El Papa Francisco ha dedicado su catequesis semanal al tema de la familia y ha recordado la importancia de los hijos como don de Dios.
En la audiencia general de este miércoles, el Papa ha continuado con su catequesis sobre la familia. En esta ocasión, ha señalado que los hijos son un don de Dios y que tienen que ser amados por lo que son. Un hijo no es querido «porque sea bello, sano, bueno; no porque piense igual que yo, o encarne mis deseos». Y al mismo tiempo, un hijo es un don, un regalo de Dios. Por tanto, no es una posesión de sus padres. Tampoco los hijos, ha dicho el Papa, son «un problema de biología reproductiva, ni uno de los muchos modos de realizarse». En un momento de la audiencia, el Papa ha rememorado su niñez y ha confiado a los presentes en el Aula Pablo VI lo que su madre solía decirles a él y a sus hermanos cuando eran pequeños. «Recuerdo que mi mamá decía sobre nosotros, éramos cinco: “Yo tengo cinco hijos”, “¿cuál es tu preferido?”, le preguntábamos. Y ella: “Yo tengo cinco hijos, como tengo cinco dedos. Si me golpean éste me hace mal; si me golpean éste me hace mal. Me hacen mal los cinco, ¡todos son míos! Pero todos diferentes como los dedos de una mano”, ha relatado el Papa. Francisco también ha defendido que el hecho de tener muchos hijos no puede tacharse de una decisión irresponsable, al tiempo que ha vuelto a resaltar la importancia de la concepción responsable. El Papa ha reiterado el deber de reconocer que la vida humana es siempre digna, y que un hijo tiene que ser querido y aceptado por sus padres aunque esté enfermo o no sea cómo ellos esperaban. Francisco ha criticado la cultura del descarte que desprecia también a los ancianos: «Una sociedad que descarta a sus mayores es una sociedad sin dignidad, pierde sus raíces y se marchita». Estas han sido las palabras del Papa Francisco en el Aula Pablo VI durante la audiencia general: Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Después de haber reflexionado sobre las figuras de la madre y del padre, en esta catequesis sobre la familia quisiera hablar del hijo, o mejor dicho, de los hijos. Me inspiro en una bella imagen de Isaías. El profeta escribe: «Mira a tu alrededor y observa: todos se han reunido y vienen hacia ti; tus hijos llegan desde lejos y tus hijas son llevadas en brazos. Al ver esto, estarás radiante, palpitará y se ensanchará tu corazón». Es una espléndida imagen, una imagen de la felicidad que se realiza en el encuentro entre padres e hijos, que caminan juntos hacia un futuro de libertad y paz, después de mucho tiempo de privaciones y separaciones, como fue, en aquel tiempo, esa historia, cuando estaban lejos de su patria. De hecho, hay una estrecha relación entre la esperanza de un pueblo y la armonía entre generaciones. Esto tenemos que pensarlo bien ¿eh? Hay un vínculo estrecho entre la esperanza de un pueblo y la armonía entre generaciones. La alegría de los hijos hace palpitar el corazón de los padres y vuelve a abrir el futuro. Los hijos son la alegría de la familia y de la sociedad. No son un problema de biología reproductiva, ni uno de los muchos modos de realizarse. Y mucho menos son una posesión de los padres… No, no. Los hijos son un don. Son un regalo: ¿entendido? Los hijos son un don. Cada uno es único e irrepetible; y al mismo tiempo, inconfundiblemente ligado a sus raíces. Ser hijo e hija, de hecho, según el designio de Dios, significa llevar en sí la memoria y la esperanza de un amor que se ha realizado a sí mismo encendiendo la vida de otro ser humano, original y nuevo. Y para los padres cada hijo es sí mismo, es diferente, diverso. Permítanme un recuerdo de familia. Recuerdo que mi mamá decía sobre nosotros, éramos cinco: “Yo tengo cinco hijos”, “¿cuál es tu preferido?”, le preguntábamos. Y ella: “Yo tengo cinco hijos, como tengo cinco dedos. Si me golpean éste me hace mal; si me golpean éste me hace mal. Me hacen mal los cinco, ¡todos son míos! Pero todos diferentes como los dedos de una mano”. ¡Y así es la familia! La diferencia de los hijos, pero todos hijos. Un hijo se ama porque es hijo: no porque sea bello, o porque sea así o asá, ¡no! ¡Porque es hijo! No porque piensa como yo, o encarna mis deseos. Un hijo es un hijo: una vida generada por nosotros, pero destinada a él, a su bien, para el bien de la familia, de la sociedad, de toda la humanidad. De ahí viene también la profundidad de la experiencia humana del ser hijo e hija, que nos permite descubrir la dimensión más gratuita del amor, que nunca deja de sorprendernos. Es la belleza de ser amados antes: los hijos son amados antes de que lleguen. Cuántas veces encuentro