El cantante cuenta en una entrevista a INFOVATICANA lo que ha supuesto para su trayectoria recibir el Premio Bravo de Música de la Conferencia Episcopal.
«Yo ejerzo un ministerio al servicio de la Iglesia». Así define Nico Montero su labor como cantante de música católica, como un ministerio. Para este gaditano «totalmente enamorado de Dios», como él mismo se declara, la música es una pasión con la que transmite su fe y colabora con la extensión del Evangelio. Desde muy joven decidió dedicarse a la música católica y hoy es todo un referente en este ámbito, tras 24 años transmitiendo a Dios a través de sus canciones. Una larga trayectoria durante la cual ha vendido más de 60.000 copias de sus discos, lo que le hecho merecedor de un disco de oro de la fe. La Conferencia Episcopal le otorgó el pasado 25 de enero el Premio Bravo de la Música 2014. Un reconocimiento que tanto Nico como otros cantantes de música católica esperan que sirva para obtener un mayor apoyo por parte de la Iglesia, ya que hasta ahora se han sentido muy olvidados a nivel institucional. Así lo declara él mismo en una entrevista concedida a INFOVATICANA: Hace unas semanas te concedieron el Premio Bravo de Música 2014, ¿qué sentiste ante este reconocimiento de la Iglesia de tu labor evangelizadora como cantante? Este no es un premio que yo haya buscado, pero cuando lo he recibido me ha gustado mucho porque por encima de mí, la Conferencia Episcopal ha vuelto los ojos hacia la música católica contemporánea. Somos muchos los que estamos desde hace muchos años haciendo este tipo de música, y daba la impresión que los Premios Bravo de Música se daban a la gente que hacía música secular como Monserrat Caballé o Pasión Vega. Este premio lo entiendo como un guiño y un abrazo de la Iglesia a la gente que hace este tipo de música. Y que no somos un elemento pintoresco que anima los encuentros juveniles, sino que ejercemos un ministerio al servicio de la Iglesia. ¿Los cantantes de música católica os habéis sentido hasta ahora olvidados por la Iglesia? No se le ha dado mucha importancia a este tipo de música, y cuando los cantantes de música católica miramos otras iglesias como la protestante, lo hacemos con envidia. Estos cantantes reciben muchísimo apoyo por parte de sus iglesias, reciben financiación, y todo tipo de ayudas. Los que hacíamos música religiosa nos hemos sentido un poco olvidados porque parecía que no se nos reconocía nada. Yo he publicado 11 discos, pero he tenido que tirar adelante con pocos medios, con poca ayuda y con pocos recursos. Y si no fuera por gente como mis amigos de Trovador, no hubiera podido hacerlo. A nivel institucional, esta música ha estado muy abandonada y olvidada. ¿Crees que se está produciendo un cambio en la mentalidad de la Iglesia a nivel institucional respecto a la música católica? Yo creo que sí. Noto un aire nuevo y un deseo por parte de la Iglesia de acompañar y mimar a los cantantes católicos contemporáneos. Por las conversaciones que he tenido con personas con responsabilidad en la Iglesia, creo que hay una intención de cambiar. ¿Has tenido alguna experiencia de cómo la música puede cambiar el corazón de las personas y ser un instrumento de evangelización? A lo largo de estos años, son muchas las personas que se han puesto en contacto conmigo porque se han encontrado con Dios en mis conciertos. A través de las canciones se llega al corazón de la gente, es una gran catequesis. La música abre la puerta al interrogante de Dios. Yo tengo canciones mas de oración como el «Señor es mi pastor» y también otras para cantar y bailar. De muchos lugares y de muchas órbitas de pensamiento, gente que no cree viene y me dice: «Oye, yo no creo, pero tú me has llegado al corazón», y yo siempre les digo que «Yo no he sido, te ha tocado Dios». Durante los Premios Bravo sorprendiste a todos cuando te arrancaste a cantar al recibir el premio. Se nota que la música es tu gran pasión… La música ha sido siempre mi forma de acercarme a Dios, la forma en la que expreso mi fe. La música es el océano inmenso que siempre me lleva a Dios y en el que nunca me siento a la deriva. Compongo música católica desde que tengo 13 años. Mis padres eran de cursillos y me transmitieron la fe, y yo en los salesianos me he formado y allí ha crecido mi fe, que expreso a través de mi música. ¿Nunca has tenido la tentación de dedicarte a una música