El desastre Ploumen no es una excepción, sino la nueva norma

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En la actual política vaticana los límites se difuminan, las instrucciones son vagas, las condenas formales, inexistentes, las consecuencias de una crítica, imprevisibles.

El formalismo tiene una pesíma fama en nuestro tiempo. Vestir ‘informal’ es el ‘desideratum’ en cuanto a atuendo, y arreglar las cosas ‘en una charla informal’ siempre resulta mejor que aplicar algún procedimiento rígido y normativo. Y, sin embargo, es la formalidad la que nos permite saber qué terreno pisamos y la informalidad la que convierte la obediencia en un campo minado.

Un ejemplo: en los países de nuestro entorno no existe censura. Es decir, no existe el oficio de censor, ni un departamento de censura, ni un tipo con lápiz rojo tachando lo que no se debe decir. Pero, si me dan a elegir, prefiero saber de antemano qué asuntos son tabú y es mejor no tocarlos antes de escribir, que encontrarme al día siguiente en la calle o con una multa que me arruine. En el segundo caso, quizá me compense arriesgar y desafiar la prohibición, pero al menos conozco el riesgo y no me sorprenderá el castigo.

Si la claridad, las normas específicas y precisas, son liberadoras en cualquier actividad, en la Iglesia, que se ocupa del transcendental negocio de procurar la salvación eterna de los hombres, son absolutamente esenciales.

Y ese es uno de los rasgos más perturbadores de la actual política vaticana. Los límites se difuminan, las instrucciones son vagas, las condenas formales, inexistentes, las consecuencias de una crítica, imprevisibles y, nos atrevemos a decir, a menudo secretas.

Las solicitudes de aclaración de algún extremo, de lo que debemos entender por tal o cual expresión de una exhortación, una encíclica, una declaración extemporánea o una medida chocan contra un muro de silencio que a menudo solo se rompe con lacónicas explicaciones que plantean nuevos interrogantes al inicial.

No hace falta que volvamos a referirnos a las Dubia, dos de cuyos cuatro cardenales firmantes han muerto ya sin recibir respuesta alguna, o la Correctio Filialis, de la que solo podemos deducir el malestar que ha causado por la reacción de los teólogos de cámara.

En el segundo extremo, este caso de la Orden de San Gregorio Magno concedida a una entusiasta activista proaborto, la holandesa Lilianne Ploumen.

El Vaticano, que no anda exactamente corto en presupuesto para comunicación, no reaccionó al vídeo en la que la galardonada presumía del honor y daba por hecho que reflejaba un cambio de actitud de la Iglesia con respecto al aborto, algo indeciblemente grave. Fue necesario que el escándalo circulase por los medios para que la Oficina de Prensa vaticana se dignase a enviar a unos pocos periodistas elegidos una nota desconcertante, según la cual la medalla en cuestión «responde a la praxis diplomática del intercambio de honores entre Delegaciones durante las visitas oficiales de Jefes de Estado o de Gobierno en el Vaticano».

Uno no sabe muy bien qué resulta más penoso en todo esto, si que una condecoración con casi doscientos años de antigüedad creada para premiar servicios extraordinarios a la Santa Sede se haya convertido en un ‘souvenir’ parte del ‘pack’ de bienvenida al Vaticano para visitantes VIP o que la posibilidad del escándalo a los fieles importe tan poco que nadie se moleste en cerciorarse de que no se conceden honores al Dr. Mengele por sus servicios prestado a la Medicina.

Por lo demás, si esa es la praxis diplomática rutinaria y recordando que Donald Trump, jefe de Estado, visitó al Papa en su día, imaginamos que el Vaticano debió de concederle por lo menos la Rosa de Oro y lo ocultan por modestia.

No tendría nada de raro, después de todo. Trump es el presidente que más daño ha hecho a la industria internacional y nacional del aborto desde que este horror se convirtiera en un ‘derecho constitucional’ en América. La multinacional abortista Planned Parenthood está venga a cerrar clínicas por los recortes en subvenciones públicas, y el ‘grifo’ de las ayudas al aborto en el extranjero se ha cerrado por completo, lo que, precisamente, llevó a Ploumen a crear una ONG, Ella Decide, para compensar y que siga la sangría.

Más aún: este año Trump se convertirá el primer presidente en dirigirse públicamente a la Marcha por la Vida que se organiza cada año en Washington.

No vamos a pretender por un segundo que Trump sea precisamente canonizable, ni siquiera ponemos la mano en el fuego sobre sus purísimas credenciales provida o sus profundas convicciones contra el aborto. Pero si una defensora pública del aborto que hacía compañía a los Reyes de Holanda se llevó de recuerdo de su visita al Vaticano la encomienda de Caballero de la Orden de San Gregorio Magno, no dudamos que las valientes medidas de Trump en favor de la causa de la vida le habrán hecho merecedor, como poco, de un honor equivalente.

Y, sin embargo, todos sabemos que no ha sido así. Todos sabemos que Trump es del único personaje en el ancho mundo del que Francisco ha dicho -si bien se apresuró a disculparse- que «no es cristiano», abriendo una excepción a su «¿quién soy yo para juzgar?», el mismo Francisco que llamó a la fanática abortista Emma Bonino «uno de los grandes de la Italia de hoy».