a las mamás aquí que me hacen ver la panza y me piden la bendición… porque son amados estos niños antes de venir al mundo. Y ésta es gratuidad, esto es amor; son amados antes, como el amor de Dios, que nos ama siempre antes. Son amados antes de haber hecho nada para merecerlo, antes de saber hablar o pensar, ¡incluso antes de venir al mundo! Ser hijos es la condición fundamental para conocer el amor de Dios, que es la fuente última de este auténtico milagro. En el alma de cada hijo, por más vulnerable que sea, Dios pone el sello de este amor, que está en la base de su dignidad personal, una dignidad que nada ni nadie podrá destruir. Hoy en día parece más difícil para los hijos imaginar su futuro. Los padres – como mencioné en las catequesis anteriores – quizás han dado un paso atrás y los hijos se han vuelto más inciertos en el dar pasos hacia adelante. Podemos aprender la buena relación entre generaciones de nuestro Padre Celestial, que nos deja libres a cada uno de nosotros, pero nunca nos deja solos. Y si nos equivocamos, Él continúa siguiéndonos con paciencia sin disminuir su amor por nosotros. El Padre Celestial no da pasos hacia atrás en su amor por nosotros, ¡jamás! Va siempre hacia adelante y si no se puede ir adelante, nos espera, pero nunca va hacia atrás; quiere que sus hijos sean valientes y den pasos hacia adelante. Los hijos, por su parte, no deben tener miedo del compromiso de construir un mundo nuevo: ¡es justo desear que sea mejor del que han recibido! Pero esto debe hacerse sin arrogancia, sin presunción. A los hijos hay que saber reconocerles su valor, y a los padres siempre se los debe honrar. El cuarto mandamiento pide a los hijos – ¡y todos lo somos! – honra a tu padre y a tu madre. Este mandamiento viene inmediatamente después de los que tienen que ver con Dios mismo; después de los tres mandamientos que tienen que ver con Dios mismo, viene el cuarto. De hecho contiene algo de sagrado, algo de divino, algo que está en la raíz de cualquier otro tipo de respeto entre los hombres. Y en la formulación bíblica del cuarto mandamiento se añade: «Honra a tu padre y a tu madre para que tengas una larga vida en la tierra que el Señor, tu Dios, te da». El vínculo virtuoso entre generaciones es una garantía de futuro, y es garantía de una historia verdaderamente humana. Una sociedad de hijos que no honran a sus padres es una sociedad sin honor; ¡cuando no se honran a los padres se pierde el propio honor! Es una sociedad destinada a llenarse de jóvenes áridos y ávidos. Pero también una sociedad avara de generaciones, que no ama rodearse de hijos, que los considera sobre todo una preocupación, un peso, un riesgo, es una sociedad deprimida. Pensemos en tantas sociedades que conocemos aquí en Europa: son sociedades deprimidas porque no quieren hijos, no tienen hijos, el nivel de nacimientos no llega al uno por ciento. ¿Por qué? Que cada uno piense y se responda. Si una familia generosa de hijos se ve como si fuera un peso, ¡hay algo mal! La concepción de los hijos debe ser responsable, como enseña también la Encíclica Humanae Vitae del Beato Papa Pablo VI, pero el tener muchos hijos no puede ser visto automáticamente como una elección irresponsable. Es más, no tener hijos es una elección egoísta. La vida rejuvenece y cobra nuevas fuerzas multiplicándose: ¡se enriquece, no se empobrece! Los hijos aprenden a hacerse cargo de su familia, maduran compartiendo sus sacrificios, crecen en la apreciación de sus dones. La experiencia alegre de la fraternidad anima el respeto y cuidado de los padres, a quienes debemos nuestra gratitud. Muchos de ustedes aquí presentes tienen hijos y todos somos hijos. Hagamos una cosa, un minutito, no nos extenderemos mucho. Que cada uno de nosotros piense en su corazón en sus hijos, si los tiene, piense en silencio. Y todos pensemos en nuestros padres y agradezcamos a Dios por el don de la vida. En silencio, quienes tienen hijos piensen en ellos, y todos pensemos en nuestros padres. Que el Señor bendiga a nuestros padres y bendiga a sus hijos. Que Jesús, el Hijo eterno, hecho hijo en el tiempo, nos ayude a encontrar el camino de una nueva irradiación de esta experiencia humana tan simple y tan grande que es ser hijos. En el multiplicarse de las generaciones hay un misterio de enriquecimiento de la vida de todos, que proviene de Dios mismo. Debemos redescubrirlo, desafiando los prejuicios; y vivirlo, en la fe, en la perfecta alegría. Y les digo: ¡Qué hermoso es cuando paso entre ustedes y veo a los papás y a las mamás que alzan a sus hijos para que sean bendecidos! Es un gesto casi divino. ¡Gracias por hacerlo!
