¿Alguien puede entender que en el símbolo definitivo de la inocencia, centrado en un Niño recién nacido de una Virgen, haya una imagen que Facebook rechace por «sexualmente provocativa», más aún en el belén más famoso del mundo?
Pues eso parece. Ya hemos hablado de la innovación introducida este año en el belén vaticano, que incorpora, junto a las tradicionales figuras del relato evangélico sobre el nacimiento de Jesús -es decir, sobre lo que siempre ha sido un belén convencional-, otras alusivas a las siete obras de misericordia corporales.
Imaginamos que no se han elegido las espirituales por ser más difíciles de representar, y no por evitar polémicas en torno a aquella que habla de «enseñar al que no sabe» y que podría bien traer recuerdos de dudas y confusiones que al parecer nadie en la Santa Sede desea disipar.
El caso es que la escena que representa a la obra de misericordia de «vestir al desnudo» representa a este en la primerísima fase de la acción, es decir, no a medio vestir sino completamente desnudo. Y dado que el individuo representado en cuestión no es exactamente como uno imaginaría a un mendigo tan pobre que no tenga que ponerse, sino a un tipo envidiablemente musculado y de admirables proporciones, la figura ha robado el protagonismo al resto de los personajes, incluidos los centrales, y se ha convertido en la más comentada.
La figura en cuestión, por lo demás, no está exactamente escondida, sino que figura prominentemente bajo el enorme árbol de Navidad. El que resulta algo más difícil de encontrar es el protagonista de toda esta historia, el Niño Jesús, quizá una alegoría a su ‘vida oculta’. Tampoco es fácil determinar a primera vista quién de todos los varones cercanos al niño es San José. También aparece bastante poco destacada, por decir poco, la Virgen María, que suele representarse llevando en brazos al Niño o muy próxima a él.
En general, es tal la profusión de figuras que encontrar a los tres protagonistas de una escena en principio solitaria supone un verdadero desafío para el espectador.
En definitiva, la escena es innegablemente hermosa y artísticamente representada. Otra cosa es que sea un belén, tal como la gente suele entenderlo. Las obras de misericordia son realmente el centro y el motivo del conjunto, hasta el punto de eclipsar a Quien les da sentido y cuyo nacimiento es el motivo único de la fiesta.
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