El inicio de la crisis lo constituye la muerte violenta del papa Juan VIII (882): muchos de sus sucesores serán depuestos, encarcelados, asesinados… Los inmediatos sucesores de Juan VIII son pontífices de poco relieve y corta duración: Marino I y S. Adriano III. Esteban V (885-891) consagra en Roma Emperador a Guido de Spoleto, así como Formoso (891-896), al año siguiente, consagra a Lamberto, hijo de Guido. De hecho, el papado está bajo la influencia y el yugo de los duques de Spoleto y trata de liberarse pidiendo ayuda a Arnolfo de Carintia. El fracaso de la intervención de este último provoca unamayor dependencia del papado de los señores de Spoleto y la enemistad duradera de Lamberto hacia el papa Formoso. A la muerte de éste y tras un pontificado de sólo dos semanas (Bonifacio VI), sube al trono pontificio el arzobispo de Anagni, Esteban VI, quien, por influencia de Lamberto de Spoleto, convoca el denominado concilio de los cadáveres: el cadáver de Formoso fue desenterrado, sometido a un proceso (respondía por él un diácono puesto a su lado), condenado, degradado de las dignidades pontificias, colocado en una fosa común y nuevamente desenterrado y arrojado al Tíber; sus ordenaciones se consideraron inválidas. A este episodio siguió una revuelta contra el mismo Esteban VI, que fue arrojado a la cárcel, donde encontró la muerte por estrangulamiento. En el mismo a. 897 se suceden dos breves pontificados: Romano y Teodoro II. Bajo este último se inicia la rehabilitación de Formoso; durante largos años se opondrán los dos partidos de formosianos y antiformos¡anos. Al final del brevísimo pontificado de Teodoro II estalla un cisma en el que dos pontífices, Sergio III y Juan IX, se disputan la sede pontificia. Inicialmente prevalece Juan IX (898900), que intenta una política de moderación y de paz, apoyándose en Lamberto de Spoleto. A la muerte de Lamberto, tras la que se disputan el poder imperial con suerte alterna Berengario y Ludovico III, Roma se cierra en, un particularismo no sólo político, olvidando en gran parte su misión al frente de la Iglesia universal. Políticamente en Roma se afirma la familia de Teofilacto (v.), con cuyo apoyo vuelve del exilio Sergio III, quien se desembaraza del antipapa Cristóbal y del verdadero papa León V, ya encarcelado por Cristóbal.
Perteneciente al partido antiformosiano, Sergio III reanuda plenamente la política de Esteban VI, mientras condena todo lo realizado por Juan IX y sus sucesores. Sin llegar a los excesos del concilio cadavérico, restablece las condenas contra los formosianos. En toda Italia, y especialmente en Italia meridional, se despiertan reacciones: constituyen una muestra las obras de Auxilius y Eugenio Vulgarius que, entre otras cosas, reconocen como válidas las ordenaciones de Formoso. Durante todo este periodo el papado está sometido por completo al señor de Túsculo. Sergio III, además de estar ligado por amistad a Teofilacto y Teodora, es tal vez el amante de la hija de ambos, Marozia: de esta unión, según no pocos autores, habría nacido el futuro Juan XI. Sea como fuere es difícil un juicio de conjunto sobre la figura de Sergio III, quien, por otra parte, no fue del todo inactivo en los asuntos propiamente eclesiásticos (se opuso al cisma de Focio en Oriente, reconstruyó la basílica lateranense…). La fuente principal de este periodo es Liutprando de Cremona, que escribe algún decenio más tarde de estos sucesos; pero en él, al gusto por el escándalo se unen fuertes prejuicios de partido.
