Cuatro musulmanas entran en una iglesia para escupir al crucifijo

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En las últimas semanas, se han multiplicado los ataques a iglesias católicas en Venecia y algunos sacerdotes han pedido a las autoridades que aumenten las medidas de seguridad. 

El pasado 12 de julio, un joven magrebí entró en la iglesia de San Jeremías en Venecia, se abalanzó sobre un crucifijo del siglo XVIII y empezó a sacudirlo hasta que cayó al suelo. Desde entonces, las iglesias católicas en Venecia han sufrido varias profanaciones, faltas de respeto y auténticos ataques protagonizados por musulmanes, según informa el diario italiano Il Gazzettino en su edición impresa de este lunes.

Una de estas profanaciones, de la que se han hecho eco varios diarios nacionales, tuvo como escenario la iglesia veneciana de San Zulian y ha sido relatada por el propio párroco Massimiliano D’Antiga.

El suceso fue protagonizado por cuatro mujeres musulmanas que entraron en la iglesia con el rostro oculto tras un velo. Las mujeres se acercaron al crucifijo y escupieron sobre él. A continuación, huyeron escabulléndose entre los turistas presentes en el templo.

El párroco de San Zulian denunció la profanación ante las autoridades y pidió que se reforzaran las medidas de seguridad en torno a la iglesia, ya que no se trata del único ataque que ha sufrido esta parroquia situada a pocos pasos de la popular Plaza de San Marcos.

 

En la mañana de este domingo, dos jóvenes, después de asistir a la celebración de la Santa Misa presidida por el párroco, se acercaron al altar para recibir la comunión como el resto de los fieles. Cuando el sacerdote les dio la Sagrada Forma, la escupieron y salieron del templo.

Los feligreses de esta parroquia veneciana también aseguran que hay musulmanes que optan por rezar sus oraciones en el interior de esta iglesia católica. El propio párroco ha confesado a los medios italianos que hace dos semanas entraron en la iglesia dos musulmanes que extendieron una alfombra y comenzaron sus oraciones.

Cuando el sacristán de la iglesia se acercó a ellos para explicarles que ese no era el lugar en el que debían rezar a Alá, se limitaron a responder: «Podemos hacerlo, el Papa nos ha dado permiso».