El miércoles de esta semana se celebra la festividad de Santa Cecilia, Patrona de la Música, y la Conferencia Episcopal Española ha hecho público un vídeo en redes sociales para ‘celebrarlo’. En él, se empieza subrayando la importancia que ha tenido siempre la música en el culto católico, lo que ilustran con una versión orquestal de ‘Despacito’.
¡Vive la música en la liturgia!#SantaCecilia #DiadelaMúsica pic.twitter.com/pZ6Vm8aBjh
— Of. Información CEE (@prensaCEE) 22 de noviembre de 2017
Me faltan las palabras para expresar lo que ha suscitado en mí semejante pieza; de verdad, me cuesta verbalizar hasta qué punto me parece estúpido, deprimente, contraproducente, cobarde, indignante, triste y sintomático. Pero tengo que intentarlo, que para eso estoy aquí.
¿Conocen el Miserere de Allegri? Les aconsejo que lo oigan, aunque no es para escucharlo, idealmente, en el metro o haciendo ‘running’ con cascos.
Lo compuso en 1638 Gregorio Allegri, una pieza polifónica sobre el texto del Salmo 51, en el que el Rey David pide perdón a Dios por sus pecados. En un principio, se impuso una prohibición de ejecutar la obra fuera de la capilla Sixtina, incluso se amenazaba con la excomunión a quien la copiara.
Pertenecía a ese extensísimo periodo de nuestra historia en el que los artistas más geniales se inspiraban en la fe para crear las piezas más hermosas que ha conocido la humanidad. La Iglesia, muy a menudo, ejercía de patrona de las artes, encargaba las piezas, financiaba a los artistas. Pero, con ser muy importante en ese aspecto, lo era mucho más como fuente de inspiración. Era la fe vivida por el común, como atmósfera diaria, la que casi de forma natural se reflejaba en toda esa increíble belleza que trataba de elevar hacia su Autor: desde la Capilla Sixtina al Réquiem de Mozart, desde la Catedral de Reims a la Pietà de Miguel Ángel o La Divina Comedia.
No es que la Iglesia tuviera la creación artística como misión, ni siquiera como finalidad secundaria o adicional. En absoluto. Es, sencillamente, que «de la abundancia del corazón habla la boca», que la Belleza es uno de los Transcendentales del Ser -junto al Bien y la Verdad- y que lo infinitamente bello sugiere una expresión tan bella como sea capaz el autor.
Era, también, una época en la que el Mundo (en un sentido teológico) copiaba a la Iglesia; en la que era la originalidad artística cristiana la que dictada los estilos y las maneras de la belleza, igual que inspiró códigos legales, instituciones políticas, teatro, ideas filosóficas.
Ahora, no solo es la Iglesia la que copia servilmente al mundo, como vemos, sino que copia lo peor, lo menos adecuado a su propio mensaje, y siempre por detrás.
Decía Chesterton que el cristianismo es lo único que libera al hombre de la esclavitud de ser hijo de su tiempo. Pero hoy buena parte de nuestra jerarquía nada parece desear más intensamente que eso, precisamente: hacernos hijos de nuestro tiempo. Y ni siquiera el hijo innovador y original, sino ese un poco más torpe que solo sabe imitar lo peor de los otros, y hacerlo mal.
A eso me refiero con lo de ‘sintomático’. No es solo que se imite al mundo, que se sea incapaz de producir ya pieza alguna de valor estético -más bien al contrario, parece como si la jerarquía tuviera en todas sus manifestaciones una insólita sed de fealdad y vulgaridad- o que se vaya por detrás, como si quisiera parecer una patética antigualla tratando de mostrarse adaptada a los tiempos: es que ni siquiera ve necesario alguna correspondencia entre la forma y el fondo, entre lo que se quiere decir en la composición que se imita y el mensaje cristiano.