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¡Ya están los conejos más felices!
RabbitPower!!
asi es sarto 🙂
Me parece que, como buenos periodistas, el titular está un poquito manipulado. El texto dice -según lo transcriben vds.- «el simple hecho de tener muchos…». Y quitándo la palabra «simple», se cambia el sentido de la frase si, además, han quitado lo que antes dice el texto: «la concepción de los hijos debe ser responsable…»
A lo que se refiere el texto es a que hay gente que tiene más hijos y que no siempre este signo lo es de irresponsabilidad. Porque un católico no puede tener una mentalidad anticionceptiva, sino siempre abierta a la vida y, teniendo posibilidades según la enseñanza de la paternidad responsable, hay parejas que deben tener un número mayor de hijos y que, sólo por eso, no se les puede tener por irresponsables.
Hay veces que los textos no se pueden mutilar porque cambian el sentido.
Tener hijos no es malo y tener muchos tampoco. La paternidad responsable viene referida a que no se pueden tener hijos como conejos (copular como animales) y pretender justificar cualquier acto posterior (a lo Belén Esteban -por mis hijos mato-) con el fin de darles de comer, sean estos muchos o pocos.
Mucho me temo que lo que está pasando es una total pérdida de Fe en Dios entre los bautizados. Ya no se confía en poder de Dios sino en el poder del dinero.
Benedictino XVI acertaba en su pronóstico.
En mi barrio eso es arrugar
No dirás falso testimonio ni mentirás
Lo peor de este renuncio de Francisco no es que haya reconocido un error.
Es que los kikos aún tienen mucho poder en a Iglesia como para hacer a un Papa comerse sus palabras en público.
Como contestó Pilato a los del Sanedrín cuando quisieron que quitara el letrero sobre la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo, pero adaptado a nuestra situación «… Lo dicho, DICHO ESTÁ».
Aplícase a esta serie de «catequesis» auto explicatorias, el famoso aforismo » … excusa non petita, acusatio manifiesta». Ya es muy tarde, Santo Padre, ya usted también hizo escarnio de nosotros los conejos.
Puede dedicar todo su pontificado a «sacar el pie», pero lo que usted rompió ese día, fue otro «huevo» de la moral católico; como antes había roto el de la defensa ante la homosexualidad y otro día había roto el de la castidad antes del matrimonio …
A ver si queda algún huevo sin romper.
Rezo por usted, Santo Padre, para que nos confirme en la fe, la de siempre.
La Iglesia y la Biblia afirman que tener muchos hijos es una BENDICIÓN ESPECIAL de Dios.
La «paternidad responsable» se está convirtiendo en una especie de dogma cuando no aparece ni por asomo en toda la Biblia.
Por contra, lo que sí aparece en la Biblia parece que haya que consentirlo con matices a lo inverso.
«Creced y multiplicaos! »
Esa es la única Palabra de Dios revelada.
Y para unos hombres sin hospitales, ni colegios, ni farmacias, ni dodotis, ni Seguridad Social ni obsesiones socializantes jesuíticas.
Es la misma especie de pecado el aborto que las pildoras que los métodos naturales sin grave motivo: el antinatalismo
«Estos son mis principios, y si no les gusta tengo otros.»
