Cuenta la tradición que en el concilio de Nicea San Nicolás, nada más encontrarse con Arrio, le abofeteó en el rostro por haber adulterado la doctrina católica.
En el año 320 d.C, el obispo de Alejandría convocó una reunión de los obispos de Egipto y alrededores en la que la mayoría de los asistentes coincidió en excomulgar a Arrio por su doctrina errónea que negaba la verdadera divinidad de Jesucristo. Arrio decidió entonces huir a Egipto, donde encontró asilo y comenzó a buscar apoyos entre los obispos de varias ciudades y siguió transmitiendo sus ideas a las masas.
En el año 325, la situación con que se encontró Constantino hizo que encargara al obispo hispano Osio examinar la controversia y convocar una asamblea de obispos en Nicea.
Aunque no se sabe con certeza cuántos obispos asistieron a este primer concilio ecuménico, el número acabó fijándose simbólicamente en 318, tantos como los criados de Abraham que acudieron armados al rescate de su familia, según señala el doctor en teología y especialista en información religiosa Marcellino D’Ambrosio en su libro Cuando la Iglesia era joven: Las voces de los Primeros Padres, de la editorial Palabra.
En aquel encuentro se encontraban Arrio y algunos de sus partidarios, así como el obispo de Alejandría que había excomulgado a Arrio por atentar contra la regla de la fe cristiana. Entre los obispos que asistieron al Concilio de Nicea, la tradición señala que también estaba presente Nicolás de Mira, confesor de la fe durante la persecución.
Según se relata en el libro Cuando la Iglesia era joven, la tradición cuenta que el jovial anciano san Nicolás, nada más encontrarse con Arrio en el concilio, le abofeteó en el rostro. D’ Ambrosio señala que aunque esta anécdota bien puede tratarse de una leyenda, ilustra lo que comentó un cardenal de la curia cuando Roma preparaba el Vaticano II: «Un concilio no es una reunión de boy scouts«.
En Nicea, los obispos plasmaron su enseñanza redactando un Credo que todos estaban obligados a aceptar y promover como principios universales de la verdadera fe cristiana. D’ Ambrosio subraya en su libro que, hasta el Concilio de Nicea, los credos se empleaban casi exclusivamente para la instrucción y el bautismo de nuevos cristianos y su expresión literal variaba ligeramente de unas ciudades a otras.
Los obispos del Concilio de Nicea tomaron un credo bautismal local y lo corrigieron para que las palabras definieran con nitidez la divinidad de Cristo, excluyendo la doctrina de Arrio. En este concilio se condenaron las enseñanzas de Arrio, incompatibles con la auténtica fe cristiana y quienes mantuvieran esas opiniones con contumacia quedarían excomulgados o anatematizados. Todos los obispos, a excepción de Arrio y dos de sus partidarios, suscribieron el Credo.
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Los dubia de los cuatro, Bergoglio se las ha tomado como una bofetada. Le han puesto en un gran aprieto y está sirviendo para clarificar la situación de la Iglesia Católica y su cisma de hecho entre protesgoglios y católicos, dichosos de recibir bofetadas de los primeros, como rígidos, fundamentalistas, doctores de la letra …
Cuantas bofetadas repartiría San Nicolas hoy? Si en aquel entonces se especula que el 90 % de los obipos eran arrianos, hoy, será posible que en esa misma proporción sean o masones o modernistas? Lo que se me queda claro es que Dan Nicolas se daría gusto repartiendo bofetadas a tutiplén!
Esto es la ira santa que es una virtud, osea que es excelente. Jesús nos la enseña. Y nosotros no la conocemos o la aguachinamos con cobardías llamadas pacifismo.
Tiene bemoles que a seguir pecando se le llame la respuesta generosa a Dios en ese momento y en esas circunstancias, que no les han venido dadas sino que las han buscado y querido. Este es el nefasto bergoglianismo, pero muchos todavía no se quieren enterar. Dios nos juzgará a todos, en especial a quienes hemos recibido muy buena formación, por lo que estamos diciendo o callando en este momento trágico para la Iglesia.