«¡La música ayuda a celebrar y rezar mejor!», aparece escrito en el infame vídeo. Con Despacito. A ver, inspírense:
Despacito
Quiero desnudarte a besos despacito
Firmo en las paredes de tu laberinto
Y hacer de tu cuerpo todo un manuscrito
Déjame sobrepasar tus zonas de peligro
Hasta provocar tus gritos
Y que olvides tu apellido (Diridiri, dirididi Daddy)
Sabes que tu corazón conmigo te hace bom, bom
Sabes que esa beba está buscando de mi bom, bom
Ven prueba de mi boca para ver cómo te sabe
Quiero, quiero, quiero ver cuánto amor a ti te cabe
Yo no tengo prisa, yo me quiero dar el viaje
Empecemos lento, después salvaje
¿No se sienten francamente elevados?
Y dejo para el final lo de «estúpido» y lo de «contraproducente». Porque esto forma parte de la estrategia más vieja, descerebrada y monumentalmente ineficaz de resultar «relevante» para el público joven que se arrastra como un zombi desde que el Vaticano II pasó de ser un concilio a convertirse en un «espíritu».
En esto la Iglesia, hay que reconocer, imita a la perfección el espíritu (político) del siglo, cuya reacción al ver que fracasan sus remedios no es nunca cambiarlos, sino aumentar la dosis.
Desde que empezaron con esta estrategia, las iglesias se han vaciado como si hubiera un incendio. Porque lo último que quiere un joven normal es ese tipo de ‘relevancia’.
Se lo explico rápido: si a un chico le gusta Despacito -no entraré a juzgar ahora su criterio-, le gusta interpretada por Fonsi, en una discoteca y con determinadas disposiciones anímicas que no son exactamente las más adecuadas para la adoración o el recogimiento. A ese mismo chico, oírla interpretada por el coro de su parroquia en plena misa no le atrae por ‘relevante’, sino que le echa para atrás por ridículo e inadecuado.
Nadie quiere oír viejas canciones de los Beatles -¡los Beatles, por Dios, la Edad de Piedra!- o de Bob Dylan con letras grimosas en misa. En serio. Entre el original y la copia, la gente se queda, lógicamente, con el original. Y la copia la desprecia dos veces: por mala y por redundante.
Uno espera otra cosa de la liturgia católica. Para empezar, que le muestre algo distinto a lo que propone el Mundo, y que esto tenga, en consecuencia, una expresión adecuada a esa propuesta, distinta a la del Mundo.
Naturalmente, no es por ahí por donde hay que empezar. Pero, al menos, es un lugar fácil por el que empezar. Basta renunciar a ese patético intento de ‘relevancia’. Luego vendrá lo demás. Poco a poco. Despacito.
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Esta CEE es repugnante. Se van a tener que contentar y tal vez consolar con la X de esta pornografía. Da asco. ¿Tiene esto algo que ver con esa cosa que ha salido ahora de Hakuna? Pregunto.
Han perdido el sentido del ridículo.
Levanten las manos mis malumaniacaaaaaaaaAAS….
Eh… Que cosa?… que esto es una iglesia, seguro?
Es que vi mi foto en la entrada y pensé que acá era mi concierto.
¿ Efecto Francisco y su Amoris impulsora de la comunión a los adúlteros y la profanación de iglesia en Bolonia con la excusa de la comida a los pobres ? Todo se pega, menos la hermosura.
Como sacerdote, me siento ridiculizado por esta elección de la Conferencia Episcopal Española. Lo sagrado lo queréis convertir en pagano…
Lo que nos faltaba ya. Añastro celebrando santa Cecilia con una canción pornográfica. Machista y guarrindonga a partes iguales. Empezamos a estar hartos de obispos idiotas, laicos mundanizados que van de guays y demás subproductos eclesiales que viven del dinero de todos. Iros a la m… ya, panda de sanguijuelas.
Muy buen artículo. Mis cordiales felicitaciones a Carlos Esteban, un valor en alza en Infovaticana. La misericorditis es tan corta mental que no se da cuenta que, si pretende atraer a la gente a las iglesias con una versión edulcorada de Despasito, la peña prefiere mil veces el original, mucho más rítmico y sensual. Ya no saben qué tecla tocar en vez de la que de verdad colma las ansias de infinito, de verdad, bien y belleza de toda la humanidad : Jesucristo, camino, verdad y vida, pero Jesucristo entero, sin recortes para que encaje en el estrecho molde de la misericordias aguda.