Todo es interpretable y siempre se puede encontrar una buena explicación para cada una de estas contradicciones aparentes. Pero lo que parece es lo que llega al pueblo fiel, y solo eso debería hacer al Vaticano mucho más cuidadoso en sus gestos. Por lo demás, si hay explicaciones, que se den, procurando que no resulten un insulto a la inteligencia de los lectores.

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Comentarios
14 comentarios en “El desastre Ploumen no es una excepción, sino la nueva norma
  1. San Gregorio Magno alega en su defensa que no fué consultado y que toda la responsabildad es de una misericorditis ajena a su pontificado católico.
    – Come si fa? Guardate, Santità, provo a dire così: la signora ritiene che le mamme, quando sono in attesa di un figlio, possono decidere se tenerlo o no. E poi ritiene che i diritti vadano il più possibile estesi e garantiti a tutte quelle persone che fanno parte del mondo LGBT: lesbiche, gay, bisessuali, transgender.
    – Signore, ci vediamo costretti a ribadire che è per noi assai difficile intendere il significato delle vostre parole. Una cosa, tuttavia, crediamo di averla capita, e cioè che questa gentile signora non ha fatto proprio nulla che riguardi la difesa della Chiesa e della fede. Per cui, se non vi dispiace, preferiremmo terminare qui questo colloquio che per noi, forse anche a causa dei molti secoli che ci separano, si è fatto piuttosto gravoso ed è fonte, non lo nascondiamo, di una certa inquietudine.http://www.aldomariavalli.i

  2. Y el último ejemplo de lo mismo: la frivolidad y banalidad con la que el papa ha oficiado la boda en el avión a Perú. ¿Me dejaría a mí casar así, sin sujetarme al ritual, sin cursillo prematrimonial, sin permiso del obispo propio, sin saber siquiera en qué diócesis se está casando, sin contexto litúrgico ni iglesia, sin investigar los impedimentos…? ¿A partir de ahora puedo casar en fincas particulares cuando me den una buena propina por ello? ¿Puedo inventarme la fórmula del consentimiento como hizo el papa?

  3. Sr. Esteban la inteligencia de los lectores puede ser superior a la de los que escriben para informar.
    La inteligencia de los que escriben puede ser muy grande pero puede estar afectada de falta de objetividad y precisión.
    Este papa habla y obra mucho con la libertad propia de los hijos de Dios por eso mete patinazos como ha reconocido él mismo.
    La inteligencia de los fieles entiende que está en su derecho de hablar y actuar como le parezca, entendiendo que su motivación es testimoniar a un Dios cercano y amoroso con todos (no es inteligente pensar mal).
    La inteligencia de los creyentes sabe que el papa está en el punto de mira de todos crean o no, pero sólo comulga con él cuando habla excatedra, nunca, cuando patina en actos y palabras.
    El ha dicho que confiesa cada 15 días señal de su condición de pecador; más aún, San Juan Pablo II decía confesarse cada semana.

  4. La inteligencia está para dintinguir cuando un argumento es razonable de cuando es una excusa. Y los hechos delatan a los que ponen excusas, porque no se puede engañar a la gente diciendo una cosa y haciendo otra, o retorcer los argumentos para justificar unos hechos lamentables.
    Está muy bien confesarse con frecuencia, pero el propósito de enmienda requiere rectificar o reparar, en la medida de lo posible, el daño causado.

  5. Tomas lo del matrimonio del papa en el avión ha sido algo maravilloso que hará mucho bien ya lo verás. Ha sido algo excepcional que confirma la regla para que nadie haga de ordinario lo que el papa ha hecho como algo excepcional. Te invito a que veas este vídeo.
    https://youtu.be/C4lTTKUJWPY
    Fred el papa como tú hará propósito de enmienda, pero eso no es garantía de no volver a caer en lo mismo.
    Muerte al voluntarismo!

  6. Esitmado José, eres tu el marica que viene a postear a un portal católico, haciéndose, como Bobaine, pasar por católico?

    saludos

  7. Excelente artículo. Muy doloroso también. Quiera Dios que el Papa Francisco reaccione, por el bien de su alma, ante todo lo que está sucediendo. Nadie quedará sin rendir cuentas de su vida terrena delante de nuestro Señor Jesucristo. Rezo por el Papa, para que pueda escuchar en ese momento: “¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor.” (Mt 25,21).

  8. Solodoctrina si te refieres a mí, decirte que no me hacen daño tus insultos porque no los he merecido al expresar sin odio ni rabia mi opinión.
    Yo me siento libre para opinar en el respeto y la Caridad. Tú al parrecer, en la rabia y él desprecio. Por la boca muere el pez.

  9. solodoctrina

    Si defines ese portal de católico , que no nos sorprende que Latinoamérica, evangelizada por españoles está dejando de ser católica ….

  10. Solodoctrina, su comentario dice todo de usted.
    Infovaticana, no saben censurar insultos? Es muy fácil y creo que tienen costumbre de censurar lo que no les gusta leer, por lo que será que no quieren hacerlo. Se están luciendo

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