El complot contra el Padre Pío

Marco Tosatti recoge en su libro "Padre Pío contra Satanás" la estrategia utilizada por los enemigos del fraile capuchino para intentar desacreditarle El Padre Pío celebrando la eucaristía
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A lo largo de sus 81 años de vida, San Pío de Pietrelcina libró una batalla continua y durísima contra el demonio, que se sirvió de todo instrumento, ordinario y extraordinario, para atacar a quien evidentemente consideraba un combatiente temible. A través de relatos, biografías, cartas, testimonios y la inédita Positio -el monumental dossier de documentos que sirvió de base para la canonización – Marco Tosatti reconstruye esta lucha en su obra Padre Pío contra Satanás.

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Entre los testimonios incluidos en la Positio se encuentra el del sacerdote don Francesco Putti que presenta, documentándola, la tesis de la puesta en marcha de un verdadero complot para desacreditar al fraile capuchino. Uno de los objetivos de la conspiración descrita en este testimonio era cambiar la actitud de algunos frailes y sacerdotes que hasta ese momento habían sido devotos admiradores del Padre Pío. Tosatti recoge en su libro un fragmento del relato de Francesco Putti que detalla una de las estrategias utilizadas por los enemigos del Padre Pío:

«Los hechos existen y, es más, existen las pruebas –contó don Francesco Putti, entrevistado sin saberlo–. Poned mente al diabólico y pérfido sistema para que la propia Iglesia atacara a un sacerdote. He aquí el caso práctico, como de hecho ocurrió. En primer lugar, es necesario que algunos hermanos, u otros sacerdotes, sean vinculados al secreto natural de la confesión sacramental con algunas mujeres. Me explico: un buen día, bueno, en realidad un mal día, una hija del demonio en carne y hueso, encargada a propósito “por quien tiene interés” de actuar contra el sacerdote N.N. se presenta al confesor A.B. y dice que el sacerdote N.N. se ha comportado mal con ella, ha hecho cosas innombrables. En otra ocasión, otra hija del demonio refiere al confesor C.D. que dicho sacerdote N.N. le ha hecho propuestas obscenas y también se ha comportado mal con ella. Y así, hasta obtener que más mujeres, hijas del demonio, se dirijan cada una a su propio confesor, acusando inicuamente al mismo sacerdote N.N. de impureza y complicidad en pecado ignominioso. Con dicha operación diabólica, llevada a cabo durante mucho tiempo y minuciosamente, al final todos los sacerdotes saben que el sacerdote N.N. se ha comportado mal. Por otra parte, cada uno de los confesores no tiene motivo de dudar de la sinceridad de la acusación circunstanciada porque su penitente, en conjunto, se muestra aparentemente recta y temerosa de Dios, cuando la realidad es que es una mensajera con la tarea de arruinar al sacerdote N.N. En el caso que se lleve a cabo una investigación del sacerdote N.N., es lógico que sus hermanos no tomen la iniciativa para defender al presunto culpable. Por este motivo, la autoridad eclesiástica encontrará el camino libre para tomar las medidas de rigor que requiere el caso en cuestión. El resultado es que se destruirá al sacerdote N.N. para siempre».

Francesco Putti continúa su relato explicando por qué tiene la certeza de que esta estrategia se utilizó contra el Padre Pío:

«La que acabo de relatar es la historia del Padre Pío y puedo demostrarlo. En primer lugar, en el verano de 1960 me encontré con un padre capuchino que me abrió su alma afligida y precisamente en dicha circunstancia pude citar no sólo las virtudes del Padre Pío, sino sobre todo la silenciosa aceptación del sufrimiento por él ofrecida en favor de las almas. Tras lo cual, surgió entre ese hermano del Padre Pío y yo una divergencia de juicio sobre la realidad de las virtudes del Padre Pío y, en especial, acerca de la castidad.

Dicho padre afirmó que, sinceramente, no compartía el elogio sobre la castidad del Padre Pío. Ante mi sorpresa, ratificó su pensamiento diciéndome: “Por desgracia, no es como usted dice; me resulta que las cosas son de otro modo. De hecho, una mujer me ha confesado que el Padre Pío se había comportado mal con ella, por lo que…”. Por mi parte, instintivamente, sabiendo por experiencia que en cualquier caso el nombre del cómplice en pecado infame no debe revelarse, pregunté si había sido él quien lo había solicitado. La respuesta fue precisa: “No, de manera espontánea me dijeron el nombre del Padre Pío como cómplice en pecado ignominioso”. Me quedé perplejo oyendo que se había informado del nombre del cómplice de manera espontánea… repito, ¡esto nunca sucede!