Hay en estos posteos, resentidos y rencorosos como para hacer un guisado. Acaso creerán que le hacen algún tipo de daño al papa Francisco? … pero ¡Por favor! …. sigan participando con vuestros antojadizos comentarios. Lucifer esté con vosotros!
“Lucifer esté con vosotros“; es decir tu madre!
El ideal sigue siendo la familia numerosa. Como bien aparece en la Sagrada Escritura y en la Tradición bimilenaria de la Iglesia.
Pero este bello y exigente ideal, papa Francisco, no lo vive hoy en la Iglesia católica ni el que asó la manteca. Quiero decir, no lo vive hoy ni el que enseña Teología (moral, bíblica, fundamental, la que sea) en facultades teológicas, ni el que da catequesis a los niños para la primera comunión, ni el que enseña Religión católica en la escuela pública, ni el que se desempeña como educador de la escuela católica, ni el que trabaja como técnico en Cáritas -donde yo mismo he conocido más bien a feministas proabortistas y prolesbianismo-… Salvadas, ni que decirlo, las excepciones de rigor.
Y si esto es así, santo padre Francisco, es porque hay unos responsables, causantes o culpables, y yo, si se me permite, no estoy entre ellos; mis pecados son otros, y hasta puede que sean abundantes, pero no este.
El titular queda algo maquillado para que no veamos la confusión que por ejemplo muestra el siguiente párrafo.
La concepción de los hijos debe ser responsable, como enseña también la Encíclica Humanae Vitae del Beato Papa Pablo VI, pero el tener muchos hijos no puede ser visto automáticamente como una elección irresponsable. Es más, no tener hijos es una elección egoísta
Peligrosas palabras:
1. ..tener muchos hijos no puede ser visto automáticamente como una elección irresponsable.
Por lo tanto puede ser visto como una «elección» irresponsable ¿de qué depende? ¿de cuánto gane el matrimonio? Que nos instruya P.P Francisco sobre cuánto dinero o cuántos bienes deben de poseer para determinar esto.
2. Es más, no tener hijos es una elección egoísta.
¡Menos mal! pero tranquilícense si sólo tienen uno o dos pues ustedes ya serán considerados generosos ¿no?
3. La concepción de los hijos debe ser responsable, como enseña también la Encíclica Humanae Vitae
No veo que Pablo VI enseñara lo que dice su Santidad sobre la paternidad responsable, pego el texto directamente de la H.Vitae y saquen sus propias conclusiones:
La paternidad responsable
10. Por ello el amor conyugal exige a los esposos una conciencia de su misión de «paternidad responsable» sobre la que hoy tanto se insiste con razón y que hay que comprender exactamente. Hay que considerarla bajo diversos aspectos legítimos y relacionados entre sí.
En relación con los procesos biológicos, paternidad responsable significa conocimiento y respeto de sus funciones; la inteligencia descubre, en el poder de dar la vida, leyes biológicas que forman parte de la persona humana [9].
En relación con las tendencias del instinto y de las pasiones, la paternidad responsable comporta el dominio necesario que sobre aquellas han de ejercer la razón y la voluntad.
En relación con las condiciones físicas, económicas, psicológicas y sociales, la paternidad responsable se pone en práctica ya sea con la deliberación ponderada y generosa de tener una familia numerosa ya sea con la decisión, tomada por graves motivos y en el respeto de la ley moral, de evitar un nuevo nacimiento durante algún tiempo o por tiempo indefinido.
La paternidad responsable comporta sobre todo una vinculación más profunda con el orden moral objetivo, establecido por Dios, cuyo fiel intérprete es la recta conciencia. El ejercicio responsable de la paternidad exige, por tanto, que los cónyuges reconozcan plenamente sus propios deberes para con Dios, para consigo mismo, para con la familia y la sociedad, en una justa jerarquía de valores.
En la misión de transmitir la vida, los esposos no quedan, por tanto, libres para proceder arbitrariamente, como si ellos pudiesen determinar de manera completamente autónoma los caminos lícitos a seguir, sino que deben conformar su conducta a la intención creadora de Dios, manifestada en la misma naturaleza del matrimonio y de sus actos y constantemente enseñada por la Iglesia
Quod scripsi, scripsi. (lo escrito, escrito esta) en este caso, lo dicho, dicho esta.
