comenzó a tener visiones y mociones espirituales. En algunas de estas visiones, la beata contempló la vida de los santos y de los mártires. A continuación, puede leer algunos fragmentos en los que describe la evangelización del apóstol Santo Tomás en la India, recogidos en el libro Secretos de la Biblia:

Cerca de tres años después de la muerte de Cristo, santo Tomás emprendió viaje con el apóstol Tadeo y cuatro discípulos hacia el país de los Reyes Magos. Allí bautizó a dos de los tres Reyes Magos: a Mensor y a Teokeno. (En otro lugar dice Ana Catalina que Sair, el tercero de los reyes, ya había muerto). En todas partes obraba grandes maravillas el apóstol Tomás; establecía maestros de la fe y dejaba a un discípulo. Se dirigió hasta la Bactriana. Lo he visto muy al norte, en la China, donde empieza Rusia, entre gentes completamente bárbaras. En Bactriana, especialmente entre los que siguen las enseñanzas de la Estrella Luminosa (Zoroastro), fue muy bien recibido. Lo he visto también en el Tíbet. Después he visto a Tomás, no solamente en la India, sino también en una isla, entre gente de color negro, y en el Japón, y he oído profecías hechas por él sobre la suerte de la religión en ese país. Tomás no había querido por propia voluntad ir a la India. Antes de irse había tenido frecuentes visiones en sueños, pareciéndole que él edificaba en la India hermosos y grandes palacios. No entendía en un principio tales visiones y las desechaba, ya que no era constructor de casas. Pero después le volvían los avisos de que se dirigiera a la India, para convertir a mucha gente, ganar almas para Dios; que esto era lo que significaban los palacios que edificaba. Refirió sus visiones a Pedro, quien lo animó a ir a la India. Viajó a lo largo del Mar Rojo. Estuvo también en la isla Socotora, donde evangelizaba; no permaneció mucho tiempo allí.

Era la segunda ciudad del reino al que Tomás había llegado, cuando celebraban allí una gran fiesta. Él empezó a evangelizar y a curar los enfermos. El rey y mucha gente escuchaban su enseñanza. Logró convertir a tanta gente que un joven sacerdote idólatra concibió mucho enojo contra él. En medio del concurso de pueblo donde enseñaba Tomás, se adelantó y le dio una bofetada. Tomás se mostró muy paciente y, sin inmutarse, ofreció la otra mejilla a los golpes y hasta le dio las gracias. Por esta actitud quedaron el rey y el pueblo muy admirados y consideraron a Tomás como persona santa. El mismo sacerdote de los ídolos se convirtió. Su mano se había cubierto de lepra, pero el santo la sanó, y así, convertido, fue luego el más adicto discípulo del apóstol. Tomás convirtió también a la hija del rey y a su esposo, que estaba poseído por un demonio (…)

He visto a Tomás en otra ciudad de la India, junto al mar, deseando volver atrás en su viaje. Creo que no era lejos otro lugar donde he visto más tarde a Javier. Se le apareció Jesús y le mandó ir más adentro en la India. Tomás no se decidía; le parecía que había allí pueblos muy bárbaros. Se le apareció Jesús nuevamente, y le dijo que huía de su presencia como Jonás: le animó a ir, prometiéndole estar con él; le dijo que allí se obrarían grandes maravillas por su predicación; que en el día del juicio estaría él junto a Cristo, como testigo de lo que se había hecho por la conversión de los hombres.

He visto luego al apóstol salir en medio de mucha gente; lo he visto sanando enfermos, echando demonios y bautizando junto a un pozo. Se le acercó un hombre noble, muy instruido y muy bueno, que estaba siempre consultando libros y se hizo un discípulo muy adicto. Este hombre tenía una sobrina casada con un pariente del rey del lugar. Era joven, hermosa y muy rica. Cuando oyó hablar del apóstol concibió un gran deseo de oír su enseñanza. Se metió entre el pueblo y, echándose a sus pies, le pidió que la instruyera en las verdades de la fe. Tomás la evangelizó y la bendijo. Ella estaba muy conmovida; lloraba, oraba y ayunaba día y noche. Su esposo, que la amaba mucho, la quería distraer; pero ella le rogó que la dejase todavía algún tiempo libre. Iba todos los días a la enseñanza del apóstol y se hizo ferviente cristiana. Esto irritó muchísimo a su esposo, que se vistió de luto y se presentó en queja al rey, contra Tomás. Mandó el rey que Tomás fuera arrastrado con una soga por el hombre irritado, y azotado y encarcelado; mas él daba gracias a Dios de todo lo que padecía (…)

Más tarde, como hasta en la familia real algunos se habían enmendado, oyendo la predicación del apóstol, mandó el rey comparecer a Tomás. El apóstol lo evangelizó, y como él no creyese, le dijo Tomás que hiciese alguna prueba con él para que viera que predicaba la verdad. Mandó entonces el rey traer asadores calentados al rojo, y Tomás caminó sobre ellos sin sentir daño alguno. En el lugar donde estuvieron los hierros ardientes, brotó una fuente. Tomás le dijo cómo él mismo había visto los milagros de Cristo durante tres años, cosa que decía a menudo, y que, a pesar de todo, frecuentemente dudaba; por eso quería convencer a los más incrédulos. Tomás narraba su propia culpa en todas partes. El rey intentó aún ahogarlo dentro de una pieza que hizo llenar de vapor caliente; pero no llegó a causarle daño alguno y la pieza estaba llena de aire fresco. Cuando pretendió que Tomás sacrificase a sus ídolos, el apóstol le dijo: «Si Jesús no pudiera destruir a tu ídolo, entonces yo le ofreceré incienso». Se preparó una gran fiesta; caminaron hacia el templo, en medio de músicas y cantos. El ídolo de oro era conducido en un carro majestuoso. En cuanto Tomás oró, se vio descender fuego del cielo, que derritió el ídolo en un momento. Otros muchos ídolos cayeron destrozados al suelo. Se produjo por esto un gran levantamiento entre el pueblo y los sacerdotes, y Tomás fue arrojado de nuevo a la cárcel. De esta cárcel fue librado, como Pedro, y llegó a una isla donde estuvo largo tiempo.

(…) He visto que Tomás, hincado de rodillas sobre una piedra, solía orar fuera de la ciudad, en un lugar distante del mar, y que sus rodillas quedaron impresas en la piedra. Él predijo que cuando el mar que estaba entonces bastante lejos llegase a lamer esa piedra, vendría un hombre desde muy lejos y predicaría allí la fe de Jesucristo. Yo no podía pensar que el mar llegaría con el tiempo hasta allí. En ese lugar se levantó una cruz de piedra cuando Javier llegó a esta comarca.

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Comentarios
2 comentarios en “Así describe Ana Catalina Emmerick la evangelización de Santo Tomás en la India
  1. SOR TROLL
    anda que todo el día dando por… que ya sabemos que eres gay, pero no hace falta que pregones tu estupidez a todas horas. Tu a lo tuyo, entre tus colegas…

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