Tras dos pontificados breves y sin historia (Anastasio III y Landón I) sube al trono pontificio Juan X (914918), sobre el que la tradición da generalmente un juicio desfavorable. Se dice que fue elegido con el apoyo de los Teofilactos por ser el amante de Teodora, pero se trata, con toda probabilidad, de una calumnia. De hecho, en Roma no era posible obtener ningún cargo de relieve sin el apoyo de los Teofilactos. Por sus obras se puede juzgar a Juan X como persona enérgica, vigorosa, inteligente. Diácono en Bolonia, arzobispo de Rávena, una vez elegido Papa despliega todas sus energías en varias empresas. Consciente de la dramática situación creada por la presencia musulmana, favorece la formación de la liga a la que dan su apoyo Teofilacto, Alberico de poleto y los bizantinos: la empresa se concluye con la victoria del Garellano (915). Juan X apoya a Berengario, rey del norte de Italia, y le corona Emperador en Roma. A la muerte de éste sostiene los derechos de Hugo de Provenza y establece con él en Mantua un pacto de alianza. Este gesto le acarrea la suspicacia de Marozia, la hija de Teofilacto, que, con su segundo marido, Guido de Toscana, dominaba la situación en Roma desde la muerte de su padre y de su primer marido, Alberico de Spoleto. En un tumulto provocado por las gentes de Marozia se da muerte a Pedro, hermano del Papa y cónsul de Roma desde la muerte de Alberico, y el mismo Papa es encarcelado y poco después asesinado. La figura de Juan X es una de las más atractivas del papado de este periodo: en una época de confusión e inmoralidad, trató de restablecer la disciplina eclesiástica; su error fue basar la idea de una reforma moral y religiosa sobre la autoridad política.
Desde la muerte de Juan X, Marozia domina en Roma sin oposición alguna, sujetando a sí el papado. A otros dos pontífices de breve duración (León VI y Esteban VII), designados por Marozia, sucede Juan XI, su hijo. Pero a este apogeo del poderío político de Marozia sigue un rapidísimo declinar. Otro de sus hijos, Alberico, subleva al pueblo con ocasión de las terceras nupcias de Marozia con Hugo de Provenza. Este último se salva con la huida mientras Marozia es encarcelada y Alberico II asume el gobierno de la ciudad que regirá hasta su muerte (954). Ejerce plena influencia sobre los sucesivos Papas designados por él: León VII (benedictino), Esteban VIII, Marino II y Agapito 11, los cuales se dedican a los asuntos eclesiásticos y no ejercen poder temporal alguno. En este periodo se efectúa una profunda renovación monástica, en la que toma parte activa durante un año Odón de Cluny, llamado a Roma por Alberico 11 el 936 y nombrado Archimandrita de todos los monasterios del territorio romano; por su apoyo a Odón, Alberico es designado Cultor monasteriorum. Subiaco reconquista su importancia, en Farfa se intenta la reforma, en Roma surgen nuevos monasterios mientras otros preexistentes son reformados. En este mismo periodo se reanudan los contactos entre el Papado y las Iglesias de fuera de Italia, prácticamente interrumpidas desde tiempos del papa Formoso.
Sin embargo, esta situación no perdura más allá de la muerte de Alberico II, que deja el poder a su hijo Octaviano. Al año siguiente Octaviano sucede a Agapito II con el nombre de Juan XII, reuniendo así en una sola mano el poder religioso y el civil. Su joven edad (18 años) y su vida disoluta acarrean un neto empeoramiento respecto a los años precedentes: escándalos y orgías parecen estar a la orden del día mientras se descuida la cura de almas. No obstante, el pontificado de Juan XII marca una etapa histórica: en circunstancias no del todo claras, pide ayuda a Otón I (v.), quien viene a Roma, donde, el 2 feb. 962, es coronado Emperador y recibe el privilegio que le asegura el control sobre la elección papal. Poco después Juan XII manifiesta su descontento ante la dominación alemana, lo que provoca que Otón I convoque un sínodo que procesa al Papa, lo declara depuesto y designa como sucesor a León VIII, un laico, funcionario de la curia. Al año siguiente Juan XII consigue restablecerse en Roma, pero muere en seguida (28 años). No se llama del exilio a León VIII, sino que, sin consultar a Otón, se elige inmediatamente un nuevo sucesor: Benedicto V (llamado el Gramático), hombre de íntegras costumbres y de notable cultura. Su elección no es aceptada por elEmperador, que vuelve a colocar en la sede romana a León VIII y destierra a Benedicto V a Hamburgo, donde muere poco después con fama de santidad. A León VIII sucede Juan XIII (965-972) -obispo de Narni y Velletri e hijo de Teodora la joven, hermana de Marozia- y a éste, Benedicto VI, candidato del partido imperial.
