El Santo Padre también viajará a San Giovanni Rotondo en el 50 aniversario de la muerte de San Pío de Pietrelcina.
El próximo 17 de marzo, el Papa Francisco realizará una visita pastoral a Pietrelcina, en la diócesis de Benevento, en el centenario de la aparición de los estigmas de San Pío de Pietrelcina, y a San Giovanni Rotondo, en la diócesis de Manfredonia-Vieste-San Giovanni Rotondo, en el 50 aniversario de la muerte de San Pío de Pietrelcina.
Según el programa previsto, en Pietrelcina, el Papa hará una breve parada de oración en la capilla de los estigmas, mantendrá un encuentro con los fieles en la Plaza de la Iglesia y saludará a la comunidad de los capuchinos y a una representación de los fieles.
En San Giovanni Rotondo, el Papa visitará el Departamento de Oncología Pediátrica y a las 11 horas tendrá lugar la celebración de la Eucaristía en la Plaza de la iglesia de San Pío de Pietrelcina.
San Pío de Pietrelcina
San Pío de Pietrelcina fue un religioso capuchino italiano que sufrió sobre sí mismo los estigmas de Nuestro Señor. Es considerado uno de los santos más relevantes del siglo XX.
Nació con el nombre de Francesco Forgione el 25 de mayo de 1887 en el pueblo de Pietrelcina, provincia de Campania, en el Italia. Fue hijo de Orazio Mario Forgione, conocido como “Grazio”, y María Giussepa di Nunzio, de origen humilde. En 1898, su padre se vio obligado a emigrar a los Estados Unidos, y después a Argentina, para poder pagar la educación y la alimentación de su familia.
Desde muy pequeño, Francesco demostró tener una gran piedad y auténtica devoción. Años más tarde, su madre testificaría: «no cometió nunca ninguna falta, no hizo caprichos, siempre obedeció a mí y a su padre, cada mañana y cada tarde iba a la iglesia a visitar a Jesús y a la Virgen. Durante el día no salió nunca con los compañeros. A veces le dije: “Francì, sal un poco a jugar. Él se negó diciendo: no quiero ir porque ellos blasfeman» Llamaba la atención que desde niño, según testificaron varias personas, se le vio a Francesco luchando con el demonio, quien le acosaba, quizás sabiendo del bien que haría años más tarde.
El testimonio de un fraile pidiendo limosna por la calle, conmovió tanto a Francesco, que a los dieciséis años decidió ingresar al convento de Morcone, de la Orden de Hermanos Menores Capuchinos. En 1904, tras pronunciar sus primeros votos temporales, el joven fraile fue enviado al convento de Santa Elia para continuar sus estudios. Es en Santa Elia donde sucede por primera el milagro de la bilocación, el cual se repetiría varias veces en la vida de San Pío. En esa ocasión, se le vio al mismo tiempo en el convento y asistiendo a un parto difícil de una de sus hijas espirituales.
Dos años más tarde, en 1907, tras profesar sus votos solemnes, el joven Francesco fue enviado al convento de Serracapriola. La geografía del lugar no hizo bien a la frágil salud del joven fraile, quien siempre había sufrido de una constitución enfermiza. Por ello, al año siguiente se decidió su traslado a Montefusco, donde recibió las órdenes menores. En agosto de 1910, fue ordenado sacerdote en la catedral de Benevento.
Tras su ordenación, el Padre Pío regresó a su casa natal por motivos de salud, donde permaneció los siguientes seis años. En 1916, se le pidió que se trasladara al convento de San Giovanni Rotondo, donde viviría el resto de sus días.
En San Giovanni Rotondo, el Padre Pío era conocido por pasar largas noches en vela, andando por todo el convento, así como por pasar largos ratos frente al Santísimo. Durante el día, su predilección era el confesionario, en el que pasaba hasta catorce horas confesando a las cientos de personas que asistían a purgar sus pecados de manos de este hombre con fama de santo.
En el convento de San Giovanni Rotondo, rezando frente a un Crucifijo, el Padre Pío recibió el don de los estigmas de Nuestro Señor, regalo que llevaría con gran vergüenza por sentirse indigno, y que lo acompañarían el resto de sus días, tras los característicos guantes que usaba para no llamar la atención. En una carta al Padre Benedetto, el Padre Pío habla de este acto como el día de su crucifixión: «¿Qué cosa os puedo decir a los que me han preguntado como es que ha ocurrido mi crucifixión? ¡Mi Dios que confusión y que humillación yo tengo el deber de manifestar lo que Tú has obrado en esta tu mezquina criatura!»
