San Luis de Anjou

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San Luis de Anjou fue un obispo francés del siglo XIII, que siendo heredero al trono de Nápoles, renunció a él para hacerse sacerdote y monje franciscano.

San Luis de Anjou nació como hijo de los reyes de Nápoles y Sicilia, Carlos I de Anjou y María de Hungría. La dinastía de San Luis era de las más antiguas de Europa, descendiendo de la Casa de los Capetos, uno de los linajes reinantes más antiguos del mundo. Agrandando la gloria de su linaje, la familia del príncipe Luis era también una familia de santos. Por parte de su padre, era sobrino carnal de San Luis Rey de Francia, y por parte de su madre lo era de San Esteban, San Ladislao y San Enrique, todos reyes de Hungría. Santa Isabel de Hungría, era también tía de su madre, y por lo tanto, tía abuela suya. En esa familia de gran gloria cristiana nació este joven príncipe, destinado a ocupar el trono de Nápoles y Sicilia.

Estando su padre preso en Aragón, el joven Luis fue enviado a acompañar a su padre, y ahí se le puso en la protección del Padre Jaques Duèze, que más tarde se convertiría en el Papa Juan XXII. Mientras acompañaba a su padre en el cautiverio, San Luis aprovechaba sus pocas horas de paseo para ayudar a los pobres y atender a los leprosos, a quienes limpiaba las llagas y los pies con sus propias manos, cosa que despertaba la admiración de los otros príncipes y demás miembros de la corte aragonesa.

Una vez estando en libertad, se propuso su matrimonio con Violante de Aragón, hija del rey Jaime II, para así lograr la paz entre los dos reinos. Sin embargo, el joven príncipe se resistió y declaró que quería hacerse sacerdote. La muerte de su hermano, Carlos Martel, provocó que Luis fuera el nuevo heredero a  los tronos de Nápoles y Sicilia, así como de Hungría, por parte de su abuelo Esteban V. A pesar de todo ello, el príncipe insistió en su voluntad de hacerse sacerdote, y renunció al trono en beneficio de su hermano Roberto, quien sería conocido como el rey Roberto el Prudente. La renuncia de Luis a los derechos de la corona provocaron una inmensa incomprensión por parte de sus más allegados, pero ante la oposición, él replicaba: «Jesucristo es mi reino. Poseyéndole a Él, lo tengo todo. Desposeído de Él, lo pierdo todo.»

Tras su retiro a un convento de frailes franciscanos en Sicilia, y su posterior ordenación como sacerdote, Luis fue consagrado obispo de Tolosa en el año 1296, teniendo entonces veintidós años de edad. El antiguo príncipe y ahora joven obispo, recibía todos los días a veinticinco pobres en su mesa, sus homilías encendían las almas más heladas, y su ejemplo de sencillez, de duros ayunos y austeridad impresionaban a todos los de su derredor. Sin embargo, los duros años en cautiverio, habían provocado que el entonces príncipe se enfermara de tuberculosis, por lo que un año después, mientras viajaba a Roma a la canonización de su tío San Luis Rey de Francia,  falleció producto de dicha enfermedad.

Su muerte estuvo acompañada de visiones de la Santa Cruz, a la que se apuró a ir a abrazar con gran devoción, a pesar de su estado. Su ejemplo de renuncia, sencillez, caridad y pureza, hicieron que desde antes de su muerte se hablase de una posible canonización, la cual se hizo efectiva en el año 1317 tras múltiples milagros realizados con su intercesión. Su canonización fue presidida por su preceptor, el Papa Juan XXII, y en ella estuvo presente su hermano, el rey Roberto de Sicilia.

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Comentarios
1 comentarios en “San Luis de Anjou
  1. Su santidad, pureza heroica y generosidad ,fueron puestas de manifiesto por los milagros que acompañaron su tránsito: uno de los religiosos, que, le asistían le vio subir al cielo, llevado por ángeles de Luz , multiplicándose los milagros posteriormente y fueron tantos los enfermos, curados por su intercesión, que, el Papa Juan XXII ,no tardó en canonizarle (1317)

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