Desde la muerte de Otón I, estallan en Roma luchas entre papas imperiales y papas romanos. La facción antiimperial, capitaneada por Crescencio (otro hijo de Teodora la joven), hace prisionero a Benedicto VI, que, poco después, muere estrangulado (974) y coloca en su lugar a Bonifacio Franco (Bonifacio VII); pero este último es expulsado por un legado del nuevo Emperador, Otón II (v.). Se procede entonces a una elección en regla de la que sale elegido Benedicto VII (974-983), el mejor de los papas imperiales: romano, anteriormente obispo de Sutri, Benedicto trabaja sin descanso en pro de la reforma eclesiástica y monástica. Entre otras cosas condena la simonía en el sínodo romano del 981. A este Papa sucede, por voluntad de Otón II, Juan XIV (983-984), quien, al morir el Emperador, es eliminado por Bonifacio VII, que vuelve de Constantinopla, el cual es asesinado por el populacho. Le sigue el largo pontificado de Juan XV (985996), que en algunas listas figura erróneamente como Juan XVI. Elegido probablemente por un acuerdo entre los partidos opuestos, detenta solamente el poder espiritual, mientras en Roma dominan los Crescencios, y se dedica a los asuntos de la Iglesia (piénsese, p. ej., en su intervención a propósito de las disputas sobre el obispado de Reims). A su muerte se consulta al nuevo Emperador, Otón III (v.). Asciende así al trono pontificio Bruno de Carintia (Gregorio V), primo de Otón III, persona inteligente, piadosa y profundamente religiosa: es el primer Papa alemán y cuenta 23 años. Pero Crescencio subleva contra él al pueblo romano obligándole a huir y haciendo elegir en su lugar a Juan Filagato, un calabrés arzobispo de Piacenza, que toma el nombre de Juan XVI. Sólo la intervención directa de Otón III restablece el orden. Pero las grandes esperanzas de reforma se truncan por la muerte imprevista, y probablemente no natural, de Gregorio V. Se cierra así el s. X con la elección de Gerberto d’Aurillac (Silvestre II; v.), que había sido preceptor de Otón III.
Ya podía entreverse para el papado la perspectiva de un futuro más sereno, del que se habían ido poniendo las semillas poco a poco. Sin embargo, sólo a la mitad del s. XI el papado es definitivamente liberado de las presiones y de las injerencias de las facciones romanas y reanuda nuevamente con renovado vigor su misión universal. Por esto se puede afirmar que, en realidad, el saeculum obscurum del pontificado no finaliza hasta 1046 (sínodo de Sutri).
De hecho, en Roma, apenas muerto Otón III, se disputan el poder las familias nobiliarias, envolviendo en sus disputas a la sede pontificia. S. Enrique II (v.) consigue, no obstante, favorecer la reforma de la Iglesia garantizando la posibilidad de un tranquilo pontificado a Benedicto VIII (1012-24), de la casa de los condes de Túsculo, otra rama descendiente, como los Crescencios, de Teofilacto, aunque enemiga de estos últimos. Mientras tanto se celebra en Pavía un sínodo (1022) cuyo tema principal es la reforma del clero. A Benedicto VIII sucede su hermano Juan XIX (1024-32), y a éste un sobrino, Benedicto IX, joven e indigno. Una sublevación de los Crescencios en 1045 coloca como papa a Silvestre III. Benedicto consigue regresar a Roma el mismo año pero, por motivos no claros, renuncia al pontificado, recibiendo en compensación una fuerte suma de dinero de su padrino, Juan Graciano, quien sube al trono pontificio con el nombre de Gregorio VI: se trata de uno de los promotores de la reforma y se rodea de óptimos consejeros, entre los que destaca el monje Hildebrando (futuro S. Gregorio VII; v.). Pero quedaba en el aire la cuestión del irregular modo en el que la elección pontificia había tenido lugar. El sínodo de Sutri (1046), convocado por el Emperador Enrique III, dirime la cuestión declarando depuestos a Benedicto IX y Silvestre III (mientras Gregorio VI, con toda probabilidad, renuncia al cargo) y nombrando Papa al alemán Suidgero de Bamberg (Clemente II: 1046-47). Con este episodio se cierra definitivamente el periodo más triste de la historia del papado.