Durante la Primera Guerra Mundial, el Padre Pío serviría asistiendo al cuerpo médico del ejército italiano. Durante la Segunda Guerra, el sacerdote permanecería en el convento, donde se formarían los “Grupos de Oración del Padre Pío”, que llegaron a alcanzar los ciento cincuenta mil miembros en los años setenta.
La vida de este santo fraile ocurrió siempre con gran piedad, haciendo el bien a los demás, ya fuera en el confesionario, como en su propio testimonio, así como aliviando materialmente a los más necesitados, como se observa en la construcción de su famosa Casa Sollievo della Sofferenza (“Casa de Alivio del Sufrimiento”), obra por la que fue intensamente criticado. Vivió bajo la permanente observación de los incrédulos, así como de algunos miembros de la jerarquía eclesiástica, quienes sospechaban de su verdadera piedad.
En 1968, tres días después de ofrecer una misa multitudinaria, que sería su última, el Padre Pío falleció en el Convento de San Giovanni Rotondo. A su funeral asistieron cerca de cien mil personas.
Sus múltiples milagros tanto en vida como después de la muerte, silenciaron las voces y fueron el mejor testimonio de la santidad de este humilde fraile y sacerdote de Pietrelcina, quien se esforzó diariamente por parecerse más a Cristo.
En 1999, fue declarado beato por el Papa San Juan Pablo II, y en junio del 2002, el mismo lo canonizó con el nombre de San Pío de Pietrelcina.
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Gran apóstol de la confesión, fué tenazmente perseguido por la misericorditis de su época, que no soportaba los estigmas de la cruz. Nos recuerda que cristianismo sin cruz es un imposible, todo lo contrario de la misericorditis. Negaba la absolución a quien no veía arrepentido de verdad y con propósito de la enmienda, pero le invitaba a volver al confesionario cuando la conversión fuera de verdad, todo lo contrario de la Amoris, que se atreve a decir en el 303 que pecar es la respuesta generosa que Dios le pide por ahora, por lo que ni necesita confesión y le permite acceder a la comunión en pecado grave, incurriendo en confesión sacrílega. En una ocasión invitó al penitente a confesar un pecado grave que estaba ocultando para que la confesión no fuera nula. ¡ Qué pena que este gran santo no viva ahora ! Seguro que Francisco lo utilizará y le hará decir lo que nunca dijo. Lo veo venir. Ojalá me equivoque. No creo, desgraciadamente.
Los echeniques de este mundo son como los independentistas catalanes. Mientras unos sólo saben criticar al Santo Padre los otros a España. Viven un catolicismo a su gusto.
Unos criticamos, para ayudarle, con informaciones y argumentos mientras que otros se limitan a ejercer su papolatría que lo hunde todavía más en la miseria.
Los nuevos doctores de la ley son los periodistas italianos de los echeniques de este mundo son los vaticanólogos que no teólogos. No hay teología buena solo críticas y panfletismo.
Hay algunos tan osados que, no dominando el italiano, se atreven a juzgar a escritores y teólogos italianos. La ignorancia que padece la misericorditis es muy atrevida.
Yo creo que no todo es blanco o negro. Estamos ante un Papa legítimo, como ha reconocido Benedicto XVI, y debemos afirmar y aceptar eso como Católicos. Ahora, es verdad que este pontificado tiene puntos fuertes y puntos débiles, lógicamente. Como puntos fuertes, la crítica a la ostentosidad eclesiástica, a la cultura de los príncipes, a la mentalidad clerical antievangélica… que ha escandalizado hasta hoy a muchos fieles. Capas magnas, cochazos, áticos, jerarquía entendida más como honor que como servicio. En ese sentido, Francisco está contribuyendo a una Iglesia más sencilla. Antes a nivel doctrinal había mayor uniformidad, pero a nivel moral había también una gran hipocresía destapada a través de escándalos económicos, sexuales etc… Ahora bien, es cierto que con Francisco los progres parecen sentirse más cómodos que en anteriores pontificados, y se muestran más confiados. A nivel doctrinal creo que sí podría ser más incisivo, como ahora ha comenzado con las catequesis Eucarístic
Hay algunos que presumen de italiano no conociendo la ascendencia de otros y como siempre prejuzgan igual que hacen con el Papa Francisco. Los echeniques de este mundo no tienen solución en su fanatismo analogable con el catalanismo. Citan pocos teólogos o ninguno; eso si mucho cotilleo católico pero italiano. Si fuera una revista de moda o diseño les tendría más respeto.