Declaración de apoyo a los «dubia» de los cuatro cardenales
Como académicos y pastores católicos de almas quisiéramos expresar nuestra profunda gratitud y nuestro completo apoyo a la valiente iniciativa de cuatro miembros del Colegio de Cardenales, Sus Eminencias Walter Brandmüller, Raymond Leo Burke, Carlo Caffarra y Joachim Meisner.
Tal como ha sido ampliamente difundido, estos cardenales han sometido formalmente cuatro «dubia» al Papa Francisco, solicitándole que aclare cinco puntos fundamentales de la doctrina católica y de la disciplina sacramental, cuyo tratamiento en el capítulo VIII de la reciente Exhortación Apostólica «Amoris laetitia» (AL) parece estar en conflicto con la Sagrada Escritura o la Tradición, y las enseñanzas de documentos papales previos –especialmente la Encíclica «Veritatis splendor» y la Exhortación Apostólica «Familiaris consortio» del Papa San Juan Pablo II.
Hasta este momento el Papa Francisco se ha abstenido de contestar a los cuatro Cardenales. Sin embargo, dado que –en efecto– están consultándole si los importantes documentos magisteriales indicados todavía exigen nuestro completo asentimiento, pensamos que el persistente silencio del Santo Padre puede hacerlo objeto del cargo de negligencia en el ejercicio de su ministerio petrino de confirmar a sus hermanos en la fe.
Varios prominentes prelados han criticado duramente la solicitud de los cuatro Cardenales, pero sin arrojar ninguna luz acerca de sus profundas y pertinentes preguntas. Hemos leído intentos de interpretar la Exhortación Apostólica dentro de una «hermenéutica de la continuidad» por parte de Christoph Cardenal Schönborn y el profesor Rocco Buttiglione, pero nos consta que ellos no logran demostrar su alegato central de que los elementos nuevos que se encuentran en AL no pondrían en peligro la ley divina, sino que contemplarían nada más que cambios legítimos en la práctica pastoral y en la disciplina eclesiástica.
Es más, varios comentadores, en especial el profesor Claudio Pierantoni en un nuevo y extenso estudio teológico-histórico, han argumentado que, como resultado de la amplia confusión y desunión que han seguido a la promulgación de AL, la Iglesia universal está ahora entrando en un momento gravemente crítico de su historia, que manifiesta alarmantes semejanzas con la gran crisis arriana del siglo IV. Durante aquel conflicto catastrófico, la gran mayoría de los obispos, incluso el Sucesor de Pedro, vacilaron sobre nada menos que la verdad de la divinidad de Cristo. Muchos no incurrieron plenamente en herejía; sin embargo, desarmados por la confusión o debilitados por la timidez, buscaron fórmulas convenientes y ambiguas en interés de la “paz” y la “unidad”.
Ahora estamos presenciando una parecida crisis metastática, esta vez sobre aspectos fundamentales de la vida cristiana. Se sigue profesando de palabra las doctrinas de la indisolubilidad del matrimonio; del carácter gravemente pecaminoso de la fornicación, el adulterio y la sodomía; de la santidad de la Sagrada Eucaristía; y de la terrible realidad del pecado mortal. En la práctica, sin embargo, un número creciente de prelados y teólogos en posiciones importantes están socavando o efectivamente negando dichos dogmas –e incluso, la misma existencia en la ley divina de prohibiciones negativas absolutas, sin excepciones, que gobiernan la conducta sexual. Todo esto se está efectuando mediante un énfasis exagerado o unilateral en la “misericordia”, el “acompañamiento pastoral” y las “circunstancias atenuantes”.
Mientras el Pontífice reinante da un toque muy confuso de trompeta en esta batalla contra los ‘principados y potestades’ del Enemigo, la barca de Pedro está perdiendo peligrosamente el rumbo como un buque sin timón, y –en efecto– muestra síntomas de desintegración incipiente.
En esta situación, creemos que todos los Sucesores de los Apóstoles están grave y urgentemente obligados a hablar con claridad y con fuerza para confirmar las enseñanzas morales ya nítidamente expuestas en el magisterio de los Papas previos y del Concilio de Trento. Varios Obispos y otro Cardenal han señalado ya que consideran los cinco «dubia» oportunos y apropiados. Esperamos ardientemente –y oramos con fervor– para que muchos más se adhieran ahora públicamente, no sólo a la respetuosa solicitud de los cuatro cardenales al Sucesor de Pedro para que confirme a sus hermanos en estos cinco puntos de la fe “que ha sido transmitida a los santos de una vez para siempre” (Judas 1, 3), sino también a la recomendación del Cardenal Burke de que, si el Santo Padre no lo hiciere, los Cardenales colectivamente se acerquen a él con alguna forma de corrección fraterna, en el espíritu de la amonestación del Apóstol Pablo a su hermano Pedro en Antioquía (cf. Gal 2, 11).
