Francisco: ‘La falta de transparencia persiste y se ve en los balances’

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Papa Francisco El Santo Padre reconoce en una de las grabaciones filtradas que «los costes están fuera de control», exige que se pidan al menos «tres presupuestos» para cualquier gasto y que se pague únicamente el dinero presupuestado. Las revelaciones sobre los escándalos financieros en el seno del Vaticano recogidas en los libros Avaricia y Via Crucis que han sido publicados en el día de ayer han conseguido, sin duda alguna, que la figura del Papa Francisco, a pesar del terremoto en la Santa Sede, haya quedado salvaguardada. Los datos que hasta ahora están saliendo a luz del contenido de los libros muestran a un Papa preocupado por la gestión económica y apesadumbrado por las acciones de algunos miembros de la curia, tal y como se demuestra en las grabaciones que se hicieron al Santo Padre sin su consentimiento y que han sido filtradas. Una de estas grabaciones pertenece a una reunión privada que el Santo Padre mantuvo con algunos de sus cardenales en 2013, cunado decidió crear una comisión para investigar la gestión económica de la Santa Sede. En este encuentro, Francisco sostuvo con firmeza: «Hay necesidad de aclarar las finanzas de la Santa Sede y hacer que sean más transparentes». A continuación, las palabras del Santo Padre en esa reunión de los cardenales filtradas y recogidas en el libro Via Crucis de Gianluigi Nuzzi: Hay necesidad de aclarar las finanzas de la Santa Sede y hacer que sean más transparentes. Lo que voy a decir ahora es para ayudar, querría individualizar algunos elementos que seguramente os ayudarán en vuestra reflexión. Primero. Ha sido universalmente acertado lo dicho en las congregaciones generales durante el cónclave, que se ha aumentado demasiado el número de empleados. Este hecho crea un fuerte dispendio de dinero que puede ser evitado. El cardenal Calcagno me ha dicho que en los últimos cinco años, ha habido un 30% de aumento en las compras por parte de estos empleados. ¡Aquí hay algo que no funciona! Debemos “meter mano” a este problema. Segundo. El problema de la falta de transparencia está todavía vigente. Es sabido que no provienen de una claridad de los procedimientos. Esto se ve- dicen los que me han hablado (estos son los revisores de las denuncias y algunos cardenales, comenta el autor de Via Crucis)- en los balances. Unido a esto, creo que se debe progresar en el trabajo de aclarar bien el origen de las continuas  formas de pago. Por lo tanto, se debe hacer un protocolo, ya sea para el presupuesto como para la última parte, el pago. Se necesita seguir el protocolo con rigor. Uno de los responsables me decía: “Pero vienen con la factura y ahora debemos pagar…”. No, no se paga. Es una cosa que se ha hecho sin un presupuesto, sin autorización, no se paga. “¿Pero quién lo paga?”-dice el Papa Francisco que simula un diálogo del encargado de los pagos- No se paga. Hay necesidad de comenzar un protocolo, ser firmes, a pesar de que a este pobre encargado se le atribuya una mala imagen, ¡no se paga! El Señor nos perdone, pero ¡no se paga! C-l-a-r-i-d-a-d. Esto se da en la firma más humilde, y debemos hacerlo también nosotros. El protocolo para iniciar un trabajo y el protocolo de pago. Antes de cada adquisición o trabajos estructurales se debe preguntar al menos tres presupuestos que sean diferentes para poder escoger el más conveniente. Haré un ejemplo, lo de la biblioteca. El presupuesto decía 100 y luego han sido pagados 200. ¿Qué ha sucedido? ¿Un poco más? Está bien, ¿Pero era el presupuesto o no? Pero debemos pagarlo… ¡No se paga! Pero que lo paguen ellos… ¡No se paga! Esto para mí es importante. Por favor, ¡disciplina! Sin exagerar podemos decir que buena parte de los costes están fuera de control. Es un hecho. Debemos siempre vigilar con la máxima atención la naturaleza jurídica y la claridad de los contratos. Los contratos tienen tantas trampas, ¿no? El contrato es claro pero en las notas a pie de página se encuentra la letra pequeña- ¿Se llama así no?- es una trampa. ¡Estudiarlo bien! Nuestros proveedores deben ser siempre empresas que garanticen honestidad y que propongan el justo precio del mercado, sea para las productos o para los servicios. Y algunos no garantizan esto. Han sido los prelados provinciales, y el economista general los que nos han hablado de la actitud que debemos tomar ante las inversiones. Y nos han explicado que la provincia jesuita del país tenía un buen número de seminarios, y hacía las inversiones en una banca seria y honesta. Después, con el cambio del economista, se hizo un control de todo en el banco. Había preguntado cómo habían sido escogidas las inversiones, sobre la moralidad y también sobre el riesgo, porque muchas veces se ven seducidos por propuestas interesantes: como un interés fuerte… No os fiéis. Debemos tener asesores técnicos para esto. Se deben dar orientaciones claras sobre el modo y sobre quién hace la inversión, algo que siempre debe hacerse con una prudencia y la máxima atención sobre los riesgos. Alguno de vosotros me ha recordado un problema por el cual habíamos perdido más de 10 millones con Suiza, por una inversión mal hecha, el dinero se perdió. También hay cuentas corrientes con inversiones que no están plasmadas en los balances. Algunos dicasterios tienen dinero por cuenta propia y lo administran de forma privada. Se necesita poner un poco de orden. No quiero añadir más ejemplos que nos crean tanta preocupación, pero estamos aquí para resolver todo esto, hermanos, por el bien de la Iglesia.  Me hace pensar en aquello que decía un anciano párroco de Buenos Aires, sabio, que tenía mucho conocimiento de la economía: “Si no sabemos custodiar el dinero que se vende, ¿cómo custodiaremos las almas de los fieles que no se venden?». Estamos seguros de que todos queremos andar hacia adelante juntos en este trabajo  hecho desde hace tiempo. Y para ayudaros, he decidido crear una comisión especial para consolidar los pasos de vuestro trabajo y encontrar soluciones a estos problemas. Esta comisión tendrá el mismo perfil de aquella que ha sido constituida por el IOR. Uno de vosotros será el coordinador o secretario o presidente de esta comisión para ayudar en este proceso que estoy feliz por llevar adelante. Pero debemos hacer un esfuerzo para llevarlo hasta el final y decir todo claramente. Todos somos buenos, pero también el Señor nos requiere unas administraciones responsables para el bien de la Iglesia y de nuestra labor apostólica. Sugiero que al menos una vez, en ocasión de estas reuniones a mitad del día sea invitado el consejo de revisores, porque con esto se pueden cambiar bienes e informaciones, preocupaciones y trabajos. Si tenéis una sugerencia, sea bienvenida. Esto puedo ofreceros y os lo agradezco de verdad. ¿Alguna pregunta?

