InfoVaticana: Queremos servir a la Verdad en la Caridad

InfoVaticana: Queremos servir a la Verdad en la Caridad

Con cierta frecuencia recibimos ataques de personas, sin duda bienintencionadas, que nos acusan de «hacer daño a la Iglesia». Amar a la Iglesia no puede ser mentir, en ningún caso; pero tampoco ocultar o minimizar. InfoVaticana aspira a estar, en la caridad, al servicio de la verdad.

Cuando los enemigos de la Iglesia, e incluso los católicos ‘progresistas’ deseosos de sacar brillo a sus credenciales, tiran de anecdotario histórico para repasar horrores de nuestra historia -lo que no son meros mitos y leyendas maliciosas, me refiero-; cuando cuentan de clérigos pervertidos y Papas mundanos, de descarnadas luchas de poder y desmedido amor por el dinero y el lujo en el clero, de impensables crueldades en quienes predican el amor e inexcusables arrebatos violentos en los que deben perdonar, suelen pasar por alto un interesante detalle, a saber: prácticamente todos los peores abusos que citamos de la Iglesia en los siglos de la Fe han llegado de boca -de escritos- de santos, clérigos y, en general, fieles preocupados por la santidad de la Madre Iglesia.

Conozco católicos, todos mejores que yo, que reprochan esto mismo a InfoVaticana. Les duele leer aquí lo que, en la generalidad de las publicaciones sobre asuntos eclesiales, se ignora o glosa con abundantes capas de azúcar. Como si los católicos fuéramos menores de edad a los que hay que proteger de las verdades desagradables.

No critico esta opción, sobre todo porque me parece más que comprensible: los católicos de nuestro tiempo estamos demasiado acostumbrados a una información abiertamente hostil por parte de los grandes medios, que no solo se complacen publicando escándalos y noticias que dejen en mal lugar a la Iglesia sino que no tienen reparos en exagerar, insinuar, extrapolar y manipular para que todo quede pintado con los más oscuros colores. ¿Por qué, siendo así, querría un católico leer malas noticias también en una publicación confesional? ¿No es eso como aliarse con el enemigo?

Y no, es todo lo contrario. Es exactamente lo mismo que contamos al principio. Amar a la Iglesia no puede ser mentir, en ningún caso; pero tampoco ocultar o minimizar. Hace años vivimos un escándalo cuyas reverberaciones llegan a nuestros días, el de los sacerdotes y prelados pedófilos a los que sus superiores habían estado protegiendo durante, en ocasiones, décadas; y poco después nos golpeó el caso de Marcel Maciel, que hizo temblar los cimientos de una organización que tan excelente labor ha hecho, por otra parte, con millones de fieles.

Y lo que tienen en común estos casos y otros semejantes es una doble circunstancia: primero, que la situación inicua se dejó pudrir, sabiéndolo muchos, precisamente por ese prurito de ‘lavar en casa la ropa sucia’ que, al final, se queda sin lavar y sigue ensuciándose; y, segundo, que quien al final da la noticia es un estamento periodístico que no tiene precisamente los intereses de la Iglesia en mente y qué dará la versión más perjudicial y escandalosa.

InfoVaticana, créannos, estaría feliz si solo hubiese buenas noticias de qué informar. Sabemos que eso tiene poco tirón, pero no nos importaría arruinarnos si la razón fuera que no hay escándalos ni tormentas haciendo zozobrar la barca de Pedro.

Pero a un enfermo no se le hace ningún bien diciéndole que está «hecho un chaval», al contrario: así se consigue que la herida se gangrene, que el tumor desarrolle metástasis y que lo que podía ser un simple catárro degenere en un mal gravísimo.

Si le parece que alguna vez exageramos, créannos, en ningún caso lo pretendemos, no es para llamar la atención, mucho menos para vender. Podemos equivocarnos, como cualquiera, pero toda la información que damos aquí pretende ser no solo tan fiel a la realidad como nos sea posible, sino sobre todo útil para atajar cualquier mal que amenace a la fe.

Y, ya que estamos, sería absurdo terminar esta apología de nuestro estilo informativo sin mencionar que, sí, estamos convencidos de que la Iglesia vive una crisis importante de su historia, una crisis que parece estar acelerándose por días y que está polarizando a muchos católicos, al menos en los estamentos teológico y clerical.

En las crecientes alabanzas a un heresiarca como Lutero por parte de príncipes de la Iglesia, en las cartas enviadas al Papa e ignoradas sobre ambigüedades sobre la exhortación Amoris Laetitia, en incontables abusos litúrgicos y doctrinales, en misteriosas defenestraciones e incomprensibles desprecios vemos el intento o el riesgo de convertir la Iglesia en algo distinto a lo que es, a lo que siempre ha sido.

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