Las calles de la memoria

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La diócesis de Burgos da a conocer la vida y el legado de los eclesiásticos cuyas calles pide cambiar la Ley de Memoria Histórica.

(Archiburgos.es) Curtidores, Alfareros, Carnicerías, Sombrerería… Son muchas las ciudades que, en sus planos, cuentan con estos y otros parecidos nombres. La costumbre de designar calles y plazas con el nombre de objetos, circunstancias y oficios del lugar era bastante común hasta bien entrado el siglo XIX. Fue entonces cuando se optó por otorgarles los nombres de personajes ilustres y significativos, como un gesto de memoria colectiva y recuerdo por su beneficio y entrega para el bien de toda la urbe.

Con la expansión industrial que alcanzó Burgos a mediados del siglo pasado, muchas calles surgieron de la nada en el plano de la ciudad, adquiriendo los nombres de notables personalidades que, por una u otra razón, querían ser recordadas y ver aplaudido, en cierta medida, su legado para con la ciudad. El pleno del Ayuntamiento resolvió en 1969 “bautizar” numerosas calles de los nuevos barrios que iban naciendo. Muchas de ellas adquirieron los nombres de santos, eclesiásticos y otras personalidades ilustres, como Apóstol Santiago, Santa Bárbara, San Juan de Ortega, Nuestra Señora de Fátima o Padre Silverio, entre otras muchas.

Lo que no sabían los responsables municipales de entonces es que, entre esas calles, figuraban algunas que, tras menos de cuatro décadas, serían eliminadas del callejero de la ciudad. La Ley de Memoria Histórica, publicada en el BOE el 26 de diciembre de 2007, reconoce y amplía derechos y establece distintas medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la posterior dictadura franquista. Entre esas disposiciones, una de las más discutidas es la de suprimir «escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura», según se recoge en su artículo 15.

Ahora, los grupos políticos de la ciudad apuntan a la eliminación de las calles de los arzobispos Manuel de Castro y Luciano Pérez Platero, así como la plaza dedicada a Fray Justo Pérez de Urbel. Respecto a los dos primeros, arzobispos de la diócesis, argumentan la abolición de sus calles por haber firmado la Carta Colectiva del Episcopado Español el 1 julio de 1937, con la que los prelados del país se posicionaron a favor del golpe de estado del general Franco. Sobre Fray Justo, se subraya haber sido el primer abad del Valle de los Caídos, «máxima expresión de la exaltación de la guerra y la dictadura», según los expertos.

«Es legítimo cambiar el nombre a algunas calles, especialmente si incumplen algunas de las leyes vigentes», destaca el vicario general de la diócesis. No obstante, Fernando García Cadiñanos considera que «es importante, a la hora de tomar esta decisión, contextualizar la época que vivieron para no faltar al anacronismo que nosotros podemos proyectar, especialmente en la firma de la Carta Colectiva del Episcopado Español, que todos los obispos firmaron». Subraya que «la perfección total no existe» para que alguien pueda recibir una calle con todas las garantías morales.

Por ello, sin oponerse a que se cumpla la legalidad vigente, la diócesis quiere destacar el legado que estos tres hombres hicieron en beneficio de la ciudad y la provincia, evitando reducir toda su actuación a la firma de una carta colectiva que muchos obispos se vieron obligados a suscribir ante la persecución religiosa que surgió a comienzos del siglo pasado.

Manuel de Castro

Fue arzobispo de 1928 a 1944. Vivió los difíciles pasos de la Monarquía a la República y de la República a la Guerra Civil Española, si bien se consideró siempre monárquico. Se esforzó en el mantenimiento del patrimonio de la provincia, con el asentamiento de órdenes monásticas en San Pedro Cardeña y Bujedo y la instalación del Museo Catedralicio.

Mantuvo un trato cercano y familiar con las autoridades civiles y militares de todos los regímenes. Especialmente reivindicó la legitimidad de las autoridades de la República. Organizó el Seminario Nacional de Misiones Extranjeras, por el que Burgos sería mundialmente conocido, y afrontó el sostenimiento de culto y clero. Organizó y sostuvo obras de caridad como la Casa de Venerables; la Tómbola de San Juan o el patronato de la Visitación de Saldaña que dio cobijo a muchos niños y pobres.

Luciano Pérez Platero

Fue arzobispo de 1944 a 1963. Se volcó con los pueblos de la diócesis y en la construcción de infinidad de casas parroquiales. Gracias a sus gestiones y al envío de sacerdotes para la formación, la Facultad de Teología tuvo su sede en Burgos y fue la primera Facultad Eclesiástica de España tras el Vaticano II. Propició la permuta del abandonado cementerio de las laderas del castillo por la calle Asunción de Nuestra Señora y posibilitó la construcción de un nuevo Seminario Mayor en el cerro de San Miguel. Amplió el Seminario Menor y mantuvo las precepturías de Arija y Escalada, que permitieron estudios a muchos niños del mundo rural, a coste prácticamente cero para las familias.

Edificó las parroquias de la Anunciación, S. Juan Bautista y Las Nieves. Fundó la Orden de las Misioneras Parroquiales, que han estado presentes en algunas parroquias de la ciudad durante años, y que ostentan el Colegio de las Casillas.

Fray Justo Pérez de Urbel

(1895-1979) Tomó el hábito benedictino en Santo Domingo de Silos y fue el primer abad del Valle de los Caídos. Puede ser considerado un referente en la Historia Medieval. Fue el primero en estudiarla en el contexto hispano, abriendo camino en estas materias para generaciones futuras.

( Artículo publicado en la revista diocesana de Burgos ‘Sembrar’)

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Comentarios
3 comentarios en “Las calles de la memoria
  1. Cuando hay argumentos sólidos, como es el caso, no hay que ocultarlos. Burgos está además muy ligada a los inicios del Opus Dei después de Madrid y el paso de los Pirineos hacia Andorra.

  2. Es una vergüenza lo que está haciendo el Ayuntamiento de Burgos (por cierto, el peor que hemos tenido en muchísimos años) , no solo quitando de las calles el nombre de religiosos, sino de laicos que hicieron mucho bien a esta ciudad. Pero, ya saben: si no hago lo que veo…

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