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Comentarios
0 comentarios en “Francisco: ‘La falta de transparencia persiste y se ve en los balances’
  1. Como el Vaticano, que es un Estado pequeño aunque estado, puede pagar facturas como un pobre párroco de la diócesis más alejada que llama al carpintero, al de la calefacción o compra velas para el altar. ¿No hay alguien parecido a un Interventor como en los ayuntamientos, auditor contable, contador o como se llame?. Alguien que diga eso no se paga porque no está presupuestado, pasa de un % y no hay justificación jurídica ni de ninguna clase.
    Lo de los presupuestos no es bueno tampoco, en nuestro país para adjudicar obras públicas importantes basta con presentar tres presupuestos y para cosas serias y de índole está el concurso. Lo de los presupuestos y ocurre fácilmente se ponen de acuerdo entre tres del gremio que se entienden y uno no se mete en terreno del otro, y el que te lo va ahacer te presenta los otros dos presupuestos y parece que se ha hecho algo para no hacer nada. Donde hay dinero concurso y cuando hay obras subasta, pudiendo impuganr si es temeraria y el precio va a la baja.
    Lo que es asombroso es que esto no se lleve a cabo en el Vaticano como cualquier estado.

  2. Aquí lo tenemos. El «santo padre» preocupándose por el dinero, lo temporal, lo material. De destaparse lo financiero quizás logre salvar a los pocos implicados en ensuciarse las manos, si es que confiesan su pecado, se arrepienten y se convierten.

    Pero de la verdadera suciedad de la Iglesia, de los ladrones de almas, los lobos en piel de oveja, de esos ni noticias.

    Los abusadores, los curas truchos, los delincuentes, los que se ensucian con billetes pero el Vaticano ni se entera, los que llevan doble vida, de esos estamos rodeados, y seguirán ahí, incluso protegidos por las comunidades paganas y mundanas que van a misa creyendo que son católicas, y las viejas hipócritas que prefieren comulgar de manos de un traidor de Cristo que defender la Verdad.

    Creo que la Iglesia será lo último que se limpie, si es que se limpia, antes del juicio final.

  3. Y en la detención de Vallejo, Santo Padre. Ahí tampoco hay transparencia, ni derechos humanos, ni justicia. De la misericordia ya ni me acuerdo y de la presunción de inocencia…. Ay…

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