| 21 octubre, 2014
San Lucas 12, 35-38.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.»
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Sigamos firmes en la Fe católica y apostólica.
Digan lo que digan,y lo diga quien lo diga.
Sigamos la norma paulina:»No os dejéis enredar por doctrinas extraña y complicadas».
Como Ulises y sus compañeros-amarrados voluntariamente a los mástiles de sus embarcaciones-resistamos a los cantos de sirena que llegan a nuestros oídos.
¡¡¡FIRMES EN LA FE,INAMOVIBLES EN LA ESPERANZA,INCANSABLES EN EL AMOR AUTÉNTICO(Y NO EN SUS SUCEDÁNEOS)…
Ramblas,Cardenal Pasquino.
Cuando nuestros ojos y nuestras almas están recibiendo tanta basura,y no ya del mundo-lo que siempre es de esperar-sino de los propios supuestos pastores…
¡Hay que reaccionar,para no caer en el abatimiento!
Hay que leer mucha-¡pero mucha!-historia de la Iglesia,que es el mejor «Prozac» que conozco.
Veremos cómo el mundo,en todas las épocas,siempre ha intentado domesticar a la Iglesia,para que bendijera todas sus iniquidades y todos sus vicios.
Y veremos cómo la Iglesia,más allá de todas sus debilidades,siempre ha renacido-como el ave Fenix-,de sus propias cenizas.
«Una Compañía semper reformanda»…Así define Benedicto XVI a la Iglesia.
Al menos,estos tiempos recios-de ataques ad extra,y de traiciones ad intra-,siempre sirven para sacudirnos la modorra y la rutina en la que caemos en tiempos de relativa bonanza.
Y nos purifican.
Y nos hacen caer en la cuenta de quiénes somos,y qué espera el Señor de nosotros…
Ramblas,Cardenal Pasquino.