BIBL.: Liber Pontificalis, ed. L. DUCHESNE y C. VOGEL, París 1955-57; LIUTPRANDO DE CREMONA, Opera, ed. J. BECKER, HannoverLelpzig 1915; BENEDETTO DEL SORATTE, Chronlcon, ed. G. ZUCCHETTI, Roma 1920; R. GARCIA VILLOSLADA, Saeculum ferreum, en VARIOS, Historia de la Iglesia católica, II, 3 ed. Madrid 1963, 112-139; A. EHRHARD, W. NEUSs, Historia de la Iglesia, III, Madrid 1961, 125 ss.; L, DUCHESNE, Les premiers temps de !’État pontifical, 3 ed. París 1911; G. FALCO, Albort d’Europa. Pagine di storia medievale, Roma 1947; íD, La Santa Romana Repubblica. Profilo storico del Medio Evo, 3 ed. Milán-Nápoles 1958; G. FASOLI, 1 Re d’talia, Florencia 1949; P. BREZZI, Roma e !’impero medievale, Bolonia 1947; J. GAY, L’Italie méridionale et l’empire byzantin depuis l’avénement de Basile 1 jusqu’á la prise de Bar¡ par les Normands (867-1071), París 1904; íD, Les papes du XI siécle et la chrétienté, París 1926; P. FEDELE, Per la storia di Roma nel secolo X, «Archivio storico della Societá romana di storia patria» (1910) 177 ss.; (1911) 75 ss. y 393 ss.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991
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Es ilustrativo e impresionante el contenido del artículo, aunque no sea todo tal cual se expone.
Pero el título «el papado ha pasado por momentos peores » no corresponde.
No se puede comparar lo de hoy con aquello , son de sustancia distinta.
Ahora , la cuestión es el intento de cambiar , es decir de destruir la Iglesia, más allá de las cuestiones de poder o aberraciones personales , que también se advierten.
El momento peor es el presente, en el que el estamento eclesiástico ha empleado medio siglo en extirpar la fe de millones e impedir siembras nuevas; de forma que no quedan cristianos, salvo los viejos de la última predicación. Una Iglesia sin pueblo fiel es peor que un cascarón de tortuga, porque éste es simpático y adorna, pero la sal orgullosa de ser sosa solo sirve para pisarla, como dijo Aquél a quien han dejado tirado.
Exactamente, en esa época el problema era que el papado lo controlaban una serie de partidos corruptos, pero la clientela seguía ahí, lo de ahora es distinto, el problema ahora es que el papado tiene que cambiar la doctrina porque si no se quedará vacía, el problema es que no hay clientes y hay que cambiar el producto para mantener a los pocos que van quedando, el cliente está insatisfecho, el problema no es el papado, es la falta de fe que obliga al papado a cambiar
Disiento en lo de pasar «momentos peores» ¿En qué y para quien? En herejía y apostasía generalizada y promovida desde el ministerio dudo mucho que haya habido momentos peores. Un ejemplo «leve» revisen en Catecismo para primeras comuniones de la Conferencia Episcopal y la poco clara imagen de Cristo que se ofrece.
¿La bandería del OPUS catalanista AMENAZA con un siglo oscuro al Papado?
Ninguno de esos papas dijo las barbaridades antidoctrinales del actual, ni tenía intención de destruir la Iglesia Católica, dejándola irreconocible. Para mí éste es el peor momento, con mucha diferencia. Los enemigos de la Iglesia están muy dentro y muy arriba. Han conseguido la cátedra de pedro. Que Dios se apiade de su santa Iglesia y nos mande un Papa como Dios manda.
Estoy de acuerdo con Luis de Argentina. La situación en aquella época era muy diferente, como no viviían en una situacón de comunicación inmediata, la mayoría de los católicos ni se enteraban de lo que sucedía en Roma. Además, la infuencia del papado era menor. Pese a la corrupción y los pecados de muchos de estos papas, como los del siglo XVI, ninguno de ellos intentó imponer a la Iglesia errrores doctrinales o morales, como parece ser el caso hoy en día.
Exactamente como los comentarios precedentes: los papas de los siglos oscuros que dice el artículo no eran más que luchas intestinas de poder entre facciones, pero en ningún momento sucedió que se dedicaran a subvertir los dogmas ni las enseñanzas de la Tradición, ni osaban reinterpretar la Sagrada Escritura, por ejemplo, diciendo que el milagro de la multiplicacion de los panes y los peces es «simbólico», como nos ha dicho Franciscus PP, o que los adúlteros comulguen si les place aunque Jesús dijera lo contrario, porque vete tú a saber qué dijo Jesús, porque entonces no había grabadoras. No, señores, no rebajen la gravedad apocalíptica del momento actual, más cercano a II Tesalonicenses, a la enseñanza del Catecismo sobre el final de los tiempos, y a todas las apariciones marianas, que a otra cosa.
