Desconcertantes declaraciones del cardenal Nichols sobre el caso Alfie: apoya firmemente a los médicos y jueces con su teoría del «superior interés» [del niño] y ataca a quienes han luchado por la vida del pequeño Alfie.
El cardenal de Westminster, Vincent Nichols, afirma que se ha hecho todo lo posible para ayudar a Alfie Evans, criticando al mismo tiempo -y sin especificar a quién se refiere- a todos aquellos que han «intentado sacar tajada política» de la tragedia, «sin conocer los hechos». El purpurado se encontraba en Polonia como enviado papal y ha hablado con la agencia KAI.
El cardenal, con una visión totalmente personal del catecismo y de la situación de Alfie, ha dicho: «Es importante recordar que el Hospital Alder Hey se ha ocupado de Alfie, no sólo durante dos semanas o dos meses, sino durante dieciocho meses, consultando a los mejores especialistas del mundo, por lo que la posición de los médicos del hospital, según los cuales no se podía proporcionar ulterior ayuda médica, era muy importante. La Iglesia dice de manera muy clara que no tenemos la obligación moral de continuar una terapia intensiva cuando no tiene ningún efecto; y el Catecismo de la Iglesia enseña también que los cuidados paliativos, que no son una negación de ayuda, pueden ser un acto de piedad. Una acción racional, purificada de la emoción, puede ser una expresión de amor; estoy seguro que Alfie ha recibido este tipo de atención».
Nichols estaba en Gniezno, como representante del Pontífice en ocasión del sexto centenario de la sede primada polaca. Ha dicho que gran parte del los médicos y del personal sanitario que se han ocupado de Alfie son católicos, y que se han sentido «profundamente ofendidos» por las acusaciones dirigidas contra ellos. Ha dicho también que se sentía feliz porque los padres del niño, al final, habían llegado «a un acuerdo y una armonía» con el Alder Hey. Está claro que el cardenal no sabe nada del epílogo de toda esta historia.
«Es muy difícil -ha proseguido Nichols, apropiándose de la ideología del «interés superior»- actuar en el mejor interés de un niño cuando esto no es siempre lo que los padres desean; por esta razón, un tribunal debe decidir lo que es mejor, no para los padres, sino para el niño». Ha añadido: «La sabiduría nos da la capacidad de tomar decisiones basadas en una información total [de la situación], y muchas personas, en las últimas semanas, han tomado posición en el caso de Alfie sin tener dicha información, por lo que no han actuado por el bien de este niño. Por desgracia, también ha habido personas que han utilizado esta situación para fines políticos». En realidad, quien realmente parece no estar informado es el cardenal.
El cardenal no ha explicado -tal vez no se lo han preguntado- cómo es posible que la diócesis y los obispos ignorasen que Tom y Alfie eran católicos (lo han escrito en el comunicado); tampoco ha dicho nada sobre la prohibición impuesta a los padres, a pesar de la intervención del Pontífice, del Hospital Niño Jesús y de Italia, de llevar a Alfie a Roma. Una prohibición que muchos dentro de la Iglesia -justo hoy, el cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin- han juzgado, y juzgan, incomprensible. Y que alimenta, claramente, todo tipo de sospechas hacia el Hospital Alder Hey. Por todo ello, tenemos que preguntarnos también cuáles son los motivos que llevan a la diócesis de Liverpool y a la Iglesia de Inglaterra y Gales a alinearse con tanta vehemencia al lado del hospital. Un hospital que, en el pasado, ha estado implicado en numerosos escándalos relacionados con el cuidado de los niños.
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