Encomendamos este grave problema a las manos y a la intercesión celestial de la Inmaculada Virgen María, Madre de la Iglesia y Vencedora de todas las herejías.
El 8 de diciembre de 2016, Fiesta de la Inmaculada Concepción
Msgr. Ignacio Barreiro Carambula, STD, JD, Chaplain and Faculty Member of the Roman Forum
Rev. Claude Barthe, France
Dr. Robert Beddard, MA (Oxon et Cantab), D.Phil (Oxon), Fellow emeritus and former Vice Provost of Oriel College, Oxford
Carlos A. Casanova Guerra, Doctor of Philosophy, Full Professor, Universidad Santo Tomás, Santiago de Chile
Salvatore J. Ciresi MA, Notre Dame Graduate School of Christendom College, Director of the St. Jerome Biblical Guild
Luke Gormally, PhL, Director Emeritus, The Linacre Centre for Healthcare Ethics (1981-2000); Sometime Research Professor, Ave Maria School of Law, Ann Arbor, Michigan (2001-2007); Ordinary Member, The Pontifical Academy for Life
Rev. Brian W. Harrison OS, MA, STD, Associate Professor of Theology (retired); Pontifical Catholic University of Puerto Rico; Scholar-in-Residence, Oblates of Wisdom Study Center, St. Louis, Missouri
Rev. John Hunwicke, MA (Oxon.), Former Senior Research Fellow, Pusey House, Oxford; Priest of the Ordinariate of Our Lady of Walsingham; Member, Roman Forum
Peter A. Kwasniewski PhD (Philosophy), Professor, Wyoming Catholic College
Rev. Dr. Stephen Morgan DPhil (Oxon), Oeconomus Diocese of Portsmouth, Lecturer in Sacramental Theology, Associate Staff, Maryvale Institute
Don Alfredo Morselli STL, Parish priest of the Archdiocese of Bologna
Rev. Richard A. Munkelt PhD (Philosophy), Chaplain and Faculty Member, Roman Forum
Rev. John Osman MA, STL, Parish priest in the archdiocese of Birmingham, , former Catholic chaplain to the University of Cambridge
Dr Paolo Pasqualucci, Professor of Philosophy (retired) University of Perugia
Dr Claudio Pierantoni, Professor of Medieval Philosophy in the Philosophy Faculty of the University of Chile, Former Professor of Church History and Patrology at the Faculty of Theology of the Pontificia Universidad Católica de Chile, Member of the International Association of Patristic Studies
Dr John C. Rao D.Phil (Oxon.), Associate Professor of History, St. John’s University (NYC), Chairman, Roman Forum
Dr Nicholas Richardson. MA, DPhil (Oxon.), Fellow emeritus and Sub-Warden of Merton College, Oxford, and former Warden of Greyfriars, Oxford
Dr Joseph Shaw MA, DPhil (Oxon.), Senior Research Fellow and Tutor in Philosophy at St Benet’s Hall, Oxford University
Dr Anna M. Silvas FAHA, Adjunct research fellow, University of New England, Armidale, NSW, Australia
Michael G. Sirilla PhD, Director of Graduate Theology, Franciscan University of Steubenville, Ohio
Professor Dr Thomas Stark, Phil.-Theol. Hochschule Benedikt XVI, Heiligenkreuz
Rev. Glen Tattersall, Parish Priest, Parish of Bl. John Henry Newman, Archdiocese of Melbourne; Rector, St Aloysius’ Church, Melbourne
Rev. Dr David Watt STL, PhD (Cantab.), Priest of the Archdiocese of Perth; Chaplain, St Philomena’s chapel, Malaga
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8.12.2016
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la verdad duele «San» Nicolas! La respuesta de esa cachetada no sera de Arrio, sino de Dios Padre