Confiar en los planes salvífica de Dios,es fundamental,por tanto El provee lo necesario en todo momento,para el bien de los hombres.Dios ama su obra,y no ha hecho nada que no pueda amar.
susana, según tu teoría Dios ama al Diablo y a los condenados. Y lo de «…id malditos al fuego eterno», lo dijo un día de enfado que se le pasó. Y Dios tiene planes salvíficos, pero para los predestinados , no para todos, repasate el concepto católico de predestinación, no el protestante. Y repasa también a San Agustín en la Ciudad de Dios.
na:a los que justificó,los predestinó.La Confianza en Dios es también un signo, pués todo lo espero de mi dévilidad, más todo lo espero de tu Bondad,Nadie esperó en el Señor y quedó confundido.En ti Señor he esperado,no quede avergonzado jamás.(Salmo 30, 2;70,1).
Es que aquella época no es comparable con esta, ni para bien ni para mal. En la nuestra impera el secularismo, en aquella una religiosidad mágica y supersticiosa en gran parte del pueblo. Pero si la gente no sabía ni leer apenas; eran cuatro los que accedían a la cultura y la Biblia era ininteligible para la población (muchos sacerdotes incluídos); se era cristiano por tradición, ley, cultura y poco más. Y los cargos eclesiásticos eran cargos políticos heredados donde había presiones, intrigas y luchas de poder continuas…………..me quedo con nuestra época. El que quiera ser creyente que lo sea y el que no, pues él verá. Pero libertad para todos. ¿No es mejor así?
Alberto, en aquella época los curas predicaban, y predicaban la verdad, en consonancia con Roma. Ahora lo que dice Roma es lo contrario de lo que ha dicho siempre. Ésta es la gran diferencia. El cisma interno es ya un hecho, cuya formalización únicamente lo puede evitar otro Papa que invite a los no católicos a elegir la secta protestante que más se ajuste a su bragueta. Si no se van tendrá que echarlos, por el bien de la Iglesia.
Lo que demuestra que Cristo la sostiene y la sostendrá hasta el fin de los tiempos, porque ningún poder humano hubiera sobrevivido a semejante historia . Sin embargo, aquí se trata de poderes humanos enfrentados , el político y el espirirual , en ocasiones entremezclados en áquellos tiempos, como consecuencia de las miserias de la propia naturaleza humana ( ambición de poder, avaricia, concupiscencia… )Lo que vivimos ahora es un ataque contra la Doctrina de la Iglesia Católica, contra la esencia misma de la Iglesia , Jesucrito su fundador. Es como dijo el cardenañl Caffara una lucha entre el Bien y el Mal.
Pero es la última batalla de una guerra ya comenzada : Dice la Beata Anne Catherine Emmerick en una de sus profecias : «Ví que cincuenta o sesenta años, si no me equivoco antes del año 2000, Lucifer debía salir durante algún tiempo del abismo. Muchos otros demonios deben salir del abismo en esa época » (DD. 452).- En el inicio de la segunda mitad del siglo XX, es decir 50 años antes del año 2000 se produce: La «revolución sexual» con el cambio de las normas morales, el comportamiento sexual y las relaciones sexuales; el movimiento de liberación homosexual; el movimiento de liberación de la mujer , que se ve abocada a competir laboralmente con el hombre, en desigualdad de condiciones y a dejar la educación de los hijos en manos del colegio del Estado y de la TV, lo que incrementa notoriamente el número de divorcios, abortos y orfanatos públicos, marcando el inicio de la desestructuración familiar. Se establece de este modo una contracultura cuyos valores son opuestos a los valores cristianos , que no es espontánea, sino fruto de un meticuloso plan de ingenieria social, cuya finalidad es el Nuevo Orden Mundial. Estos valores que se oponen a la Ley de Dios inscrita en la conciencia de todos los hombres, están plenamente establecidos en la sociedad actual , son la norma social, y están admitidos por una gran parte de los cristianos , por la vía de la costumbre, a pesar de ser radicalmente anticristianos . Son valores que ya tienen la justificación legal por la promulgación de las oportuns leyes ( en los años 60 comienza la legalización del aborto y e loa años 70 la despenalización de las prácticas homosexuales ). La única barrera que estos valores aún no han podido traspasar es la de la Doctrina de la Iglesia Católica, y por ello, es preciso modificarla , para que dichos valores obtengan la única justificación que les falta, la justificación moral. Todavía no han podido destruir completamente la familia, que débil y malherida, está aguantando estoícamente todos los embates , quizá porque tiene un componente instintivo de «amor y ternura», que también vemos en los animales y que dificulta su manipulación por la ingenieria social.