En segundo lugar, el comportamiento de muchos, demasiados, hermanos del Padre Pío es y sigue siendo totalmente injustificable. De personas entusiastas de su hermano se transformaron en enemigos acérrimos del mismo. En algunos hubo un cambio radical y repentino que no tiene ninguna justificación: la única explicación la podemos encontrar en lo que hemos expuesto más arriba».

En su testimonio, Francesco Putti también señala la rabia que suscitaba en los perseguidores del Padre Pío su fecundo apostolado y que llevara a muchas almas a la conversión:

«El Padre Pío, mediante un larguísimo y fecundo apostolado, ha llevado a la conversión a diversos exponentes de la masonería, entre otros muchos pecadores. Este hecho ha provocado una reacción llena de rabia, que fue realizada con una programación lenta y segura. Ningún otro medio habría podido frenar al Padre Pío en su apostolado; sólo una acusación de inmoralidad, que es lo que sucedió. Con sistemas como este se ha arruinado la vida de muchos sacerdotes, pero no puedo dar nombres. Basta recordar a san Alfonso. Acusado de inmoralidad, fue despreciado, vilipendiado y murió fuera de la orden por él fundada, porque fue expulsado. Contrariamente a lo que se hubiera esperado entonces, ha subido a la gloria de los altares. Su gloria es la sentencia contra los acusadores».

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Comentarios
6 comentarios en “El complot contra el Padre Pío
  1. ¡Cuántos casos hay similares! En la actual y feroz campaña contra la Iglesia se ha utilizado esta estrategia, unida a otra aún más eficaz: ¡Lograr que, efectivamente, algunos sacerdotes caigan en inmoralidad, induciéndolos y seduciéndolos! Cuando han caído, entonces sus vergüenzas son puestas al descubierto no para destruirlos a ellos solos, sino para destruir a la Iglesia desde dentro. La mundanización de la Iglesia y, especialmente del clero, en los años 70 y 80 del pasado siglo fue especialmente intensa. Hoy se trata de mostrar esa realidad para sembrar el desprestigio y la desconfianza hacia la Iglesia en cuanto tal y para desacreditar totalmente su mensaje y su testimonio. ¡Y esto se hace a la vez que se ensalza la inmoralidad que se denigra en los miembros de la Iglesia!
    Actualmente hay en curso una segunda campaña: la secularización total del testimonio de la caridad cristiana. Se trata de sustituir la caridad por organizaciones laicas «solidarias».

  2. ¡Pues es un excelente aviso para navegantes!. Ya sabemos como actúa la masonería y los enemigos de la Iglesia y de la santidad en estos casos. Y se pueden suponer estrategias parecidas a la de la confesión en otros. Aviso para navegantes y para confesores: cuando se de el nombre del otro pecador, sin pedirlo (que además no estaría justificado), se están utilizando ardides infernales. Que los hijos de las tinieblas son astutos y -añadiendo a lo que dice el Señor- no tienen moral, para ellos todo vale, incluso romper el recibo de la deuda, engañando a su señor y robando torticeramente. ¿Tomaremos nota o seguiremos con el buenismo acomplejado en la Iglesia de Dios, oyendo sólo la segunda parte del aviso divino y no la primera: «sed, pues, prudentes como serpientes ?. Y el orden del aviso ¿fue aleatorio y sabía el Señor que había que insistir para los «buenos» más en el primer aviso?

  3. Ahora veo por qué «Se puede apreciar el alcance del poder de las tinieblas en las discordias entre los que le combaten» (era más o menos así) .
    Esas pobres almas debieron aferrarse a la obediencia a su confesor y amigo.

  4. Otro dato inexplicable sobre el Padre Pío, fue el proyecto arquitectónico del Santuario en Pieltrechina, que se dijo que tenía signos masónicos. Pero el Padre Pío ya no lo pudo ver.

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