El Papa Francisco y la reforma: los problemas financieros persisten

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El vaticanista Edward Pentin analiza en un artículo en National Catholic Register los esfuerzos llevados a cabo por el Papa en estos últimos cinco años para reformar las finanzas del Vaticano.

(Edward Pentin / National Catholic Register)– Tras varios escándalos financieros que tuvieron lugar durante el pontificado de Benedicto XVI, precedidos por otros famosos delitos financieros en los años 80 y 90, se esperaba que el Papa Francisco finalmente pusiera orden en las finanzas vaticanas, para que fueran respetadas a nivel internacional, completando así las reformas iniciadas por deseo expreso del Papa Benedicto XVI.

Al principio, las reformas parecían prometedoras: Francisco formó varios grupos de supervisión, incluyendo la poderosa Secretaría de Economía, dirigida por el cardenal australiano George Pell.
Rápidamente esta Secretaría, creada en 2014 y que fue puesta al mismo nivel que la Secretaría de Estado, empezó a revelar que había grandes cantidades de dinero que no habían sido registradas en las declaraciones del estado financiero (94 millones de euros en la Secretaría de Estado, seguidos por casi mil millones de euros en otros dicasterios).

Inicialmente, la Secretaría de Economía recibió la orden de asumir la responsabilidad de los bienes inmuebles y del personal del Vaticano, antes en manos de la Administración del Patrimonio de la Santa Sede (APSA), organismo considerado desde hace tiempo un nido de corrupción mayor que el Instituto de Obras Religiosas, conocido también como Banco Vaticano. Mientras tanto, se encargó a grandes empresas de consultoría el asesoramiento sobre eficiencia y transparencia.

Pero las reformas pronto se encontraron con la resistencia de la Secretaría de Estado, el APSA y el Governatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano, que se negaron a cumplir con los requisitos exigidos para una mayor transparencia y conformidad a las reglas y una contabilidad más clara, ya que esto podría revelar prácticas de corrupción o implicaría una pérdida de poder entre la llamada «vieja guardia», según informaron varias fuentes.

Encabezada por el cardenal italiano Domenico Calcagno, antiguo tesorero de la Conferencia Episcopal Italiana, la Administración del Patrimonio de la Santa Sede mostró especial resistencia al proceso de reforma y, en la primavera de 2016, pudo recuperar su función de supervisión de los activos financieros del Vaticano de manos de la Secretaría de Economía.

El cardenal se enfrenta actualmente a cargos por malversación de cuando era obispo de Savona, en el norte de Italia. El Papa Francisco sigue teniendo una relación estrecha con el cardenal Calcagno, al que ha permitido que siga dirigiendo el APSA y con el que cena en su residencia de Santa Marta muchas noches, según afirman algunas fuentes.

El poder de la Secretaría de Economía disminuyó de nuevo en 2016 cuando una auditoría que estaba llevando a cabo PricewaterhouseCoopers (PwC) terminó sólo cuatro meses después de que empezara. La orden vino de la Secretaría de Estado, a la que siguió en julio de 2016 el Motu proprio I Beni Temporali, con el que Francisco revocaba los amplios poderes concedidos inicialmente a la Secretaría de Economía. Según se afirma, el cardenal Pell no recibió notificación previa de ninguna de estas acciones.

Las relaciones entre el APSA y la Secretaría se deterioraron aún más al año siguiente, cuando el APSA dio unilateralmente instrucciones para auditar departamentos del Vaticano sin informar al cardenal Pell o a Libero Milone, el auditor general del Vaticano.

Ambos escribieron una carta conjunta de denuncia dirigida al APSA en la que declaraban que el dicasterio se había excedido más de la cuenta en su autoridad e indicando a otros dicasterios que no acataran las instrucciones del APSA. Fuentes internas informaron que la «demostración de fuerza» del APSA fue «un intento aparente de disminuir la importancia de los dos nuevos organismos oficiales de supervisión del Vaticano». Las fuentes también comunicaron al Register la falta de intervención de Francisco; de hecho, su continuo alinearse con la «vieja guardia», firmemente afianzada, ha perjudicado mucho el esfuerzo reformista.

El propio Milone sería la siguiente víctima. Nombrado para formar parte de las reformas, se suponía que el auditor general sería el guardián principal de las finanzas vaticanas, informando al Papa de cualquier delito al respecto. El mes de junio pasado, el Vaticano anunció que Milone había dimitido tras dos años en el cargo. Más tarde se supo que él y su sustituto, Ferruccio Pannico habían sido despedidos y sus despachos puestos patas arriba.

Aunque el Vaticano afirmó que Milone había espiado a otros empleados, fuentes han informado al Register que más bien era lo contrario: Milone y Pannico habían sido espiados y fueron despedidos cuando sus investigaciones estuvieron a punto de destapar la mala conducta financiera del personal del APSA y otros despachos vaticanos.