Da vergüenza leer los comentarios.
O sea que como el pueblo «católico» no se enteraba de la panda de bestias «aristocraticas» y » privilegiadas» que se disputaban el papado y con él las prebendas del poder ( privilegios y mas privilegios tanto en este siglo oscuro como en el XVI – unos verdaderos ladrones » aristocráticos » y disolutos- no pasa nada de nada.. La Iglesia sigue siendo tan santa como siempre pretendió ser … En radical contraste y total oposición con Jesucristo, Jesucristo jamás pretendió, ser santo, tan sólo servir a su Padre, nunca exigió privilegios ni lucho salvajemente por ellos como esta panda del siglo oscuro, o la ladrona del siglo XVI, Jesucristo nunca exigió obediencia como si hacen esto señores que se disputan el papado, y murió victima del PODER sin jamás pretenderlo o representarlo.
NO HAY NADA DE JESUCRISTO EN ESTA VERGUENZA ROMANA, EN NINGUNA DE SUS FACCIONES
Da vergüenza leer que Jesús jamás pretendió ser santo. Jesús es santo desde siempre. Hasta los demonios lo reconocían cuando veían a Jesús. «Yo sé quién eres: el Santo de Dios» Marcos 1,24. Que nunca exigió obediencia: «Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que Yo os mando» Juan 15,14.
Pregunto ¿en las comunidades protestantes no hay pecadores, escándalos, catástrofes, traiciones? La pregunta es retórica, obviamente.
En un todo de acuerdo con el comentario de María R.:
«Lo que demuestra que Cristo la sostiene y la sostendrá hasta el fin de los tiempos, porque ningún poder humano hubiera sobrevivido a semejante historia . Sin embargo, aquí se trata de poderes humanos enfrentados , el político y el espiritual , en ocasiones entremezclados en aquellos tiempos, como consecuencia de las miserias de la propia naturaleza humana ( ambición de poder, avaricia, concupiscencia… ) Lo que vivimos ahora es un ataque contra la Doctrina de la Iglesia Católica, contra la esencia misma de la Iglesia , Jesucristo su fundador. Es como dijo el cardenal Caffara una lucha entre el Bien y el Mal».
Y también ahora Cristo la seguirá sosteniendo hasta el fin de los tiempos. Bendiciones.
En fin… Qué equivocada esta la gente
Es ROMA la que ha sobrevivido 2000 años.
ROMA y su política imperial, sólo eso.
Los imperios suelen durar eso:
El Sacro Imperio Romano Germánico duró 1000 años, el Chino más aún, ( hoy es parte de ROMA), el imperio romano ( DE ROMA) dura ya 2000 años.
En cualquier caso y acerca de la «»» doctrina»»», ¿Qué habría del no robaras que no es doctrina de la Iglesia Romana sino mandamiento de la ley de dios? ¿Me explica alguien lo se los florentinos Médicis, banqueros por privilegio papal?¿ Y lo de los vaquitos y su cupo ladrón del que nada dice la Iglesia ni su jerarquía? ¿Y del no matarás? ¿Me explica alguien lo de Setién, lo de ETA , el IRA o lo de la Ustacha?
No hay nada de Jesucristo en ROMA.
Sólo hay ROMA en ROMA
Claro, la política imperial que había cuando Stalin preguntó cuántas divisiones tenía el Papa. La diferencia entre la Iglesia y el mundo no es que en la Iglesia no haya pecados, sino que en la Iglesia pueden ser perdonados, y la misma Iglesia no deja nunca de decir que son pecados, al revés del mundo, que los convierte en las virtudes de moda.
¿ Y se ponen estos tiquismiquis por si están casados o no por un cura romano, después de los de Setién y ETA?
O sea: el que nose consuela es porque no quiere…
Ayuda a comprender cómo en nuestra época hay brutales luchas por controlar el papado, de las que nadie habla. Asesinato de Juan Pablo I, atentado de Ali Agca casi mortal contra Juan Pablo II, replica de este atentado en Fátima por un cura español, extorsiones a la Iglesia por asuntos económicos con los casos Calvi-Ambrosiano-IOR y luego con los Vatileaks, renuncia de Benedicto XVI por no considerarse capaz de hacer frente a quienes usan la Iglesia como poder, y la actual campaña contra el Papa. Coinciden estos acontecimientos con el poder del Opus –Juan Pablo I: “el Opus Dei es poderoso”-, y se ve tienen fuente de inspiración en lo peorde siglos pasados.