Esto ha sido una audiencia para los católicos inquietados, la cual prácticamente sin percusión en medios mundanos.
Al mundo y sus editoriales ha salido el dicho sobre los «conejos».
Y qué pretendías José que lo arreglara Tu Españolidad? jajajaja. Así le va a tu país y a tu ex Rey con tamaña agudeza. jaja
«La manipulación del término «paternidad responsable» dentro de la misma Iglesia es algo asombroso.
Sólo hace incidir en el pecado del antinatalismo que acaba llegando a las mismas puertas de los abortorios. Quien conozca de primera mano ese mundo sabe de lo que hablo.
Es el mismo lenguaje que usan las mujeres para abortar a sus hijos.
En la Biblia no existe nada parecido. No hay diferemcia de ricos o pobres y siempre se apuesta por la bendición especial que supone una familia numerosa.
«Sed fecundos y multiplicaos! »
Alegar una «prudencia » basada en cálculos humanos contrarios a la «voluntad creadora de Dios» es un sinsentido.
Se está creando una confusión tremenda y una manipulación del sentido de la Humanae Vitae clarisima.
«Catholicus, eso de que es la misma especie de pecado el aborto, que las píldoras y que los méto»
——–
Disculpe,
Habla usted mucho y ni siquiera sabe distinguir lo que es la «especie» del pecado, del pecado formal mismo.
Nadie iguala un crimen con una píldora, pero la especie del pecado es la misma. Antinatalismo.
Ninguna mujer que va a abortar quiere «matar bebés «. Lo que quiere es no ser madre de un niño. Lo mismo que la católica apegada malamente a los métodos naturales, o a las píldoras o al preservativo.
Y le aseguro que esa razón de la estúpida «responsabilidad» la arguyen legión de mujeres para acabar matándolos.
Hay que hablar más de la «predicación irresponsable» que lleva a las mujeres a los abortorios que de manipuladas «paternidades responsables» inexistentes en la Revelación Pública.
Y que por tanto no pertenecen añ depósito de la Fe, sino al propósito del mundo.
El artículo de Infocaotica hace honor al segundo adjetivo que le nomina.
Ni una sola cita bíblica o de la Tradición Apostólica que anime tanta verborrea de palabras de hombres.
Cae el artículo en el mismo pre-juicio que atenta a la prudencia :
Hace suponer que si alguien tiene familia numerosa debe estar cercano a la sensualidad Desbocada. Ya está, porque sí. El lector poco formado asimilará esa idea subyacente sin. darse a pensarla con detalle.
Y es que es un absurdo moral deslizar esa idea sin base alguna.
El pecado que condena Nuestro Señor es la lujuria con la propia esposa.
No tiene que ver con los hijos. Sino en cómo se considera a la esposa. Un objeto de placer u otr cosa.
– Se pueden tener 16 hijos santamente, o tener uno solo lujuriosamente.
De hecho, y por definición, si de la esposa no se quieren los hijos sino sólo el placer de la unión se está muy cerca de ello en el corazón.
Sería muy fácil argumentar que más lujuriosos son los «responsables» que andan con la calculadora a cuestas viendo cuando poder gozar de la esposa sin riesgo del – oh! – terrible problema de traer un niño al mundo, que el resto de los sanos católicos que entienden que el fruto querido por Dios del amor son los hijos.
Y que salvo causa grave, eso es la generosidad que clara y responsablemente pide la Palabra de Dios.
«Sed fecundos y multiplicaos! «
No se puede decir hoy una cosa y mañana la contraria porque lo único que se consigue es generar confusión; salvo que se pretenda precisamente eso después del escándalo y reacción que produjeron las palabras anteriores; o bien, es que tal vez les ha sorprendido la reacción de muchos católicos y las cabezas pensantes del NOM han dicho: cambiemos el formato y el tono lingüístico porque nos cargamos el invento ya que no esperábamos esta resistencia en un entorno que creíamos ganado de antemanos después de derribar los fundamentos importantes de la fe católica.
Son incapaces de pensar que Dios siempre se reserva un resto que por muy pequeño que sea siempre resulta más fuerte que el adversario. Dios sea bendito, Sigamos rezando y no nos dejemos engañar. Que María santísima, Madre de Dios y Madre nuestra nos guarde.