El propio Milone dijo, en una entrevista a un periódico a finales de septiembre de 2017, que fue «bloqueado por la ’vieja guardia’, que sigue estando allí», cuando descubrieron que podía decirle al Papa «lo que había visto con mis propios ojos en las cuentas».

Una semana después del despido de Milone, fue el turno del cardenal Pell, cuando la policía australiana le envío una orden de comparecencia por cargos de «delitos sexuales».

Justo unas semanas antes de que la policía australiana emitiera la orden de comparecencia, el cardenal Pell había informado al Papa en una carta filtrada al Register sobre «serias irregularidades» en el APSA, lo que significaba que el Vaticano se estaba acercando al «momento de la verdad» en la reforma económica.

El cardenal Pell ha pedido un periodo de excedencia de su cargo en la Secretaría de Economía para enfrentarse al proceso judicial. Se está llevando a cabo una audiencia preliminar en Melbourne para determinar si los cargos de abuso, que el cardenal niega categóricamente, son suficientemente creíbles para garantizar un juicio.

Un prelado de alto rango del Vaticano le expresó al Register el mes pasado su «profunda preocupación» porque las reformas del cardenal Pell «que estaba llevando a cabo en medio de una gran dificultad, parece que han sido revocadas».

Además de la reforma financiera de la Curia, la reciente divulgación de la donación de 25 millones de dólares impulsada por el Papa a través de la Fundación Papal al Instituto Dermopatico dell’Immacolata (IDI), un hospital italiano gestionado por la Iglesia en Roma lleno de corrupción y mal gestionado, ha arrojado una nueva sombra sobre el manejo de las finanzas por parte del Santo Padre.

El hospital, aunque está bien considerado, tiene una deuda de casi mil millones de dólares y una historia de corrupción causada por sobornos y nepotismo. Fuentes informadas le dijeron al Register el 20 de febrero que el Papa y altos oficiales del Vaticano fueron advertidos que no dieran dinero a la organización, a pesar de lo cual siguieron adelante, contra los deseos de los benefactores de la Fundación Papal.

«En un intento por salvar el hospital, han tratado de conseguir dinero de dónde podían», ha dicho una fuente implicada en la reforma financiera, «porque si el IDI quiebra, el gobierno italiano le quitará el control del mismo al Vaticano»

Fuentes internas

Entre las fuentes con las que ha hablado el Register para este informe financiero, hubo dos oficiales laicos que fueron claves y que hablaron protegidos por el anonimato.

La primera fuente es optimista: cree que los problemas resaltados por los medios de comunicación han sido «exagerados» y que se están llevando a cabo progresos. Alabó al Consejo de Economía, establecido en 2014, por emitir directrices normativas para la Secretaría y por revisar su trabajo, y que según la fuente es «un Consejo dinámico, bien reconocido por el Papa Francisco y los jefes de los dicasterios». El Consejo está compuesto por ocho cardenales y siete miembros laicos expertos en finanzas y está encabezado por el cardenal alemán Reinhard Marx.

La fuente alabó las reformas realizadas por el APSA y señaló que PricewaterhouseCoopers está auditando ahora este dicasterio. «No es necesariamente una auditoría completa, pero es un tramo, se trata de ir paso a paso, llevándola a cabo con seriedad», ha dicho.

En lo que se refiere al Banco Vaticano, la fuente ha dicho que su actual presidente, Jean-Baptiste de Franssu, está siguiendo el «fantástico» trabajo empezado por su predecesor, Ernst von Freyberg, nombrado por Benedicto, «introduciendo un tono distinto» y creando «una institución gestionada de manera mucho más profesional, una que no sólo tiene medidas contra el blanqueo de dinero y para la prevención del fraude, sino que también está implementando estas normativas».

Alabó la Autoridad de Información Financiera, creado bajo el pontificado de Benedicto XVI, por hacer un «trabajo excelente» en las investigaciones que ha llevado a cabo, presentándolas después ante el promotor de justicia vaticano, o jefe de la fiscalía.

En su último informe, publicado en diciembre, Moneyval, un comité de expertos que forma parte del Consejo de Europa, al evaluar las medidas contra el blanqueo de dinero, declaró que la Autoridad ha estado trabajando «eficientemente», pero criticó al Vaticano por no llevar hasta ahora los casos de blanqueo de dinero ante los tribunales.

La fuente atribuyó este hecho a la dificultad de «encontrar gente con la suficiente competencia y experiencia» para actuar como promotor de justicia y no por «la falta de deseo de llevar a los posibles acusados ante la justicia».

También alabó el hecho que, el 3 de marzo, el Vaticano pareció responder a las críticas de Moneyval al acusar a Angelo Caloia, un antiguo presidente del Banco Vaticano, por cargos de malversación y blanqueo de dinero.

Aunque admitió que el Vaticano no puede garantizar que no haya nuevos delitos, según la fuente «en comparación con hace cinco años, es extremadamente difícil que alguien con malas intenciones intente hacer algo ahora; hay demasiada seguridad en lo que concierne a las instituciones financieras».