Si el Opus se auto considera heréjemente como la Obra de Dios tiene su lógica interna que quiera dominar la Iglesia y ponerla a su servicio.
Las cuestiones de poder circunscritas a las oligarquías de la región romana influyeron decisivamente en el papado. En estos tiempos la pretensión de poder de los oligarcas de la región catalana, que pretenden que toda España sea su colonia, influyen decisivamente sobre el papado.
Los obispos belgas contradicen a Müller. Más y más confusión, con multiplicación http://www.lanuovabq.it/it/articoli-amoris-laetitia-muller-e-vescovi-belgi-su-posizioni-opposte-19991.htm
¿ Nos quiere consolar Infovaticana con una mentira colosal ? Va a ser que no. Esta crisis es doctrinal. Se cuestiona toda la doctrina, al ridiculizarla como pieza de museo. Moral, se cuestiona toda la moral, al sostenerse que se construye en camino sinodal y que el pecado es la respuesta generosa a la voluntad divina: AL 303. Existencial, al sostenerse que el Catolicismo es una de las aristas de la religión mundial poliédrica, quizás incluso la más despreciable, por su rigidez y pretensión de Verdad absoluta. Sacramental, al cuestionarse todos los sacramentos, en especial el matrimonio y su indisolubilidad, la penitencia, pues basta con acercarse, la eucaristía, para todos menos los católicos, y el sacerdocio, que pasa de Jesucristo a amazónicovirprobático. En consecuencia se está cuestionando lo más sagrado: la divinidad de Jesucristo, su carácter de único Salvador y, por tanto, la maternidad divina de la Virgen, reducida a una discípula muy justicia de luces.
Justita.
Tiene razón. ¡El mismo Juan XII capaz que se escandalizaba hoy día!! 🙂
a mí me asombra que después de tanto pecado grave a lo largo de la historia, especialmente en el sector eclesiástico, no seamos los católicos capaces de darnos cuenta que solo Jesucristo es depositario de nuestra santa Fe, y nadie más en este tiempo que pasa.
Si tenemos la fortuna de haber vivido la época gloriosa de los 26 años del papado de un gran santo como San Juan Pablo II y de otro Papa excelente como Benedicto XVI, al leer este artículo, podemos concluir que el poder temporal otorgado por Cristo a Pedro actualmente está secuestrado.
Más para Dios TODO es posible y este fundamento prevalece en el tiempo y la eternidad.
Larga entrevista a Viganò, que está muy activo en este periodo. En opinión de Viganò la solución: «radica sobre todo en un acto de humildad que todos nosotros, comenzando por la jerarquía y el Papa, debemos llevar a cabo: reconocer la infiltración del enemigo dentro de la Iglesia, la ocupación sistemática de los puestos clave de la curia romana, seminarios y universidades, la conspiración de un grupo de rebeldes, incluida, en primera línea, la desviada Compañía de Jesús, que lograron dar la apariencia de legitimidad y legalidad a un acto subversivo y revolucionario. También debemos reconocer la insuficiencia de la respuesta del bien, la inteligencia de muchos, el temor de los demás, el interés de aquellos que se han beneficiado de esa conspiración y gracias a esa conspiración»
«La tradición nos dice que el Príncipe de los Apóstoles tenía dos surcos en las mejillas, debido a las lágrimas que derramó copiosamente por el resto de sus días, arrepintiéndose de su traición. Le corresponderá a su sucesor, el vicario de Cristo, en la plenitud de su poder apostólico, reanudar el hilo de la tradición donde ha sido cortado». «La Iglesia es una institución divina, y todo en ella debe partir de Dios y volver a él. El prestigio de una clase dominante no está en juego, ni la imagen de una empresa: aquí se trata de la gloria de la majestad de Dios, de no anular la pasión de Nuestro Señor en la cruz, los sufrimientos de su Santísima Madre, de la sangre de los mártires, del testimonio de los santos, de la salvación eterna de las almas.