Catholicus, voy a comentar aquí todos tus comentarios por partes:
1. Que el lenguaje que usan los promotores del aborto sea parecido al que tenemos los católicos no significa que tengamos que dejar de usarlo. La paternidad responsable es un término que usa la Iglesia. Si otras personas lo falsean para justificar lo injustificable, nuestro deber es señalar esa falsedad, no dejar de usarlo porque ellos lo manipulen.
2. «En la Biblia no existe nada parecido» ¿Qué quiere que le diga? En la Biblia no existe nada parecido sobre la moralidad del intercambio de información a través de redes de comunicación bajo protocolos TCP/IP y eso no da pie a pensar que sea malo Internet…
La Biblia también dice que «con el sudor de tu frente, comerás el pan» y a la mujer que «parirás tus hijos con dolor» ¿Significa eso que las máquinas que recogen el trigo y hacen pan van contra ese castigo que impone Dios? ¿O que el parto sin dolor va contra la moral?
La natalidad está sometida a la razón iluminada por la fe. Te mando al ejemplo que le puse a Santiago Ll sobre cruzar la calle. Alegar que someter la sexualidad a la razón es un sinsentido, basándose en una cita bíblica fuera de contexto es el verdadero sinsentido.
3. A lo mejor no me expresé bien, pero me parece que usted está errado y creo que distingo bien lo que es la especie de pecado. Usted afirma que «Es la misma especie de pecado el aborto que las pildoras que los métodos naturales sin grave motivo: el antinatalismo». Eso es erróneo, es usted el que confunde lo que es la especie del pecado. Le cito a Royo Marín:
«1. Lujuria consumada según la naturaleza
Como ya dijimos, este género de lujuria es aquel que llega hasta su pleno término natural y puede seguirse de ella la generación de un nuevo ser. Se subdivide en seis especies, que enunciamos según el orden de menor a mayor gravedad: fornicación, estupro, rapto, adulterio, incesto y sacrilegio carnal.»
Y un poco más adelante:
«574. 3. Formas. Se distinguen tres formas principales de
fornicación:
a) El concubinato, o trato habitual con una misma persona dentro o fuera de la propia casa. Es una circunstancia que NO CAMBIA LA ESPECIE de la fornicación (a no ser que una de las dos personas sea casada), pero es notablemente agravante, por el propósito virtual de permanecer en el pecado.
(…)
c) La fornicación onanística es la que se realiza de modo que sea imposible la generación. CAMBIA LA ESPECIE DE PECADO, tanto si se emplean medios artificiales (preservativos, etc.) como si es por simple retracción natural. En ambos casos se comete un pecado contra la naturaleza, de suyo mucho más grave que la simple fornicación natural. » Teología Moral para seglares
Como ve, por ningún lado aparece por ahí que la especie de pecado sea ese «antinatalismo». Si usted tiene un documento magisterial de la Iglesia que soporte su argumento, por favor póngalo. Además, no tendría sentido que esos tres fueran la misma especie. Por ejemplo , Fray Luis de Granada afrima en su Memorial de la vida cristiana, tratado 2 capítulo IV que «cumplido lo que está dicho acerca del número y circunstancias de los pecados, en lo que resta no se ha de confesar más que la especie sola de pecado, que es el nombre que tiene de hurto, odio, adulterio, o cosa semejante.». Según usted, una mujer que cometiese las tres cosas que menciona podría ir a confesar y decir «Pérdoneme padre, he pecado tres veces de antinatalismo» y luego decir qué fue cada cosa como si fuesen eso las circunstancias, lo cual no tiene ningún sentido. La especie de pecado en el aborto es el asesinato, en la píldora/preservativo el onanismo o realización contra natura del acto. Solo en el caso de los métodos naturales sin causa seria puede entender que la especie de pecado sea ese antinatalismo, aunque nunca he leído algo así (una vez más, si tienes algún documento magisterial, por favor muéstralo), ya que en el caso de que se haga a sabiendas de que no hay causa justa el pecado estaría en la intención.
4. «Hace suponer que si alguien tiene familia numerosa debe estar cercano a la sensualidad Desbocada. Ya está, porque sí». Lo siento, pero no sé de dónde se saca eso. Le remito a mi última respuesta a Santiago Ll una vez más.
Y ahora una pregunta para usted ¿Cuáles considera usted que son esas causas graves? ¿Quién debe discernir cuáles son?
Saludos