Críticas

Por el contrario, la segunda fuente, que ha participado en las reformas desde el principio, hizo una declaración despiadada.

Las reformas financieras, ha dicho al Register, «están finiquitadas, acabadas, han sido bloqueadas»

Quienes en el Vaticano se oponen a las reformas «las han bloqueado totalmente y mienten si se les pregunta», ha dicho. «La corrupción continúa, pero se oculta mejor», ha añadido. El estado del Vaticano ha vuelto a lo que era cinco años atrás, incluso peor.

La fuente ha dicho que el Vaticano sigue fracasando en «transparencia, conformidad con las reglas y vigilancia» y que era «importante atar cabos». Ha explicado que acontecimientos como el despido de Meloni, la salida del cardenal Pell y la interrupción de la auditoría de PwC «no son casos aislados, sino partes integrantes de la resistencia». Quienes bloquean la reforma contribuyeron a la cesión del cardenal Pell y consideran a Milone «el enemigo público número 1».

La fuente apoya la iniciativa de traer consultores externos para la reforma, como el Promontory Financial Group, que ha «descubierto muchas cosas», pero «la vieja guarda» dentro del APSA y en otros despachos «sabe muy bien cómo borrar sus huellas».

Un método, ha afirmado, es «crear capas protectoras», ubicando lo que parecen ser «donaciones» en el marco de una red sofisticada de cuentas de ultramar marcadas con nombres en código que ocultan su origen y beneficiarios.

La fuente ha exonerado en parte al Secretario de Estado Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, diciendo que el cardenal cree en la necesidad de «limpiar las finanzas vaticanas», pero su deseo de evitar que la Secretaría de Estado «sea explorada» hizo que pareciera que se resistía a la reforma.

La fuente ha añadido que lo que hace que otros cargos del Vaticano se resistan a la reforma no es su avaricia o ansia de poder, sino «la necesidad de encubrimiento, de control de la información, la destrucción de las pruebas y de los archivos, silenciar a personas que tal vez puedan hablar».

Ir hacia adelante

Ettore Gotti Tedeschi, presidente del Banco Vaticano de 2009 a 2012, dijo al Register el 22 de febrero que si se desea que la reforma sea efectiva, se deben hacer pasos para cumplir totalmente con las medidas exigidas por Moneyval.

Si no se cumple con cuanto requerido por Moneyval, ha dicho, será imposible hacer cambios «reales y sostenibles», pues «el abuso, los errores y los delitos pueden seguir adelante si las normas contra el blanqueo de dinero no se aplican seriamente».

Gotti Tedeschi, que fue obligado a dimitir como presidente sobre todo porque insistía en expulsar a algunas personas opuestas a la reforma, cree que la Autoridad de Información Financiera debe investigar a los altos directivos y hacerles responsables. También defiende otras medidas estrictas, como la creación de una comisión «guiada por un cardenal independiente».

En comentarios hechos al Register el 21 de febrero, la portavoz del Vaticano, Paloma Garcia Ovejero, dijo que «la reforma económica es un proceso complejo que se desarrolla en áreas distintas», pero que el «objetivo es claro: actuar con la debida transparencia y crear los mecanismos de supervisión y control que, entre otros, prevengan que se repitan errores pasados».

«Aunque aún hay trabajo por hacer», ha añadido, «estamos yendo por el camino justo».

(Artículo de Edward Pentin publicado originalmente en National Catholic Register. Traducción de Helena Faccia Serrano para InfoVaticana)

 

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Comentarios
4 comentarios en “El Papa Francisco y la reforma: los problemas financieros persisten
  1. ¿ Resistencias de la vieja guardia a las reformas? No existe tal vieja guardia. En el Vaticano todos los responsables de las finanzas vaticanas o han sido nombrados por Francisco o han sido confirmados por él. El único que se resiste de verdad a la transparencia y la eficacia es el mismísimo Francisco. La corrupción doctrinal lleva de la mano a la económica y la moral. Se invoca la resistencia de la vieja guardia para ocultar la inoperancia francisquita para el bien, cada vez más evidente, en todo.

  2. La inoperancia actual quieren superarla con juicios a supuestos desmanes del pasado. A quienes hay que juzgar es a los Capella, Capozzi, Coccopalmerio, Barros, Ricca, Maradiaga, Sorondo, etc etc. Y hasta al propio Francisco, por corrupción doctrinal y por fomentar la homosexualidad en la Iglesia, lo que provoca más pederastia todavía, al estar vinculada la pederastia clerical con la homosexualidad en más del 80% de los casos.

  3. Francisco todo lo que toca lo destroza. Tuvo que ser un cardenal quien le aclarara que lo habían elegido para reformar, no para destruir. Pues ni por esas. Difícilmente puede arreglar nada rodeado de incompetentes para que no le hagan sombra.

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