Si por orgullo u obstinación desafortunada no sabemos cómo reconocer el error y el engaño en el que hemos caído, tendremos que rendirle cuentas a Dios, que es tan misericordioso con su pueblo cuando se arrepiente, como implacable en la justicia cuando sigue a Lucifer en el no serviam.» Specola.
«Cada era tem a sua heresia mas nesta, a modernista, retira-se o conteúdo do cristianismo, deixando-lhe o nome. A alma sente um arrepio: o inimigo do género humanos encontrou um erro que transporta o nome de verdade e que é capaz de acelerar o fim dos tempos.» (Blanc de Saint-Bonnet)
Todos esos desafueros no eran para tanto, la doblez moral, la hipocresía y las turbias componendas actuales son más dañinas, la prueba de ello han sido los Cismas continuos motivados por el poder, el sexo y el dinero encubiertos bajo excusas heréticas. Pero siempre hay santos que sacar de su peana para taparlos
Me ha encantado el papel de Marozia. Para que luego digan que las mujeres no han mandado en la Iglesia. Eso es mandar. Y no servir, claro, que es a lo que debería estar la Iglesia. Creo que las mujeres que hoy piden poder para las mujeres en la Iglesia deberían constituir la asociación Marozia para que nadie se lleve a engaño (si es que alguno lo hace todavía, a estas alturas).
El articulo eata muy bien. Explica sencillamente los tejemanejes politicos de la iglesia , del papado, en aquella epoca. Peto hay un problema: el titulo no corrsponde con todo lo explicado en el articulo. Me explico: todos aquellos tejemanejes politicos se cernian sobre en control del papado y la iglesia. Pero ninguna de tosas esas facciones papas y antipapas pretendian camviar la?fe de la Iglesia. Esta?es la cuestion hoy central. Desde mi punto de vista. Se ests intentando cambiar la?fecdecla Iglesia: sobre la familia el.matrimonio laxeuxaristia y la comunion sobre la cobfesion sobre el infierno sobre el demonio sobre la pena de muerte sobre el sacerdocio sacramental… Y se estan impomiendo otros puntos nuevos que pretenden ser elevados a doctrina: ambientslismo cambio climatico maternidad de conejos y conejas pachamamas los migrantes y migrantas y un largo etc.
Coincido con Don Luís de Argentina. El artículo es impresionante. Es llegar a tocar fondo en la historia de la Iglesia, pues parece el fin. Pero también es verdad que la crisis no es comparable con la actual. Las gravísimas situaciones del «siglo oscuro» de la Iglesia son, básicamente, luchas de poder entre personas o poderosas familias feudales, cuya únicamotivación es: «quítate tú para ponerme yo». La actual es de otra especie. No hay lucha por el poder personal de las posesiones de la Iglesia, sino lucha por el poder doctrinal, es decir, imponer una doctrina determinada, que se puede resumir en dos opciones: tradis y moders. Éstos últimos ocupan el poder en estos momentos y eso afecta profundamente a la doctrina y a la fe. La visión del infierno se tapa a ultranza, la intransigencia con el adulterio es matizada, la doctrina es sacrificada siempre en el altar de la confluencia con otras sectas y la adoración a ídolos se consider «querida por Dios». Esta es la crisis hoy.
Por favor, no mezclemos las cosas, en esa época la mayoría de los católicos eran católicos nomás, y los grandes pecados no llegaban al plano doctrinal. Los de esa época nos podrían dar lecciones en más de un punto. Aceptémoslo porque es real: la catástrofe actual no tiene precedentes en los veinte siglos de historia de la Iglesia.
Maria R, coincido con usted en mucho. La antigua y dura crisis eclesial descrita por el post la interpreto más como crisis del papado que como crisis del conjunto de la Iglesia, y la veo enraizada en los graves pecados (aunque»habituales») de la naturaleza humana: avaricia, ambición de poder, concupiscencia, venganza… Nada que ver con la desolación casi general que hoy sufre la Iglesia, atacada por fuerzas de malignidad manifiesta, que vertiendo en el corazón de muchos la tentación de siempre: «sereis como dioses», pretenden alimentar nuestra soberbia intelectual o espiritual, fomentar la división y demoler la iglesia o situarla a los pies de las fuerzas mundanas.
No se me ocurre nada mejor para salir de la situación de división en que está la Iglesia que unirnos a Jesús en la oracion sacerdotal y pedir al Padre el don de la unidad de cuantos creemos en Él.