Las frases más valientes del ‘cardenal del silencio’

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El Cardenal Sarah acaba de publicar en España el libro «La Fuerza del Silencio», donde recoge varias reflexiones sobre el ruido que nos esclaviza y el silencio, necesario para escuchar a Dios.

Puede comprar ‘La fuerza del silencio’ en este enlace. 

Les ofrecemos a continuación algunas de las frases más atrevidas del libro La Fuerza del Silencio, del Cardenal Robert Sarah y el autor francés Nicolas Diat.:

  • Tampoco basta con callar, hay que convertirse en silencio.
  • El auténtico desierto está en nuestro interior, en nuestra alma. Si lo entendemos así somos capaces de comprender que el silencio es indispensable para encontrar a Dios: El Padre aguarda a sus hijos en sus propios corazones.
  • La soledad es el mejor estado para escuchar el silencio de Dios.
  • Nunca dejaré de dar las gracias a los sacerdotes buenos y santos que entregan generosamente la vida entera por el reino de Dios. Pero denunciaré sin descanso a los que son infieles a las promesas de su ordenación punto para darse a conocer o para imponer su propia visión, tanto en el plano teológico como en el pastoral, hablan y hablan sin parar. Son clérigos que repiten las mismas banalidades. No podría asegurar que Dios habite en ellos. ¿Quién es capaz de descubrir en el desbordamiento de su interioridad una fuente nacida de las profundidades divinas? Pero ellos hablan, ya los medios les guste escucharles para hacerse eco de sus necedades, sobre todo si se manifiestan a favor de las nuevas ideologías posthumanistas en materia de sexualidad, familia y matrimonio. Para estos clérigos, la idea que Dios tiene de la vida conyugal es un ideal evangélico. El matrimonio ya no es una exigencia y un querer de Dios cuyo modelo está expresado en el vínculo nupcial entre Cristo y la Iglesia. La presunción y la arrogancia de algunos teólogos les lleva incluso a exponer opiniones personales difícilmente conciliables con la revelación, la tradición, el magisterio multisecular de la Iglesia y la enseñanza de Cristo. Y así, poderosamente respaldados por el ruido mediático, llegan incluso a cuestionar el pensamiento de Dios.
  • ¿No se habrán hecho realidad las palabras proféticas de Pablo VI citadas por Jean Guitton en su libro «Pablo VI secreto»? «Hay un gran descontento en este momento en la iglesia y lo que están cuestionando es la fe. Lo que me alarma cuando reflexiono sobre el mundo católico es que el interior del catolicismo parece dominar a veces un pensamiento de tipo no católico y puede llegar a ocurrir que este pensamiento no católico en el interior del catolicismo se convierta mañana en el más fuerte, pero nunca representar el pensamiento de la Iglesia. Es necesario que subsista un pequeño rebaño, por pequeño que sea.»
  • Desde su renuncia, Benedicto XVI, envuelto en el silencio de un monasterio en los jardines del Vaticano, es una réplica de los monjes. Como los contemplativos, sirve a la iglesia consagrando sus últimas fuerzas y el amor de su corazón a la oración, la contemplación y la adoración de Dios. El Papa emérito permanece delante del Señor por la salvación de las almas y para la sol gloria de Dios. Aún así, al cabo de dos milenios, ¡qué sorprende paradoja ver a tantos teólogos charlatanes, a tantos papas ruidosos, a tantos sucesores de los apostoles pretenciosos e infatuados de sus razonamientos! no obstante, la Iglesia, fundada sobre Pedro y la roca del Gólgota, es inquebrantable.
  • Por desgracia, las fuerzas mundanas que quieren forjar al hombre moderno eliminar metódicamente el silencio.
  • Es en el silencio, y no en el tumulto ni el ruido, cuando Dios penetra en las profundidades más íntimas de nuestro ser.
  • El silencio no es una ausencia, al contrario: Se trata de la manifestación de una presencia, la presencia más intensa que existe.
  • Cuanto más nos revestimos de gloria y honores, cuanto mayor es nuestra dignidad, cuanto más investidos estamos de responsabilidades públicas, de prestigio y de cargas temporales como laicos, sacerdotes u obispos, más necesidad tenemos de avanzar en la humildad y de cultivar cuidadosamente la dimensión sagrada de nuestra vida interior, procurando constantemente ver el rostro de Dios en la oración, la meditación, la contemplación y la ascesis.
  • Puede ocurrir que un sacerdote bueno y piadoso, una vez elevado a la dignidad episcopal, caiga enseguida en la mediocridad y el deseo de triunfar en los asuntos mundanos. Abrumado por el peso de las funciones de que está investido, movido por el deseo de hacerse ver, preocupado por su poder, autoridad, y las necesidades materiales de su cargo, se va ahogando poco a poco. Tanto él como sus obras manifiestan el deseo de ascender, el anhelo de prestigio, y una degradación espiritual. A él y al rebaño del que le ha hecho guardia en el Espíritu Santo, con el fin de que apaciente la Iglesia de Dios, les hace mucho daño que compre a Dios con la sangre de su propio hijo.
  • Para definir los contornos de nuestras acciones futuras conviene hacer silencio diario
  • Es imposible imaginar ni por un instante una vida de oración al margen del Silencio
  • Los sonidos y las pasiones nos apartan de nosotros mismos mientras que en silencio siempre obliga al hombre interrogarse sobre su propia vida.
  • El hombre que domina su lengua controla su vida como el marinero domina la nave. Y al contrario el hombre que habla demasiado es un navío borracho
  • Arrastrado hacia fuera por la necesidad de contarlo todo, el charlatán se halla lejos de Dios y de cualquier actividad profunda. No le queda tiempo para recogerse, para pensar, para vivir en profundidad. Con la agitación que crea en torno a él, impide a los demás el trabajo y el recogimiento fecundos. El charlatán, vano y superficial, es un ser peligroso.
  • La costumbre tan extendida hoy de testimoniar en público gracias divinas concedidas en lo más íntimo del hombre, lo expone a la superficialidad, a la autoviolación de la amistad interior con Dios y a la vanidad.
  • Nuestra época abomina de aquello a lo que nos conduce el silencio: encontrar a Dios, maravillarse y arrodillarse ante Él.

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Comentarios
8 comentarios en “Las frases más valientes del ‘cardenal del silencio’
  1. » Para estos clérigos, la idea que Dios tiene de la vida conyugal es un ideal evangélico. El matrimonio ya no es una exigencia y un querer de Dios cuyo modelo está expresado en el vínculo nupcial entre Cristo y la Iglesia. La presunción y la arrogancia de algunos teólogos les lleva incluso a exponer opiniones personales difícilmente conciliables con la revelación, la tradición, el magisterio multisecular de la Iglesia y la enseñanza de Cristo. Y así, poderosamente respaldados por el ruido mediático, llegan incluso a cuestionar el pensamiento de Dios. » Perfecto retrato de la Amoris Laetitia.

  2. Jesús iba al monte a orar, en soledad. Allí se encontraba con su Padre…y de esa riqueza infinita podía encender la luz en aquéllos con quienes se encontraba.
    Gracias, cardenal Sarah…ante un Papa actual, un tanto histriónico, resaltan las figuras serenas y profundas de Juan Pablo II y Benedicto XVI.
    Dios guarde a sus santos. Dios lo guarde, cardenal.

  3. Rascayú: de los momentos más intensos, conmovedores y aleccionadores de Jesús está la oración que hace solo después de apartarse de los apóstoles en Getsemani… ya sabes, cuando Jesús sudo como gotas de sangre.

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