más comercial y rentable? Creo que Dios me llama a cantar al más Grande. He tenido muchas oportunidades de dedicarme a la música secular y también tengo canciones que hablan de la situación actual, de temas sociales, de amor…He cantado en ámbitos muy distintos, desde en la inauguración de la JMJ de Madrid hasta en la cárcel de máxima seguridad en el Puerto de Santa María, donde me dijeron que no se atrevía a ir nadie para animar a los presos. En un ámbito como el artístico, ¿es difícil ser un cristiano comprometido con su fe? En el mundo de la música, yo soy un testimonio de alto distinto. Yo tengo amigos que son músicos y algunos son famosos, incluso en el panorama internacional, y les sorprende mucho lo que hago y lo valoran mucho. Es para ellos un interrogante y lo miran con mucho respeto. ¿Qué le dirías a alguien que quiera dedicarse a la música católica? Que merece mucho la pena. A cualquier persona que quiera seguir esta vocación, le animo a que lo entienda así, como una vocación de servicio, como un ministerio de servicio a la Iglesia. Si no se entiende así, no se puede ser un buen cantor de dios. Hay que ser coherente, no puedes cantar lo que no crees o cantar lo que no vives. Detrás de tus canciones tiene que haber una vida de fe fuerte, si no, se hacen canciones de fe huecas. Tienes que ser un hombre enamorado de Dios. Y que no busquen el éxito ni a sí mismos, porque pierdes el norte y te conviertes tú en más importante que el mensaje de Cristo. ¿De dónde sacas la fuerza para seguir adelante con tu música a pesar de las dificultades? Yo estoy enamorado de Jesús y de su Evangelio. Saco la fuerza de la oración, de la Eucaristía, del Dios de la Vida. Cuando en el proceso de canonización de Don Bosco se preguntó que cuándo rezaba este sacerdote, sus compañeros contestaron que cuándo no rezaba. A mí, antes de mis conciertos me gusta ir al camerino y le pido fuerza a Dios. Y le pido que me ayude a llegar al corazón de la gente y le rezo un Padrenuestro y surgen las palabras adecuadas. En 24 años nunca me ha fallado la voz. Dios va conmigo. ¿Una canción que para ti tenga un significado especial? En mis conciertos últimamente no puede faltar «El Señor es mi Pastor». Se convierte en un momento de oración compartido, en el que nos acordamos de la gente que sufre, que lo está pasando mal. Es un momento en el que todos sacamos nuestras preocupaciones y las ponemos delante de Dios. Es una canción ungida, está tocadita por el de Arriba. Tu trayectoria como cantante ha estado muy relacionada con una intensa labor social… La oportunidad de vender un disco es una oportunidad de conseguir fondos. Por eso decidí ligar cada disco a un proyecto solidario. Los fondos de «El reverso de mi piel» fueron para construir una escuela taller en Tánger, por ejemplo. El dinero que saque de mi último disco irá a parar a una fundación que ayuda a personas en situación de riesgo, como niños que están en la calle. Cuando yo saco mis discos, salen en internet gratis, aún así la gente los sigue comprando, quizá por estos proyectos solidarios. Cuando alguna discográfica católica me ha tentado para hacer algún disco, no le he hecho porque entiendo que lo hacen con una mentalidad de empresa que yo no quiero. Entiendo que las discográficas tienen que ganar dinero, pero yo no lo vivo así. Yo necesito que mis discos estén gratis en internet, me interesa llegar a la gente, no hacer dinero. ¿Cuáles son tus próximos proyectos? Tengo tres discos en proyecto. En abril presentaré un disco de 18 temas que se llama «Busco algo más». En septiembre, saldrá mi quinto musical, que esta vez trata sobre la vida de Santa María Micaela, fundadora de las Adoratrices. Una monja que se dedicó a sacar a las chicas de la prostitución, que se enfrentó a las mafias. Y en diciembre, sacaré un disco que pretende ser un tratado sobre el amor, sobre la experiencia humana del amor, que no es específicamente de música cristiana.
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Es la primera vez que me entero de que hay «música católica.» San Pío X en la Encíclica «Tra le solliicitudini» nos habla de música sacra y no de música católica.
A este paso pronto habrá pastelerías católicas. Creo que el adjetivo es de mayor amplitud.
Enhorabuena Nico. Estás haciendo una gran labor dignificando la Música Católica contemporánea. Abriendo puertas… gracias en nombre de muchos.