En la mañana de hoy, el Papa Francisco, en el transcurso de la audiencia concedida al Cardenal Amato, prefecto de la Congregación vaticana de las causas de los santos, ha autorizado la promulgación, entre otros, del Decreto de martirio del Siervo de Dios Pío Heredia y 17 compañeros y compañeras mártires, asesinados “in odium fidei” (por odio a la fe) los días 2 y 3 de diciembre de 1936. Concluye así la Causa iniciada en 1996, que recibió el voto favorable y unánime de los teólogos de la Congregación en 2013 y que abre las puertas para que los monjes sean beatificados. La fundación de Huerta La abadía de Viaceli (fundación aprobada en 1903, primero como priorato y, ya en 1926, elevada al rango de abadía) fue la encargada de fundar la nueva comunidad de monjes cistercienses de la estricta observancia en Santa María de Huerta, 95 años después de que los monjes hortenses fueran expulsados por mandato gubernamental. En 1835 Huerta contaba con setenta monjes nominales y más de cuarenta residentes; con la notificación de expulsión (15 de octubre), todos abandonaron el pueblo excepto el párroco (por aquel entonces uno de los frailes). La hijastra del Marques de Cerralbo, Amelia del Valle y Serrano, que ostentaba el título de Marquesa de Villahuerta, contactó con la abadía de Viaceli, más en concreto con su prior claustral, el P. Pío Heredia (cuyo Decreto de martirio hoy ha sido promulgado) para una posible fundación en Huerta. Cuando se abre el testamento de la Marquesa se conoce la intención de la donante y el destino de los bienes: el Monasterio hortense pasa a la Orden cisterciense de la estricta observancia, siendo refundado por la abadía de Viaceli, con la condición de crear una escuela agraria para la formación de los niños del pueblo. Historia del martirio Entre los días 2 y 3 de diciembre de 1936, tras ser expulsados de Viaceli y haber sufrido vejaciones y ultrajes, los monjes son asesinados: fueron llevados a bordo de una barcaza fuera de la bahía de Santander; tras coserles la boca con alambre porque “iban rezando”, fueron arrojados al Cantábrico con pesados lastres atados a los pies. Otros miembros de la comunidad, algunos días más tarde, corrieron la misma suerte y fueron torturados y asesinados. El más joven de los mártires contaba con 20 años (había varios en el grupo con menos de 25 años); el mayor, 68 años.
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Pedazo de salvajes los del Frente Popular. No me extraña que sus descendientes ideológicos se identifiquen tanto con los terroristas, sean del tipo que sean.
Testigos de Cristo en tiempos donde el odio a la fe fue tan terrible, ellos junto con los 54 de la diócesis de Cartagena, se sigue su proceso martirial en la Congregación de la Causa de los Santos, nos dejaron un legado impresionante de firmeza en la fe, perdón al verdugo sediento de sangre y ciego por un odio que nace hostigado por ideas contrarias al Evangelio. Que el sacrificio de sus vidas sea semilla de amor entre nosotros, donde el odio no anide en nuestros corazones, para que nunca se de la lucha fratricida y España sea un lugar ejemplar de respeto y hermandad en la diversidad.