Pues nada, ya puestos, cuando expliquen la anécdota de San Agustín con el niño que quería meter el mar en un hoyo en la arena, lo podrían escenificar a lo Chiquito de la Calzada «No puedor, no puedor»
No sean rancios, hombre. Es la sinfonía de la «teología del cuerpo».
O se trata de un golpe bajo contra la cabeza de la Conferencia Episcopal, que no parece que haya podido aprobar esta intolerable provocacion. Si no se toman medidas contra los elementos que lo han urdido , sencillamente la Iglesia española va descarriada como tren sin conductor.
De acuerdo.
Blazquecito
A ver cuándo te largas con tu voz de pito…
Esto se nos va completamente de las manos…..si la cosa esta como esta claramente la culpa es nuestra y no de fuera!!
Me gusta y bailo reggeton pero esto no…..hemos perdido el sentido de todo…..asi nos va…..
¡Qué prácticos nuestros obispos!
Así, la canción machista «Despacito» les sirve también para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que es justo este viernes. Unos linces, oiga…
Son los signos de los tiempos.
Nada más y nada menos.
Quieren hacerse los superguays y supermodernos y lo unico que consiguen es hacer el ridiculo y ser mundanos y para esto no hace falta la Iglesia.
No es una vaca sagrada. Es mucho peor que el Despasito conferencias. Es un insulto a Jesucristo, consentido por el obispo, una blasfemia, una profanación. http://lanuovabq.it/it/una-mucca-crocefissa-in-chiesa-e-dicono-che-e-arte
Los padres y madres de familia libramos una batalla diaria para que nuestros hijos adolescentes sepan discernir los mensajes dañinos que esconden este tipo de canciones. Cada uno lo hace como puede. Algunos prohíben en su casa el reggaeton, otros se esfuerzan en dar explicaciones a sus hijos, otros fomentan otras melodías… Y ahora viene la CEE a desautorizarnos. Gracias, Sres. Obispos. Han quedado ustedes muy bien ante el «mundo» pero han hecho un flaco favor a su rebaño. Con honrosas excepciones, la tónica de nuestros obispos en los últimos 50 años es preocuparse de que la Iglesia caiga bien a la sociedad y no parezca demasiado exigente. ¿Entenderían esto los primeros cristianos?
Así nos luce: iglesias vacías, liturgia convertida en mera palabrería…
Asistimos a una auténtica apostasía práctica
Resulta que en las fiestas de Bilbao, las feministas de Emakunde censuraron despacito para que no se emitiera en las txoznas por machista y sexista, ja ja ja ja y resulta que la Conferencia Episcopal la bendicen.
La festividad de Santa Cecilia, nada menos. Habría que hacerle un acto de desagravio a la Santa, también.
Desgraciadamente, este, y no otro es el nivel medio en el gusto artístico de nuestro clero. Si tienen duda, prueben a solicitar una Misa de difuntos con canto gregoriano. La cara de contrariedad e incluso de asco de muchos sacerdotes les dejará perplejos. Este es el “espíritu del posconcilio”. Solo le va las baratijas de “todo a 100”.
Increible ! Ahora el tráfico no se hace vendiendo bulas, sino en packs de «haz lo que te pida el cuerpo» + «la nueva misericordia vaticana».
Pobres curas que están a las órdenes de estos obispos religiosamente degenerados. Todo ésto es el resultado de tanto discernimiento y tanto acompañamiento, pero poquita fé. La Coferencia Episcopal debe creer que la gente es idiota; es lo que les viene desde Roma.
Mal gusto,mal hacer,grosería… Ésta es la iglesia de Jorge Francisco,un psicoanalista de lo más retorcido.
Nunca se me pararía por mi mente que los Obispos españoles hicieran semejante idiotez, majadería, estupidez, escándalo. Esto es pecado mortal. Nuestros Obispos se tienen que confesar para no decir Misa en pecado mortal por su escándalo.